La situación es el tercer elemento decisorio que incide sobre el que pretende comunicarse y sobre el receptor del mensaje, proporcionándo una serie de conclusiones que, con las extraídas del estudio del sujeto promotor y de aquel o aquellos con los que queremos comunicarnos, determinarán cual ha de ser objeto y contenido, lugar y forma del mensaje.
La edad,la posición personal y profesional,el estado de ánimo,situación económica, autoestima, etc., inciden igualmente en el sujeto promotor, en el emisor y en el receptor. Condicionan su presente y su futuro, afectan las convicciones y creencias de ambos, suscitan ideas y opiniones, limitan algunas de sus posibilidades y amplían nuevos horizontes.
De ahí, que no nos podamos, consciente o inconscientemente, sustraernos al influjo que sobre nosotros ejerce la situación. Influencia que puede ser distinta en ambos, y que en ocasiones, es la causa de divergencias y motivo de perturbación en la comunicación. Por ello, olvidar la situación o no tenerla en cuenta, no calibrando la influencia que ejerce sobre nosotros y sobre los que queremos nos escuchen y comprendan nuestros argumentos, puede hacer que la comunicación, objeto de la disertación, quede desvirtuada.
A la hora de elegir lo que les vamos a decir, hemos de tener en cuenta igualmente la situación, descifrándola en toda su magnitud. Nuestra peculiar personalidad y las características de aquel o aquellos a los que nos dirigimos, nos ayudarán a determinar qué aspectos de la situación consideramos para entresacar de ellos las conclusiones pertinentes. Que duda cabe que su particular condición, profesión e interés harán de algún aspecto de la situación datos relevantes para nuestra consideración.
Los resultados del análisis de situación, además de los del sujeto promotor y del sujeto receptor, serán los tres elementos que nos completen la realización de esto que venimos a llamar reflexiones previas antes de tratar de comunicarnos con los demás.
Las conclusiones que surgen del conocimiento del sujeto promotor, del análisis de situación, y del auditorio, nos han de llevar a fijar el objetivo de nuestra disertación, y a codificar, en función del mismo, la idea del objeto de nuestro mensaje. Substancialmente, extraeremos de los estudios previos dos conceptos: qué va a ser objeto de comunicación, y a quién nos vamos a dirigir.
Del «qué vamos a decir» y del «a quien» en función de las conclusiones de los estudios previos, obtendremos asimismo lo que llamaremos características del qué, o conjunto de matices que integran el “qué” en función de su contenido, de la situación y de las peculiaridades del publico al que nos dirigimos.