Nadal aprieta el paso hacia semifinales

Vuela Rafa Nadal hacia las semifinales de Roma tras someter con contundencia a Alexander Zverev, el mismo que hace una semana le frenaba en seco en la altura de Madrid. Gana en confianza el balear tras las dudas de su apretado triunfo en octavos, y encara otro fin de semana de exigencia para volver a levantar el trofeo en uno de sus torneos fetiche.

En la central del Foro Itálico se vio al Nadal de las grandes ocasiones. Es difícil saber hasta qué punto impera el ánimo de revancha en el mundo del tenis, pero si lo hay el español lo colmó con creces.

Sin nada de calor en la pista, Nadal comenzó enchufadísimo, arrastrando la dinámica corajuda con la que cerró el duro partido ante Shapovalov. Estupendo con el saque, apenas permitió que Zverev le hiciera un punto al resto en los dos primeros juegos. El alemán, algo dormido en el arranque y sin poder coger el ritmo a los intercambios, tampoco atinaba con su servicio y entregó dos breaks iniciales que colocaron el set muy de cara para el español. El único desliz de Nadal en ese primer set llegó en el quinto juego. Gracias a esa rotura despertó por fin Zverev y el partido se equilibró.

Hace una semana, en Madrid, Zverev había sido capaz de sobreponerse a un inicio igual de indolente dándole la vuelta al partido a base de sartenazos. Intentó algo parecido esta vez, colocando golpes ganadores a la menor oportunidad. Pero al contrario de lo que ocurrió en la Caja Mágica, donde Nadal sí llegó a perder el hilo, el balear andaba esta vez más sobrado.

Una mala caída de Nadal junto a la red, al intentar llegar a una dejada de Zverev, metió el miedo en el cuerpo a todos. Por unos instantes se quedó tendido sobre la arcilla, embadurnado de polvo rojo, mientras mantenía un gesto de dolor absoluto. En la grada, su equipo mantenía la respiración mientras un preocupado Zverev pasaba por encima de la red para interesarse por el estado de su oponente. Al incorporarse, Nadal se echó la mano a la cadera, al lugar donde su cuerpo impactó con el suelo. La mirada la tenía ya en París, donde en apenas dos semanas tiene uno de sus grandes retos de la temporada. Por fortuna, todo quedó en un susto y Nadal fue capaz de cerrar esa primera manga en 49 minutos. Eso sí, a la siguiente subida a la red al español se le vio mucho más precavido.

Zverev se desespera

La lluvia comenzó a amenazar de verdad con el inicio del segundo set. También creció la fuerza del viento y en la grada la gente aprovechaba para ponerse la chaqueta. En la pista, la tónica siguió parecida, aunque el partido ganó claramente en intensidad. Zverev ya no concedía alegrías al saque y se parecía cada vez más al que impactó en Madrid. En el cuarto juego Nadal pegaba un grito de alivio al salvar tres bolas de rotura con uno de los mejores puntos de toda la semana, un larguísimo intercambio que cerró el español con una derecha paralela.

Aún no se podía calibrar la importancia de ese punto, pero no tardó en verse después, porque la cabeza de Zverev aún estuvo un buen rato pensando en la oportunidad perdida. Crecieron también sus gestos de enfado por cada fallo y las miradas a su entrenador. Nadal supo que era el momento y aprovechó para tomar distancia con la primera rotura del set.

No hizo falta más, porque Zverev comprendió que no iba a ser su día y Nadal ya tenía claro que no iba a soltar a su presa. La segunda manga, eso sí, se decidió tras una hora larga de juego.

A Nadal le espera en semifinales el estadounidense Reilly Opelka, otro rival joven (23 años) al que nunca se ha enfrentado antes. Opelka, 47 del ránking, suma dos títulos en su carrera, ambos en pista dura (Nueva York 2019 y Delray Beach 2020) y se ha plantado en la penúltima ronda de Roma de forma sorprendente, sin ceder un solo set y dejando fuera a Karatsev y Delbonis. Hasta llegar aquí su temporada era una tristeza, con solo dos victorias y cuatro derrotas en primera ronda.