Draghi y Sánchez, en las antípodas

Decía Sófocles que no se puede conocer realmente la naturaleza y el carácter de un hombre hasta que no se le ve administrar el poder. Una máxima que bien se puede aplicar a Mario Draghi (Roma, 1947) y a Pedro Sánchez (Madrid, 1972), dos economistas y primeros ministros que lideran la tercera y cuarta economía de la Unión Europea (UE), pero con resultados que no tienen comparación posible, porque están en las antípodas su personalidad, su método de trabajo y estilo de gobierno, y su visión y concepción de las instituciones.

Ambos mantendrán su primera reunión bilateral este martes, día 18 de mayo, en Barcelona, con motivo de la XVIII edición del Foro de diálogo España e Italia. Sobre los dos países se concentran las miradas de Europa, porque el futuro de la UE dependerá en gran medida del uso que hagan de los fondos europeos. España e Italia recibirán casi la mitad de los 750.000 millones de euros del Next Generation EU. Deberán hacer no solo buenas inversiones, sino también reformas que convenzan a los socios de Bruselas, si quieren que en el futuro ese instrumento solidario de financiación se convierta en permanente.

Con cuatro palabras se suele definir la contribución de Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE) y a la economía global, así como su actuación como jefe del Gobierno italiano: integridad, inteligencia, liderazgo y firmeza. Han sido una constante en su biografía. Su padre fue funcionario del Banco de Italia, su madre farmacéutica. Católico, se educó en los jesuitas. A los quince años, sufrió el mayor dolor que puede sufrir un adolescente. En el intervalo de meses, sus padres murieron. Sobre sus hombros recayó la responsabilidad de actuar como padre de los dos hermanos más jóvenes que él, Andreina y Marcello, con la ayuda de una tía.

Al padre, Draghi le dedicó uno de los más intensos recuerdos de su infancia: «A caballo entre las dos guerras, mi padre vio una inscripción en un monumento. Estaba escrito: ‘Si has perdido el dinero, no has perdido nada, porque se puede recuperar; si has perdido el honor, has perdido mucho, pero con un acto heroico lo puedes recuperar; pero si has perdido el coraje, lo has perdido todo’». El coraje será una constante y marcará su vida.

Maestros decisivos

En 1970, a los 23 años, obtuvo la licenciatura en la Universidad de Roma La Sapienza, estudiando con Federico Caffè, un keynesiano, uno de los economistas más destacados de Italia. Después, como alumno destacado, su maestro Caffè lo envió con una beca al Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), una de las universidades estadounidenses más prestigiosas, a las afueras de Boston, para estudiar con el premio Nobel Franco Modigliani. Bajo su supervisión y del también Nobel Robert Solow obtuvo el doctorado, presentando una tesis titulada ‘Ensayos sobre teoría y aplicaciones de la Economía’, incluyendo mucho análisis matemático. Fueron años duros pero fructuosos en Cambridge, donde se trasladó con su mujer. Draghi se casó en 1973 con Maria Serena Capello, experta en literatura inglesa, de origen noble, descendiente de Bianca Cappello, consorte del Gran Duque de Toscana Francesco de Médici. Tenían 19 años cuando se encontraron por primera vez. Desde entonces no se separaron.

Para el joven economista italiano en el MIT, su punto de referencia fue Modigliani, que abandonó Italia en 1939 por las leyes raciales del dictador Benito Mussolini. Lo contaría la mujer del premio nobel, que también se llamaba Serena: «Nosotros lo hemos estimado y apreciado inmensamente. Nos hemos sentido para él un padre y una madre». Mario «era extraordinariamente inteligente y dulce, muy serio y dotado de gran capacidad de trabajo. No estaba particularmente interesado en la política». El matrimonio Draghi tiene dos hijos —Federica, nacida en Boston, directiva de una multinacional biotecnológica, y Giacomo, que reside en Londres y trabaja en el mundo de las finanzas— y un nieto. Una familia que es la discreción personificada.

Una decisión histórica

Tras su regreso a Italia, obtuvo la cátedra en Economía y Política Monetaria en Florencia. Abandonó la universidad para convertirse en uno de los directores generales más jóvenes del Ministerio de Hacienda, gestionando las privatizaciones de los años noventa y contribuyendo al ingreso de Italia en el euro. Después de su paso por la banca privada Goldman Sachs, el Gobierno de Silvio Berlusconi lo nombró presidente de la Banca de Italia en 2005. Seis años después, fue elegido presidente del BCE, donde adoptó una decisión que ya forma parte de la historia de la UE: con una frase que refleja su personalidad, salvó el euro de los especuladores el 26 de julio de 2012 con una frase que refleja su personalidad: «Whatever it takes» (‘Cueste lo que cueste’). Es decir, le bastaron esas tres palabras ya históricas para afirmar que haría «todo lo necesario» para proteger la moneda única, en un momento en el que la deuda pública de Italia, España, Grecia y Portugal corría el riesgo de hundir el proyecto europeo, durante una crisis global solo comparable entonces a la de 1929.

Un currículum de verdad

En el extenso y brillante currículum de Draghi no se encontrarán másteres, cursos no realizados, trabajos de tesis copiadas ni conflictos de intereses ni aprovecharse personalmente de su cargo para viajar en aviones oficiales. En enero 2019, se publicó una fotografía de Draghi en traje gris, acomodándose en un asiento de un vuelo en la clase turista. Se convirtió de inmediato en viral en las redes sociales. Un internauta escribió: «Si entra en política, lo votaré sin mirar siquiera su programa». Se ha creado una imagen y un estilo que son mezcla del rigor alemán, la creatividad italiana y la discreción inglesa.

A Draghi no se le adscribe a ninguna tendencia política, porque él se considera «un servidor público». Este espíritu de servicio a su patria le llevó a aceptar el encargo de formar gobierno que le hizo Sergio Mattarella el 3 de febrero de 2021. Sabía que no podía decir no al presidente de la República. Fue una operación que dice mucho sobre la gran capacidad de la política italiana para producir llamativos golpes de escena. En Italia, hubo unanimidad: se eligió al hombre justo en una situación muy delicada para el país por la crisis de la pandemia y el caos político sin que los partidos fueran capaces de encontrar una mayoría gubernamental sólida y estable.

Por motivos éticos y de ejemplaridad, Draghi ha renunciado a su salario como primer ministro, 80.000 euros netos al año. Así se hace constar en la página de Palacio Chigi, que publica su declaración de la renta. En realidad, no lo necesita. Tiene suficiente patrimonio, con sus diez inmuebles, seis tierras rústicas y jubilación el BCE. Además, a Draghi se le conoce por su vida bastante austera y sencilla, frugal.

La fotografía de Draghi subiendo en un vuelo en clase turista se hizo viral y recibió el elogio de muchos usuarios de las redes sociales. El primer ministro italiano es conocido por su estilo de vida austero y frugal
La fotografía de Draghi subiendo en un vuelo en clase turista se hizo viral y recibió el elogio de muchos usuarios de las redes sociales. El primer ministro italiano es conocido por su estilo de vida austero y frugalArchivo ABC

‘Súper Mario’

Gracias a su extraordinaria biografía, labrada a base de esfuerzo personal, Draghi goza de una personalidad creíble y respetada en Europa y en el mundo. No es casual el superlativo de ‘Súper Mario’, porque tiene una marcha más en capacidad y rapidez. El apelativo se remonta a sus tiempos de director general del Tesoro, cuyo titular Lamberto Dini quería tenerle siempre a su lado en las cumbres internacionales para gestionar los informes o expedientes.

El ex primer ministro Giuliano Amato, con el que Draghi también colaboró, elogió públicamente su competencia: «A todas las citas llegaba preparado y con los deberes hechos: sabía lo que servía hacer y convencía a los que dudaban, imponiendo la superioridad de sus argumentos». En quienes lo conocen, hay coincidencia en destacar que tiene nervios de acero: «Es un hombre extremadamente sereno en situaciones en las que una persona normal puede perder la cabeza».

El ‘método Draghi’

Al analizar la biografía del primer ministro italiano, lo más interesante, aparte de sus éxitos conocidos, su extraordinaria formación y experiencia, es que hay un ‘método Draghi’ que forma parte de la identidad de su personalidad.

En síntesis, el método de trabajo de Draghi se basa en cuatro verbos: identificar el objetivo, rodearse de los mejores colaboradores, delegar y decidir una vez que se han reducido al mínimo los posibles riesgos. Por ejemplo, Draghi ha optado por rebajar impuestos, pero en su primer discurso al país, el 17 de febrero en el Senado, explicó su manera de proceder: «No es una buena idea cambiar los impuestos de uno en uno. Es mejor una acción completa, porque dificulta que grupos de presión empujen al Gobierno para adoptar medidas en su beneficio. Además, la experiencia muestra que las reformas fiscales deben confiarse a expertos, que saben bien lo que puede pasar si se cambia un impuesto». Es decir, no entra en los esquemas de Draghi anunciar, por ejemplo, que se elimina la reducción por la tributación conjunta en el IRPF y al día siguiente rectificar el plan, o encubrir una subida de impuestos o emplear subterfugios confundiendo a la opinión pública.

Draghi no tiene cuenta o perfil en las redes sociales. Ni ha escrito sus memorias. Es muy reservado y tiene demasiado pudor para hablar de sí mismo. Y si algún día, desde su retiro en su residencia de Città della Pieve, municipio de 7.700 habitantes en la provincia de Perugia, región de Umbría, a 155 kilómetros de Roma, se decide a escribirlas, jamás lo haría para glorificarse. Tampoco se le ocurriría ponerles un titulo parecido a ‘Manual de resistencia’, firmado por su colega Pedro Sánchez, pero escrito con la base de unas conversaciones grabadas por Irene Lozano, su ‘mano literaria’ —lo que en el argot se llama ‘negro’, ‘persona que trabaja anónimamente para lucimiento y provecho de otro, especialmente en trabajos literarios’, según diccionario de la RAE—.

Nunca ha formado parte del estilo de Draghi aprovecharse del trabajo de los demás en beneficio propio o buscar el poder a cualquier precio. Bertrand Russel decía: «Me parece fundamentalmente deshonesto y dañino para la integridad intelectual creer en algo sólo porque te beneficia y no porque pienses que es verdad». En este sentido, Draghi está demostrando un estilo que no sabe nada de amiguismos o concesiones sectarias de privilegios a nadie. Para ello sigue una regla impartida por su maestro en La Sapienza: «Caffè nos enseñó a pensar con nuestra cabeza y no seguir un credo vinculante. Nos hizo ver que la plena ocupación no es un medio para aumentar la producción, sino un fin en sí misma, una cuestión de dignidad de la persona. La política económica debe actuar para conseguirla». Sin sectarismos. Draghi nunca hubiera permitido el escandaloso caso del rescate de la compañía aérea Plus Ultra, con olor de favor a los amigos del presidente venezolano, Nicolás Maduro.

En definitiva, el método Draghi y su estilo de gobierno supone escuchar a todos, y no seguir a ninguno, sino asumir él la responsabilidad, tarea nada fácil en un gabinete expresión de todas las tendencias políticas del país. Se vio claramente el pasado miércoles, día 12 de mayo, en la sesión de control del Parlamento. En las cuestiones que suscitan más polémicas en estos días en Italia –aperturas en la pandemia y nueva ola de inmigrantes–, el centro derecha y el centro izquierda mostraron posiciones muy diversas. Al final, Draghi hace siempre la síntesis y adopta la decisión que él cree que es la mejor para el país, sin preocuparse demasiado por los que presionan hacia un lado o a otro.

Firmeza y pragmatismo

A punto de cumplirse los primeros cien días de su mandato como primer ministro –tomó posesión el 13 de febrero–, de un Gobierno de unidad nacional, que incluye a todos los partidos con la excepción de Fratelli d’Italia, Draghi está demostrando su conocida seguridad, prudencia y pragmatismo.

Hay ejemplos significativos, que reflejan que se ha convertido ya en una referencia fundamental en la UE. El 8 de abril, Draghi calificó en una rueda de prensa al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, como «dictador», al comentar el trato humillante recibido por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su visita a Ankara, mientras la gran mayoría de los líderes europeos permanecieron en silencio.

Al acabar la conferencia de prensa, su más próximo consejero diplomático le expresó con preocupación que sería necesaria una rectificación para evitar un conflicto diplomático con Turquía. La respuesta de Draghi fue clara: «No tengo nada que rectificar», una frase que muestra que el primer ministro no habla con retórica o sin pensar, sino que mide sus palabras. «La consideración que se debe hacer con estos, llamémosles por lo que son, dictadores —añadió—, con los que, sin embargo, tienes necesidad de colaborar, o más bien cooperar, es que uno ha de ser franco al expresar la diferencia de puntos de vista, comportamientos, visiones, aunque esté dispuesto a cooperar por los intereses del propio país. Es necesario encontrar un equilibrio justo».

El primer ministro italiano, Mario Draghi, es uno de los políticos europeos más comprometidos con la defensa de la UE
El primer ministro italiano, Mario Draghi, es uno de los políticos europeos más comprometidos con la defensa de la UEReuters

Modernizar Italia

Además de poner en marcha una eficaz campaña de vacunación, su mayor empresa es haber logrado el apoyo de todas las fuerzas políticas y sociales para lograr la modernización de Italia. En el detallado plan enviado a Bruselas, se encuentra su estilo habitual, es decir, sin paja y sin retórica. Las inversiones serán acompañadas con una serie de reformas para superar un retraso de dos décadas sin crecimiento. Entre esas reformas están la fiscalidad, lo que supondrá una bajada de impuestos; la justicia, para reducir el tiempo de los procesos, y la administración pública, con el fin de eliminar la pesada burocracia actual.

El 26 de abril, Draghi expuso al Parlamento un plan de inversiones de 248.000 millones de euros hasta el 2026, muy claro y detallado, con un objetivo, «lograr un país moderno para las nuevas generaciones. Está en juego el destino del país», porque en el Plan de Recuperación está «la medida de cuál será el papel de Italia en la comunidad internacional, su credibilidad y reputación como fundador de la UE y protagonista del mundo occidental».

Draghi garantizó personalmente ante Bruselas la seriedad de los compromisos asumidos en su plan de modernización

Draghi acabó haciendo un llamamiento a los parlamentarios, con una frase que será recordada, porque da idea de la dimensión épica que para el primer ministro italiano tiene el plan de reconstrucción: «Estoy seguro de que la honestidad, la inteligencia, el gusto por el futuro, prevalecerán sobre la corrupción, la estupidez y los intereses creados. Esta certeza no es un optimismo imprudente, sino confianza en los italianos, en mi gente, en nuestra capacidad de trabajar juntos cuando la emergencia nos llama a la solidaridad, a la responsabilidad». El respaldo parlamentario fue casi del 90 por ciento, con 442 votos a favor, 19 en contra y 51 abstenciones.

Deuda buena y mala

Draghi es consciente de que Italia aumentará su deuda pública con la pandemia hasta casi el 160 por ciento del PIB, la más alta de la UE, solo superada por Grecia. A él no le asusta, porque espera rebajarla con el crecimiento económico. Además, distingue entre una deuda pública buena, cuando el dinero se destina a inversiones productivas, y una deuda mala, cuando priman las subvenciones más allá de un tiempo prudencial en el que son necesarias, como es el caso en tiempos del Covid-19. Si en algún momento surgió alguna duda en Bruselas sobre el plan italiano, la despejó exponiéndose en primera persona: «La garantizo personalmente», dijo sobre la seriedad de los compromisos asumidos. Además, lanzó un mensaje a Bruselas: «Debéis respetar a Italia».

Pensando en la UE, no habrá sido del agrado del primer ministro italiano conocer la dura crítica al Gobierno de Sánchez por parte de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), al calificar como «insuficiente» la estrategia fiscal del Ejecutivo. España es el único gran europeo que no ha detallado un plan fiscal para contener la deuda.

A diferencia de Sánchez, Draghi ha optado por bajar los impuestos para lograr la recuperación de Italia

Draghi no desearía ver en dificultades a Sánchez. Actuará como amigo de España, porque sabe que los dos países se juegan mucho. Al presentar en el Parlamento su Plan de Recuperación, recordó que «Italia y España son vistos en primera línea en este desafío, así que seremos responsables. Un fracaso sería grave, porque ya no sería posible convencer de nuevo a otras naciones de la UE para financiar una política común». Los llamados países frugales no lo permitirían.

Empatía con las víctimas

Además de sus dotes conocidas como protagonista de la economía global y artífice de la salvación de la moneda única europea, Draghi está demostrando sus dotes de político, que también se le atribuían pero eran menos conocidas. Durante su mandato como primer ministro, siempre expresa una especial sensibilidad con los más necesitados: ancianos, desempleados, mujeres y jóvenes. Su empatía y cercanía con los problemas sociales, se ha reflejado en una cuestión que toca una fibra muy sensible de los italianos, como es el terrorismo de los llamados ‘años de plomo’, entre los años 70 y 80.

Draghi ha sido protagonista de una noticia importante para los italianos, que sirve para reflexionar en España a la vista de lo que ocurre en nuestro país con los terroristas de ETA y sus víctimas. Italia soportaba con profundo hastío el hecho de que los terroristas habían encontrado en territorio francés un santuario, amparados por la ‘doctrina Mitterrand’, que les daba asilo porque se consideraban perseguidos políticos. Después de conversaciones de Draghi con el presidente francés, Emmanuel Macron, la Policía francesa, en colaboración con la italiana, detuvo en Francia a 7 terroristas de extrema izquierda el 28 de abril. La mayoría era de las Brigadas Rojas, condenados por delitos de sangre.

Su empatía con las víctimas el terrorismo contrasta con lo que está ocurriendo en España con los etarras

Se ha tratado de un giro espectacular de las autoridades de París en la aplicación de la ‘doctrina Mitterrand’. Draghi no ocultó su satisfacción: «El recuerdo de esos actos de barbarie está vivo en la conciencia de los italianos», dijo el primer ministro italiano. Olga D’Antona, viuda de Massimo D’Antona, célebre abogado laboralista y profesor universitario asesinado por las Brigadas Roja en Roma, en 1999, escribió en el periódico ‘La Stampa’: «La impunidad garantizada por Francia a los terroristas nos hizo mucho daño. Parecía una forma de apoyo a quienes habían infligido un dolor muy grave a nuestras familias. A aquellos familiares que vivieron cuarenta años aferrándose al dolor mientras en Francia los radicales ‘chic’, es apropiado llamarlos así, trataron a los verdugos como románticos luchadores».

Antes de la exigencia de Draghi en los coloquios con Macron, ningún presidente francés escuchó las protestas del pueblo italiano por acoger a terroristas en territorio francés: ni Mitterrand, ni Chirac, ni Hollande o Sarkozy. El politólogo y profesor en Sciences Po de París y en la Luiss de Roma da gran valor al acuerdo entre Macron y Draghi: «Es seguramente la ruptura más importante que Macron hace con el pasado. Hasta ahora, en Francia, la voz de las víctimas de los ataques terroristas italianos siempre ha pasado en el segundo plano. Hay una excelente relación entre Macron y Draghi —añade Lazar—, no solo en lo que respecta a la pandemia, sino también a la situación económica y al desarrollo que tendrá el Plan de recuperación en un futuro próximo».

Luna de miel

A casi cien días de llegar al Palacio Chigi, sede del Gobierno, Draghi está viviendo todavía una luna de miel con la opinión pública italiana y la prensa internacional. Todo lo contrario que el presidente Sánchez, tras quedar «debilitado», según el ‘Financial Times’, por la «humillante» derrota frente a Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid.

En una encuesta publicada por ‘La Stampa’ la semana pasada, Draghi sigue con un alto índice de popularidad, acercándose al 60 por ciento, mientras que el 60,2 por ciento de los ciudadanos está convencido de que logrará resultados importantes «a pesar de los partidos».

Los principales y más influyentes diarios internacionales dedican al expresidente del BCE, coincidiendo con la presentación de su Plan de Recuperación, los mayores elogios. ‘Financial Times‘: «Italia se ha convertido en un modelo europeo. Draghi ha restituido credibilidad a Italia. No solo la voz de Roma se escucha potente y clara en París y Berlín, sino que cada día más marca la agenda europea». ‘Frankfurter Allgemeine Zeitung‘, periódico habitualmente muy crítico con Italia: «El primer ministro italiano ha restituido el gusto por el futuro», demostrando «capacidad para liderar el país» porque «en pocas semanas ha logrado presentar un completo programa, mientras el gobierno anterior solo dio indicaciones de vagas promesas». ‘Le Figaro‘: «Draghi podría ser el hombre del nuevo milagro italiano. Puede hacer de Italia un fundamental protagonista europeo. Ha marcado una ruta al gobierno y utiliza su carisma para influir en Bruselas». ‘The New York Times‘: «Draghi está dando a Italia un rol poderoso en Europa. Aprovecha sus relaciones internacionales y su sólido prestigio para hacer que Italia tenga una fuerza en el continente como no la ha tenido en décadas».

El líder con mayor peso

Con la retirada del poder de la canciller alemana, Angela Merkel, y mientras el presidente Macron debe afrontar unas elecciones presidenciales de resultado incierto, Draghi se está erigiendo, por prestigio y competencia, en el líder con más peso en Europa, según destacan diversos analistas. Le basta levantar un teléfono para mantener contactos directos con los principales gobernantes europeos o con la Casa Blanca. Conoce a muchos de ellos porque participaba en las cumbres comunitarias como presidente del BCE.

La confianza de Draghi con Merkel y Macron es grande. Se ganó fama de hablar lo justo en el momento adecuado, por eso siempre fue escuchado con la máxima atención en las cumbres. Si la influencia de cada líder europeo en la UE se mide según el peso económico del país, por su capacidad de liderazgo y la estabilidad política interior, en el caso de Draghi su voz es más respetada y decisiva por el prestigio acumulado durante largos años en altos cargos públicos. Como gran europeísta, le gusta hablar en nombre de los europeos si debe levantar la voz por la UE, como hizo frente a Erdogan o contra las multinacionales farmacéuticas por las vacunas. No faltan analistas que creen que existe el riesgo de que las expectativas de lo que Draghi puede lograr de manera realista sean ya demasiado altas. En este sentido, Nathalie Tocci, directora del Instituto de Asuntos Internacionales en Roma, advierte: «La clase dominante italiana tiende a enamorarse de los líderes, y ahora está en una fase en la que Draghi es visto como el hombre que camina sobre el agua. No le hacemos ningún favor pintándolo como infalible. Es capaz de cometer errores».

A Sánchez le interesa estrechar la relación con el primer ministro de un país amigo que puede echar una mano a España. Aunque a buen seguro, Draghi, por sus principios éticos e integridad, nunca entenderá que la mentira constituya un arma para gobernar o formar las alianzas con fuerzas políticas bolivarianas que quitan el sueño o con separatistas que quieren destruir la unidad del país. El primer ministro recibió el aplauso general del parlamento cuando al final de su discurso programático, hace ahora justo tres meses, realizó un llamamiento para lograr una nación más fuerte en la que los jóvenes puedan realizar sus sueños. «Esta es nuestra misión como italianos: entregar un país mejor y más justo a nuestros hijos y nietos. […] Hoy —concluyó Draghi— la unidad no es una opción, la unidad es un deber. Pero es un deber guiado por lo que estoy seguro de que nos une a todos: el amor a Italia».