Yolanda Díaz provoca el choque en la coalición para no perder su influencia en la reforma laboral

Jueves por la noche. La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, y la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, se reúnen telemáticamente. Ambas gestarán en ese momento el golpe en la mesa que desató ayer el conflicto en la coalición de Gobierno. Con una particularidad en esta ocasión; es la primera vez que surge a iniciativa de Díaz, que teme que Unidas Podemos pierda su impronta en la reforma laboral por una serie de gestos que llegan de la cartera de Economía, dirigida por la vicepresidenta primera, Nadia Calviño.

El choque no es por el contenido de la reforma, sino por la acción política. La sintonía que parecía existir entre Díaz y Pedro Sánchez en esta materia se deshace ayer cuando el presidente niega desde Bruselas las «intromisiones» que denuncian sus socios. El mensaje del presidente es ambivalente, pero sí se entiende que respalda a Calviño como coordinadora del diálogo para derogar la reforma laboral que aprobó el PP.

La vicepresidenta primera y ministra de Economía le comunicó a Trabajo (el ministerio de Yolanda Díaz) anteayer por la tarde que será ella quien dirija la negociación en materia laboral, pero además no solo con los empresarios y actores sociales, sino también entre el resto de ministerios implicados. Trabajo llega entonces a un punto de saturación. «Es un intento de injerencia», denunciaron.

«Es la gota que colma el vaso», dicen desde Unidas Podemos, después de una serie de actitudes que venían soliviantando a Díaz. Por ejemplo, la vicepresidenta primera explicó a la prensa esta semana en el XII Congreso Confederal de CC.OO. que la negociación empezaba ahora y que hasta entonces solo hubo «encuentros y contactos preliminares».

Desajustes comunicativos

Esto produce un desajuste evidente cuando Trabajo promociona su ‘diálogo social’ con los sindicatos desde hace meses y Díaz y su equipo insisten en que la negociación está «muy avanzada» y encaminada a materializarse antes de acabar el año. Algo que también dijo el presidente en alguna ocasión. Pero precisamente para que este tipo de declaraciones discordantes y otras que puedan llegar en los próximos meses no eclipsen la influencia de Unidas Podemos, el socio minoritario exigió con «urgencia» una reunión para vigilar el pacto.

Viernes a primera hora (ayer). Belarra prende la mecha mediante un tuit a las 9.30 horas en el que exige al PSOE la convocatoria «urgente» de la mesa de seguimiento del acuerdo de coalición. «Necesitamos abordar la gestión y ejecución de los compromisos de coalición», escribe. Díaz y Belarra están coordinadas desde la noche anterior.

Fuerzan a la parte socialista de La Moncloa a salir a rebajar el tono y trasladar «normalidad» y «tranquilidad», mientras el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está de viaje en Bruselas para el Consejo Europeo. Luego, comparecerá en rueda de prensa, pero antes fuentes socialistas del Gobierno intentan bajar la tensión. Trasladan que a nivel interno no existe la sensación de un problema «de envergadura tan grande» como plantean. Belarra no decía por qué exigían la convocatoria de la mesa de seguimiento y durante una media hora dejaron lugar a especulaciones con un único dato: «Es por algo muy grave».

Así elevaron el ruido, porque, además, coincidía con la decisión de la Mesa del Congreso de pedir aclaraciones al Tribunal Supremo sobre la inhabilitación del diputado Alberto Rodríguez, al que horas después la propia presidenta de la Cámara, Meritxell Batet, le comunicaba el cese. Desde la parte del PSOE en La Moncloa insistían ayer en que desde dentro no había tal conflicto y apelaban para fundamentarlo al grado de «cumplimiento» y «satisfacción» de los dos partidos con el programa acordado.

«Faltaría más, claro», decían sobre aceptar la mesa pedida por sus socios. Pero subrayaban que el golpe en la mesa de Díaz se trató de una maniobra para «poner la atención sobre ellos». Y a las cuatro de la tarde comparece Sánchez. Ahí, pone la puntilla.

El presidente esgrimió que acababa de salir del Consejo Europeo y que no había hablado aún con Yolanda Díaz. Preguntado por el choque, explicó una y otra vez que «es una reforma de todo el Gobierno» y que, por tanto, «no estamos hablando de inmiscuirse, ni intervenir, sino de que todos los ministerios tienen que aportar, coordinar y colaborar». Habló de que participan Hacienda, Seguridad Social e Inclusión y Educación, además de Economía y Trabajo. «Es más laborioso, sí, pero es lo más eficaz», dijo, y recordó que así se hizo con la negociación de los Presupuestos que se presentaron hace dos semanas y también con la Ley de Vivienda.

Sin seguimiento desde 2020

La reforma laboral es fundamental para Unidas Podemos, pero también para los socialistas dado que Sánchez intenta ampliar su base de votantes. Díaz dice que está dispuesta a derogarla incluso si no hay acuerdo con la CEOE, aunque Calviño busca el acuerdo con los empresarios e intenta ganar tiempo. «Es una reforma que afecta a un amplio número de ministerios y esos ministerios tienen que aportar y estar en ese diálogo», insistía el presidente. Ayer Unidas Podemos decía que acudirán a la mesa de seguimiento para pedir que «se respeten las competencias pactadas por los ministerios» y que se cumpla el programa.

Los dos partidos cogobernantes acordaron crear en 2020 lo que se llamaría la ‘Comisión Permanente de Seguimiento del Acuerdo de coalición’, un foro de encuentro destinado a vigilar el cumplimiento del pacto de coalición. Sin embargo, esta mesa no se activaba desde el 16 de julio de 2020. Cuando aún estaban Pablo Iglesias y Carmen Calvo en las vicepresidencias.