La dura realidad de España: pierde ante una Ucrania llena de suplentes

Dirán los partidarios de lo intenso que el fútbol cada día está más igualado, y tendrán razón. Dirán también que nadie está para tirar cohetes, y tendrán razón. Dirán, por último, que ya España no es favorita ante nadie. Y, ahí sí, tendrán un montón de razón. España, en este fútbol igualado, donde nadie está para tirar cohetes –Alemania empató contra Suiza y desaprovechó el tropiezo patrio-, no es favorita ante nadie ni para nada. Del mismo modo que le plantó cara a los germanos en su casa en septiembre, ayer perdió de mala manera contra Ucrania, contra una Ucrania, además, llena de suplentes, arrasada como estaba por sanciones, lesiones y Coronavirus. La realidad, de ahora en adelante, es que España es un tiro al aire.

Navas centró y Rodrigo remató bastante bien, pero paró el portero. Asu Fati tuvo un mano a mano tras un error defensivo, pero paró el portero. Ramos tiró una falta que buscaba la escuadra, pero paró el portero. España lo intentó un puñado de veces durante el primer tiempo, pero paró el portero. Paró Bushchan, que así se llama la cuarta o quinta opción de Shevchenko para guardar la portería, pues todos los anteriores (Andriy Lunin y Yuriy Pankiv entre ellos) cayeron víctimas del Covid, y de hecho en el banquillo, como suplente, estaba inscrito un asistente del entrenador de 45 que atiende por Oleksander Shovkovskiy.

Aunque hubiera jugado él, a España le hubiera costado lo mismo ver portería. El gol, lo quiera o no Luis Enrique, se va a convertir en un tema nuclear en este equipo, que por lo demás hace las cosas con bastante actitud y aptitud. Y esa es una mala noticia: que España hace lo que puede. Apenas le llegan, pues el técnico parece haber encontrado en Pau Torres la pareja definitiva de Ramos, y unidos ambos a Navas conforman el 75% de la defensa como algo fijo, que no es poca cosa. Ellos, junto a Busquets, aunque ayer no jugara, parecen el armazón sobre el que asentar luego el centro del campo y los tres de arriba, que sí rotan.

ADAMA, LA ÚNICA BUENA NOTICIA

Ayer le tocó el turno a Fati y a Adama, las dos chicos nuevos, y a Rodrigo Moreno, que pese a su persistente pelea con la red, sigue contando con la confianza del entrenador. España se topó ante un equipo, Ucrania, al que ni la presencia de 15.000 aficionados -suyos- animó a hacer otra cosa, en el primer tiempo, que instalar las dos líneas defensivas, una de cinco y otra de cuatro, para minar todos los caminos hacia su guardameta. La selección se vio obligada a jugar en muy pocos metros, con un montón de piernas interrumpiendo las líneas de pase, y claro, así todo se vuelve mucho más difícil. En esas situaciones, a un equipo que aspire a cosas se le pide, primero, que genere ocasiones y, segundo, que concrete alguna. España genera, pero no concreta, y claro, todo resulta mucho más fatigoso. Apenas Adama fue capaz, una y otra vez, de poner centros al área. Por ahí sí encontró un argumento España, pero de nada sirvieron sin un delantero centro de los de antes.

El panorama tras el descanso cambió, pero para mal. Ucrania, hasta entonces aletargada en su propio campo, vio que lo que tenía enfrente no era para tanto y, a pesar de jugar sin cuatro o cinco de sus titulares, decidió que, por qué no, podía ganar. Nada más comenzar, Zubkov no enganchó de milagro un balón que era gol, en una jugada similar a la que sí terminaría con la pelota en la red a falta de un cuarto de hora. Con España casi hombre a hombre en su última línea, Zubkov fue más rápido que Navas y encontró a media salida a De Gea. Antes y después de eso, Ucrania se había venido arriba. Es verdad que España también tuvo sus opciones, pero ofreció una inquietante sensación de fragilidad. De hecho, en los últimos 15 minutos, sólo Adama, como durante todo el partido, ofreció algo diferente al bostezo. Tampoco es ninguna sorpresa a estas alturas. En realidad, esto es lo que hay a día de hoy. Nada más.