Las provincias apuntalan el poder de Pablo Casado

Hay dos movimientos estratégicos que han reforzado el liderazgo interno de Pablo Casado en los últimos meses. El primero, el distanciamiento de Vox. Su ruptura político-afectiva con Santiago Abascal le facilitó su ansiado viaje al centro y le colocó en una frecuencia similar a la de los principales barones del PP. El segundo es la renovación provincial del partido, que aún no se ha cerrado pero que ya ha arrojado toda una declaración de intenciones: Casado quiere un partido más joven y dinámico, con nuevos liderazgos parecidos al suyo.

Para ello, está cambiando el partido de abajo a arriba. Normalmente, en el PP se cambia primero el liderazgo regional y luego de él cuelgan los provinciales, pero esta vez se va a hacer al revés, de abajo a arriba, menos en el País Vasco, por sus especiales características tras la dimisión de Alfonso Alonso y el nombramiento de Carlos Iturgaiz como candidato de la coalición PP-Cs en las elecciones vascas del pasado julio.

En junio comenzó el goteo de congresos provinciales, y en octubre Génova dio un acelerón, para renovar una quincena de territorios. Ya se han ejecutado los procesos en Granada, Gerona, Valencia, Alicante, Zaragoza o Huesca. Tras Asturias, una cascada de cambios: Teruel (24 de enero), Lérida, Badajoz, Almería, Huelva, Sevilla -donde el partido está muy dividido-, Barcelona, Valladolid, Soria, Albacete, Cuenca, Guadalajara, Toledo o Ciudad Real, entre otras.

Serán al menos 21 provincias las que el PP haya sometido a congreso -o a cambios de cromos- antes del verano de 2021. Esto le servirá a Pablo Casado para contar con más apoyos en el futuro frente a los recelos que pudieran tener algunas baronías. Los cambios apuntalan también la ascendencia de Teodoro García Egea como secretario general, un cargo en el que sigue acumulando poder.

Los cambios han dado más poder al secretario general, Teodoro García Egea

La idea es impulsar a líderes más jóvenes y con «hambre», sobre todo de entre los que obtuvieron buenos resultados en las municipales de 2019. «Mejorar lo que hay», zanjaron en Génova. De esta manera, la dirección nacional tiene un mayor poder ante los barones, ya que puede lograr colocar a candidatos afines e incluso controlar la mayoría de organizaciones provinciales de alguna autonomía concreta.

Por eso los procesos de renovación han generado tensiones en algunas regiones, aunque en unos sitios más que en otros. Por ejemplo, el dirigente regional del PP en Castilla-La Mancha, Paco Núñez, apadrinará los cambios, mientras que el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, no quiere interferencias y se ha quejado de que García Egea destituyese al gerente regional del partido, Pedro Viñarás, para colocar a un hombre de su confianza, Borja García.

Mañueco no quiere interferenciasde Génova y se ha quejado de un cambio

Los presidentes provinciales tienen un peso determinante en el reparto de poder del PP. Sobre todo, desde la llegada de Casado, quien incrementó en 2019 la influencia de estos dirigentes para dotarlos de una mayor voz, más interlocución con la dirección nacional y un mayor grado de penetración en la cocina del partido.

«Nuestras estructuras provinciales son muy importantes; a veces mandan más que las regionales. Los alcaldes tienen mucho poder también, pero quienes controlan la afiliación son los presidentes provinciales, que son las piezas fundamentales para las cuotas territoriales del partido», apuntaron en ese momento en el entorno de Casado. «Entrar en Génova tiene mucha relevancia, porque de inmediato hace que suba tu cotización autonómica», aseguraron. Una vez más, asoma la concepción de que el proceso del poder viaja ahora de abajo a arriba en el PP.

Los congresos provinciales, que se están celebrando por proceso mixto, entre telemático y presencial, por el coronavirus, deberían concluir antes del verano.