La aventura de cruzar por primera vez el Pirineo aragonés en globo

Los viajes en globo son sinónimo de aventura. Emulando los relatos de Julio Verne y las recreaciones cinematográficas de sus personajes, un grupo de profesionales del vuelo aerostático de España y Francia han cruzado los Pirineos de norte a sur. La expedición la formaban seis aeronaves de este tipo en un trayecto de 70 kilómetros que duró 3 horas y media a más de 4.000 metros de altitud, lo que les obligó a utilizar oxígeno.

Este viaje tuvo lugar el pasado día 28 de diciembre y sucedía a otro realizado el 19 de noviembre. Ambos marcan un hito, ya que han sido las primera travesías en globo por el Pirineo central, por Aragón, la parte más agreste, ya que concentra el mayor número de tresmiles y esto exige volar a mayor altitud.

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La expedición partió de Aucun, una localidad francesa cercana a Lourdes, con tres globos de Francia y otros tantos de España, ocupados por tres personas cada uno, aunque en los preparativos participó un equipo formado por 30. Uno de los pilotos era Mariano Olivera, de la compañía de trabajos aéreos Globos.es con sede en Huesca. Junto a él viajaron otros tres oscenses y tripulantes procedentes de Gijón, Zaragoza, Ciudad Real, Logroño o Pamplona. La gesta lo merecía.

«Nunca habíamos hecho el viaje y este año lo hemos repetido dos veces», comenta Olivera. Evitando la niebla partieron desde Francia y ascendieron a 4.000 metros, donde el viento, de unos 4#0 kilómetros hora, les daba la suficiente velocidad para avanzar sobre las montañas. Cruzaron la frontera por la zona periférica del Parque Nacional de Ordesa para después volar sobre cumbres emblemáticas como el Vignemale, el Midi d’Ossau, el Balaitus o Peña Telera. Pero también fue un espectáculo pasar sobre las pistas de esquí de Formigal y de Panticosa, repletas de aficionados el fin de semana que saludaban desde tierra.

Un pasillo aéreo

El plan de vuelo se había comunicado a los aeropuertos de Huesca y Pau, ya que la zona de la travesía constituye un pasillo aéreo. En la cordillera, muy pocas veces al año, y menos en invierno, se dan las condiciones adecuadas: viento en altura para desplazar el globo, pero no en superficie, para poder despegar. «Era una aventura, porque cuando volamos en globo lo hacemos a 600 u 800 metros, pero nunca a 4.0002, precisa el piloto oscense. Esta circunstancia les obligó a llevar oxígeno para poder respirar y dificultó las condiciones de la navegación.

Los globos fueron trazando una ruta que evitaba los bancos de niebla para finalmente aterrizar unos cerca de Jaca y otros cerca de Sabiñánigo.

Según Olivera, es la primera vez que se cruza en globo el Pirineo central de norte a sur, «la parte más dura pero también la más bonita». «Se ha hecho por Cataluña, y de España hacia Francia, pero no por esta parte2. Asegura que la noticia ha tenido una gran repercusión en los medios de comunicación del país vecino.

Los riesgos de la travesía

Este piloto, acostumbrado a sobrevolar todo tipo de paisajes, se muestra sorprendido por las imágenes del mar de montañas blancas. «No me podía imaginar que esto desde arriba se vería así», dice. La perspectiva de 360 grados también le permitió contemplar los amplios bancos de niebla que cubrían el resto del territorio.

La travesía no estuvo exenta de riesgos. Uno de ellos era la presión de las bombonas de gas, que podría haber reducido la reserva limitada de combustible que portaban. El vuelo entre las montañas, con vientos de ladera o que se canalizan entre ellas, también suponía un peligro añadido. Pero para Olivera las mayores preocupaciones eran «que en la zona de aterrizaje tuviéramos niebla o que se parara el viento a mitad del vuelo por los Pirineos. Hubiéramos sido un problema muy gordo tener que bajar en Monte Perdido. Para eso llevábamos bengalas, por si nos hubieran tenido que rescatar». Afortunadamente, no fue necesario y el viaje tuvo final feliz.