La transparencia, clave del éxito de la «fórmula alemana» para la pandemia

Merkel se niega a hablar de «éxito», palabra que sí utiliza su ministro de Sanidad. Insiste, como los virólogos del Instituto Robert Koch, en que «el peligro sigue ahí» y apela insistentemente a la responsabilidad ciudadana para evitar que la situación se descontrole en la segunda ola de contagios. Pero con 173.772 infectados y 7.881 fallecidos, el 65% de los alemanes encuestados por el Instituto Civey se declaran «satisfechos» o «muy satisfechos» con la gestión de la crisis sanitaria y el partido de Merkel, la CDU, ha regresado al 38% de voto en los sondeos. El factor más valorado de esa gestión es la transparencia.

Desde el principio de la crisis, Merkel anunció que «a falta de vacuna, que tardará meses en llegar, el 70% de la población llegará a infectarse», poniendo énfasis en que lo importante era no infectarnos todos al mismo tiempo. Para ello recomendó trabajo en casa, evitar en lo posible los contactos y salir solo lo necesario. En este último punto estaba incluido salir a diario a caminar o a hacer deporte en solitario o con otro miembro del núcleo familiar. No fue decretado estado de alarma alguno y solo se modificaron el límite del techo de la deuda y normativas sanitarias, para dar cabida en el sistema, si la situación lo requería, a estudiantes de medicina y enfermería de últimos cursos, así como médicos recientemente jubilados y militares en la reserva. Por lo demás, Alemania se atuvo a los protocolos de actuación contra pandemias vigentes desde 2013 y elaborados por el Instituto Robert Koch a partir de la experiencia con virus SARS. A principios de enero, Alemania contaba con 28.000 camas UCI que pasaron en pocas semanas a 40.000, de las cuales 12.000 siguen vacías. Si España tenía 9,7 camas UCI por cada 100.000 habitantes, en Alemania ese índice ascendía a 29 al empezar el año.

A mediados de enero, el hospital universitario Charité de Berlín ya había puesto en marcha la producción masiva de test, a la que se sumaron rápidamente y de forma voluntaria unos 160 laboratorios. A principios de febrero la burocracia permitía ya que los laboratorios facturasen el importe directamente a las mutuas de seguro médico. Alemania ha realizado cerca de tres millones de pruebas diagnósticas, de las que el 7,5% ha dado positivo. En cada positivo se ha tratado de establecer la cadena de contagio para hacer más pruebas a familiares, amigos y contactos y establecer cuarentenas, obligatorias solamente si se tenían síntomas, si se había estado en contacto con un foco de infección o persona infectada y si se llegaba del extranjero.

No ha sido un camino de rosas. Merkel ha tenido que dar varios puñetazos sobre la mesa en maratonianas videoconferencias con los presidentes de los Bundesländer, que pretendían gestionar a su conveniencia y a los que ha ido ganando hacia criterios unitarios. Pero contaba con la gran baza del sistema sanitario alemán. Alemania invierte el 9,5% del PIB en Sanidad, España el 6,2%. El gasto público en Sanidad creció un 7,96% en 2018, hasta los 321.134 millones de euros, el 21,36% del gasto público total. Ese mismo año, España invirtió en Sanidad el 15,14% de su gasto público. Los alemanes ahorran en otras cosas. Tienen, por ejemplo, 14 ministerios, a diferencia de los 22 que nos permitimos nosotros, y un solo vicecanciller. Y sus infraestructuras (aeropuertos, carreteras, puentes…) son bastante peores que las nuestras. Pero la salud no se toca. En la gran era de los recortes, que este país realizó por adelantado con la Agenda 2010 de Gerhard Schöder, aplicada desde 2000, la escasez de recursos no fue suplida con más deuda, sino con el copago sanitario, en vigor desde 2004 a 2013, que obligaba a los pacientes a pagar 10 euros por consulta, pago válido para tres meses con el mismo médico, y que fue eliminado cuando desapareció el déficit.

Aunque seguramente más importante que la cantidad de inversión es la calidad de la gestión. Desde el punto de vista de Alemania, el sistema sanitario español estaba ya colapsado antes del coronavirus y la prueba más visible eran las listas de espera.