Terrazas y tiendas de las zonas en fase 1 reabren con estrictas medidas de seguridad

La presencia de clientes desayunando en terrazas en las calles ha sido uno de los signos más visibles de que media España ha pasado a la fase 1 de la desescalada. Después de casi dos meses cerrados, había ganas, aunque en esta nueva normalidad las mesas de los bares y restaurantes que se han animado a abrir estaban a dos metros de distancia unas de otras, y los camareros, pertrechados de mascarillas, guantes y a veces incluso pantallas protectoras de plástico. Elementos de seguridad también muy presentes, junto con los geles de hidroalcohol, en los comercios de hasta 400 metros cuadrados que desde este lunes pueden abrir sin necesidad de cita previa. Y se han celebrado misas, entre otras actividades permitidas. Otros países europeos, como Francia, han iniciado también este lunes la relajación de las medidas de confinamiento para evitar la expansión del coronavirus.

“Ayer dimos el último arreón para prepararlo todo, a ver qué pasa”, dice Juan, el responsable de Los Hermanos Gómez, en la Ronda de Capuchinos, en Sevilla. Parapetado tras una máscara de plástico que recuerda a un soldador, sirve a dos clientas habituales a primera hora en una terraza con solo cuatro mesas, menos de la mitad de las que tenía dispuestas antes del confinamiento (la reducción obligatoria es del 50%). La ciudad más grande de España que entra en fase 1 se prepara con escenas antes tan cotidianas como la carga y descarga de barriles de cerveza. Sin embargo, el cielo plagado de nubes, que han provocado lluvia pasadas las diez de la mañana, ha disuadido a muchos sevillanos de estrenar las terrazas. “Vamos a ver si a mediodía, cuando escampe, esto se anima”, cuenta Paco que regenta un bar familiar en el barrio de La Macarena.

En la Rambla Nova de Tarragona las tiendas atienden a los primeros clientes tras la reapertura. Aplican estrictas medidas de prevención. En la juguetería Gascó se facilitan guantes de plástico a los clientes y tres trabajadoras controlan que se respete la distancia de seguridad. Vanessa Chillón, una de las dependientes, dice que pese a las inconveniencias, la clientela colabora. Mientras, el Valle de Arán (Lleida), otra de las tres regiones sanitarias catalanas que ha accedido a la nueva fase, ha amanecido bajo la lluvia y el pesimismo, ya que un 80% de la economía de esta comarca del Pirineo catalán depende del turismo. Muchos establecimientos, ante la ausencia de potenciales clientes, han optado por no abrir. “La única solución llegará cuando permitan el movimiento entre provincias y la gente suba a pasar el fin de semana”, explican en la zapatería Era Roda, de Viella, la capital aranesa. Sara Yáñez es empleada de la perfumería Gotta de Bossòst, a siete kilómetros de Francia. Yáñez confirma que es uno de los pocos establecimientos del pueblo que han abierto aprovechando la fase de desconfinamiento. “La mayoría siguen cerrados porque es preferible continuar recibiendo ayudas que abrir sin clientes”, dice.

En San Sebastián se nota un mayor movimiento en las calles que en la semana pasada. Los dependientes de los comercios abiertos atienden también con mascarilla y obligan a limpiarse las manos con geles. Solo admiten a una persona dentro, y en algunos casos ocurre que se forman colas de más de 200 metros. Las tiendas con mayor éxito son las ferreterías y las que venden labores. Pese a las ganas de salir, el mal tiempo y la lluvia han deslucido la apertura de terrazas, también en Bilbao, donde calles como Ledesma, punto habitual de reunión para el aperitivo, tenía muchos bares aún cerrados. En ambas ciudades se ha empezado a tomar la temperatura a los usuarios del transporte público, en una comunidad que ha aplicado de forma más estricta algunas de las medidas aprobadas por el Gobierno para esta fase, como no permitir el contacto social en grupos reducidos en domicilios o limitar la movilidad al municipio, en vez de a la provincia.

La céntrica y comercial calle Olmos de Palma de Mallorca vuelve a tener la gran mayoría de sus comercios abiertos. Las cafeterías, tiendas de ropa, joyerías y ópticas registran una buena afluencia de clientes. Los propietarios de la relojería Suiza, Mercedes Calvo y Francisco Miró, limpiaban el escaparate. “Hemos instalado mamparas colgadas del techo, estamos empleando además pantallas para la cara y guantes” explica Miró. Las joyas se desinfectan cada vez que los clientes las prueban. Tiendas de telefonía y ópticas han registrado colas durante la mañana. Los clientes han esperado pacientemente su turno guardando la distancia de seguridad y esperando la salida de los clientes anteriores. Gran parte del pequeño comercio del centro ha abierto sus puertas —la patronal PIMECO lo cifra en un 80%, y un 60% en el extrarradio—, con muchos carteles que advierten del aforo permitido —el 30% del total— y de las medidas de seguridad. Los comercios ofrecen gel desinfectante y en muchos casos solo permiten la entrada con mascarillas, que también ofrecen al cliente.

A pesar de ello, se nota la falta de visitantes extranjeros en una zona que por estas fechas estaría repleta de cruceristas y turistas de temporada. En la Plaza de España, la ausencia de turistas se hace más palpable. Los bares y restaurantes de la zona, que facturan sobre todo del turismo extranjero, no se han animado por el momento a poner las terrazas, cuando habitualmente hay decenas de mesas y sillas en ambos laterales.

Mercedes Calvo y Francisco Miró, ante la relojería Suiza, en Palma. / L. B.
Mercedes Calvo y Francisco Miró, ante la relojería Suiza, en Palma. / L. B.

Misas con aforo limitado

La misma limitación de aforo que en las tiendas rige en los actos religiosos. En la iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados, en Vitoria, los feligreses han entrado a primera hora de esta mañana guardando las distancias, sin aglomeraciones, y en el interior se han colocado con la máxima distancia posible entre ellos. A punto de dar las doce del mediodía, Pilar es la segunda vez que acude a la basílica del Gran Poder de Sevilla este lunes. “He venido a la misa de las nueve y ahora a traer mascarillas porque ya no quedaban”, explica. Esta iglesia, como la de La Macarena, no ha parado de recibir devotos desde primera hora. Han reducido a un tercio su aforo, tienen los asientos de los bancos donde se pueden sentar los fieles perfectamente delimitados y dispensadores de gel en las entradas. En algunos momentos se han formado colas para entrar, pero el paso ha sido fluido.

El Ejecutivo ha establecido una serie de medidas generales para esta fase, si bien los acuerdos con las comunidades autónomas pueden incluir especificidades territoriales en la desescalada. Entre las normas que se relajan, los habitantes de estas zonas podrán visitar a los seres queridos, reunirse en grupos de un máximo de 10 personas, asistir a velatorios y entierros, con un máximo de 15 asistentes, o viajar en un coche sin mascarilla si los ocupantes conviven en la misma casa. También se han reanudado este lunes los vuelos entre las islas.

La fase 1 se activó la pasada semana en las islas de El Hierro y La Graciosa, en Canarias, y en La Gomera y Formentera, en Baleares, y se extiende desde este lunes a la totalidad de estos archipiélagos, a Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, La Rioja, Navarra, Aragón, Extremadura y Murcia, las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla y zonas de Castilla-La Mancha, Andalucía, Cataluña y la Comunidad Valenciana.

La desescalada en Francia

Francia comenzó este lunes su desescalada tras 55 días de confinamiento de forma progresiva, con algunas aglomeraciones iniciales en el transporte público y un traspié político que puede acabar pasándole factura al Gobierno: la ley de emergencia sanitaria que debía acompañar la desescalada con las medidas clave para este proceso no ha sido aún promulgada porque el Consejo Constitucional no emitirá su dictamen hasta esta noche. Por ello, el Ejecutivo de Emmanuel Macron se ha visto obligado a emitir un decreto de urgencia válido hasta que la ley pueda aplicarse, en principio a partir del martes, fijando temporalmente las medidas clave de la desescalada: la obligación de llevar mascarilla en el transporte público, la reapertura de “algunos comercios” bajo respeto de las medidas de seguridad (según el ministro de Economía, Bruno Le Maire, hasta 400.000 comercios salvo bares y restaurantes podrán reabrir a partir de este lunes) y la limitación a un máximo de 10 personas para las reuniones en lugares abiertos al público y en la calle.

Hasta que no se promulgue la ley sin embargo, no entrarán en vigor otras dos medidas importantes: la prohibición nacional de desplazarse a más de cien kilómetros del domicilio y la necesidad en ciudades como París, que están clasificadas como en rojo por el todavía alto impacto del coronavirus, de mostrar una declaración jurada del empleador para usar el transporte público en hora punta. El Gobierno ha apelado a la “responsabilidad ciudadana” para paliar los posibles efectos del retraso de la ley.