Los verdes y los liberales eligen al Partido Socialdemócrata de Scholz para formar Gobierno

Los Verdes han marcado el rumbo de las negociaciones para la formación de Gobierno en Alemania y arrastrado al partido liberal (FDP) a negociar un tripartito con el Partido Socialdemócrata (SPD), lo que deja fuera de fuego al bloque conservador formado por la Unión Cristianodemócrata (CDU) y a la Unión Socialcristiana bávara (CSU). La primera reunión a tres bandas entre SPS, Verdes y FPD se celebrará mañana.

«Lamentamos la decisión porque supone el rechazo del tripartito jamaica «, declaró el líder de la CSU y ministro presidente bávaro, Markus Söder en referencia a los colores de la bandera de esa país, los mismos que figurarían en un tripartito CDU-CSU, Verdes y liberales.

Söder aseguró que esperaba la decisión a tenor de los resultados electorales, si bien «nuestra oferta a los Verdes fue generosa y las conversaciones mantenidas muy constructivas». Las posiciones, sin embargo, eran irreconciliables y no sólo en política energética y contra el cambio climático, sino en migración y fiscalidad. A diferencia de los conservadores, los Verdes son laxos en política migratoria y dispuestos a seguir con el pedal suelto en la deuda para, de esa manera, poder realizar los cerca de 50.000 millones anuales que proponen en inversiones sociales y transformación energética.

Los acontecimientos se precipitaron a primera hora del día, cuando los líderes de Los Verdes, Annalena Baerbock y Robert Habeck, anunciaron su preferencia por el SPD e invitaron al FDP a posibilitar, cuanto antes, la formación de Gobierno.

«Hemos llegado «a la conclusión de que tiene sentido ahondar en las conversaciones con el FDP y el SPD». Sobre todo, ha añadido, «teniendo en cuenta la base común que hemos establecido en nuestras conversaciones bilaterales». Habeck ha coincidido en que los contactos mantenidos en los últimos días han demostrado que la coalición ‘semáforo’ -rojo, amarillo y verde, por los colores de los tres partidos- es la que «mayores coincidencias» genera entre las tres partes.

El anuncio de Los Verdes puso al FDP contra la pared y no sólo porque los liberales se decantaban por los conservadores sino porque el tiempo y forma elegido por los ecologistas para hacer pública su decisión no entraba en el guion. Baerbock y Habeck sólo han mantenido una reunión bilateral con la CDU-CSU y el pacto con el FDP era que la decisión sobre la dirección se tomaría de forma conjunta.

La reacción del FDP tardó el tiempo que la dirección del partido necesitó para salir del atolladero. Tras una hora y media de reflexión, el líder del FDP, Christian Lindner, aceptó la invitación de Los Verdes a negociar a tres bandas con el SPD pero con reservas.

«Somos un partido autónomo que toma sus propias decisiones antes y después de las elecciones», afirmó Lindner y añadió que «el FDP no formará parte de un Gobierno que no sea de centro». El líder liberal se refería implícitamente a la influencia de las familias de izquierda en el SPD y en Los Verdes, una influencia que se percibe en los programas de esos partidos y en los que resultará difícil encajar el de los liberales.

Lindner resaltó que mientras se producen los sondeos con el SPD y Los Verdes no habrá contactos paralelos con la CDU-CSU, si bien «la opción de un tripartito con los conservadores, la llamada coalición Jamaica, sigue ahí».

Los liberales no tenían más opción que seguir la pauta marcada por Los Verdes, pues su negativa hubiera supuesto bloquear la formación de Gobierno en torno al partido que ganó las elecciones del pasado 26 de septiembre. Pero el malestar de Lindner era evidente. «Nuestra afinidad con la CDU-CSU en cuestiones sociales y económicas no es comparable a la de Verdes y SPD. Discrepamos en tantos asuntos que para que ese tripartito cristalice hará falta la fantasía que ahora me falta», afirmó.

No hay garantías de que los tres partidos llamados a entenderse superen sus diferencias y son muchas las líneas rojas trazadas. Pero el hecho de que la dirección ya esté marcada pone a la CDU y a su líder, Armin Laschet, en una situación aún más delicada.

Laschet ha intentado mantener la unidad en la CDU-CSU mientras la puerta a la formación de Gobierno seguía abierta y con ella su propia supervivencia política. Tras el rumbo que han tomado los acontecimientos, a Laschet le costará aún más explicar a la opinión pública y a su partido, por qué sigue aferrado a un clavo ardiendo y retrasando la renovación de personal y contenido que necesita el partido tras unos resultados electorales que se preveían, como así fue, los peores de la historia de la formación.