Presentación=Revelación

Se dice que revelar es quitar el velo, manifestar lo que permanece oculto y es Dios mismo el que “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1Tm 2,4) es decir que todos conozcan a Jesús de Nazaret, (el “ungido” “Cristo”), Jesucristo. Por ello es preciso que Jesús sea anunciado a todos los hombres, según su propio mandato: “Id y haced discípulos de todos los pueblos” (MT 28,19). Desde que se lo encomendó a los Apóstoles y, por ello, se llama la Tradición Apostólica.

La tradición Apostólica es la transmisión del mensaje de Jesús llevada a cabo, desde los comienzos del cristianismo, por la predicación, el testimonio, las instituciones, el culto y los escritos inspirados. Los Apóstoles transmitieron a sus sucesores, los obispos, y a través de estos, a todas las generaciones hasta el fin de los tiempos todo lo que habían recibido de Cristo y aprendido del Espíritu Santo.

Así mediante la transmisión viva de la Palabra de Dios (lo que Dios ha manifestado a los hombres y ellos lo transmiten oralmente o por escrito, también llamada Tradición) y con la lectura de la Sagrada Escritura, que es lo que ha dicho Dios a los hombres puesto por escrito en unos libros concretos que por ello, se llaman libros sagrados. Ambas –Tradición y Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas entre si porque de El derivan, y constituyen lo que se llama el sagrado deposito de la fe.

“El deposito de la fe” ha sido confiado a toda la Iglesia y ese contenido sobrenatural que acoge lo Revelado por Dios está sostenido por el Espíritu Santo y guiado por el Magisterio de la Iglesia y es conocido por aquellos que se acercan al Señor y quieren hacer lo que Dios les pide.

Conocer a Jesús es conocer y amar la voluntad del Padre. Porque El es el Camino, la Verdad Y la Vida. El es, quien nos presenta al Padre, quien nos revela el misterio de Dios (“El que es” Ex 3, 14) a través del Espíritu de Amor y nos invita a vivir con El por toda la eternidad.

Presentarse a otra persona o revelarse (quitarse el velo) es darse a conocer. “Nadie ama lo que no conoce”. Para “conocer” a Jesús es necesario querer conocerle, ir a su encuentro, buscarle y ello supone dejar de lado tantas otras cosas que nos atraen, que nos parecen imprescindibles y sin embargo, -por ello- nos apartan de El.

Una vez que se produce el encuentro, Jesús se revela a cada uno de nosotros y nos hace conocer y sentir el amor del Padre -que Le envió- para atraernos junto a sí, y El nos dejó a su Espíritu Santo, para que ello fuera posible.

Luego, “movidos” por el Espíritu, somos capaces de lo que parece imposible, “necedad para los paganos, locura para los creyentes”: seguirle, tratar de amarle y querer al prójimo como EL nos amó. Sucede, que si así actuamos, encontramos aquí y ahora, la felicidad posible, ayudamos a ser felices a los demás y tenemos la esperanza de alcanzar, un día y para siempre, el Bien, la Belleza, el Amor

Para que me entiendas mejor pasa: !que nos enamoramos!. Eso es lo que sucede, cuando -a uno- se le presenta, se le revela el Amor.