La reina Isabel II llama a la «reconciliación» tras un año «turbulento» en Reino Unido

Britain's Queen Elizabeth poses, after recording her annual Christmas Day message in Windsor Castle, in Berkshire, Britain, in this undated pool picture released on December 24, 2019. Steve Parsons/Pool via REUTERS

La reina Isabel II ha reconocido las dificultades de un año «turbulento» en su tradicional mensaje de Navidad y ha apelado al «espíritu de la reconciliación», tras un 2019 en el que la monarquía británica se ha visto sacudida por escándalos de destacados miembros de la familia real e, incluso, un proceso ante el Tribunal Supremo al que la nonagenaria soberana se había visto arrastrada por el Gobierno de Boris Johnson.

La exquisita neutralidad de sus 67 años de reinado se permitió este 25 de diciembre una leve concesión, velada, como siempre con sus pronunciamientos públicos, pero suficientemente elocuente como para que sus súbditos entiendan el impacto que controversias como la amistad del Duque de York con el pedófilo estadounidense Jeffrey Epstein han tenido para The Firm (‘La Firma’) -como es conocida la Monarquía-, o la inquietud ante la división generada por el Brexit en la esfera política y social.

Aunque todos sus posicionamientos están abiertos a una interpretación que Buckingham raramente aclara, casi siete décadas de análisis han ayudado a descifrar los códigos con los que la jefa de Estado transmite pistas sobre su percepción de los acontecimientos, tanto los que atañen a su entorno, como los que afectan al país. Consiguientemente, los del mensaje de hoy, pregrabado la semana pasada en el salón verde del Castillo de Windsor, no son una excepción, empezando por la presencia de retratos sólo de su padre, el Rey Jorge VI, y los herederos y sus familias: el Príncipe de Gales y su esposa, Camila; y los Duques de Cambridge y sus hijos.

Refiriéndose a aniversarios como el del Desembarco de Normandía, o el de la llegada del hombre a la luna, Isabel II aprovechó para subrayar que «son los pequeños pasos, no los grandes, los que suelen traer cambios perdurables». Ninguna de sus palabras es pronunciada al azar y en su alocución, emitida por la BBC a las 15.00 horas (una más en horario peninsular español), añadió que «pequeños pasos pueden llevar a superar diferencias mantenidas durante mucho tiempo y divisiones asentadas, para atraer armonía y entendimiento«.

Cualquier observador de la realidad en el Reino Unido puede detectar la referencia a la fractura institucional y en la propia calle por la parálisis dominante desde el referéndum que había certificado la salida de la Unión Europea. Su mensaje de reconciliación, introducido a colación de la vida de Jesucristo, sugiere el cambio de dinámica imbuido por un Brexit que, finalmente, tendrá lugar el 31 de enero, cerrando así, parcialmente al menos, uno de los períodos más convulsos de la historia británica reciente.

La propia Reina declaraba que «el camino no siempre es fácil y este año puede, a veces, haber parecido bastante turbulento», una frase en la que no resulta difícil identificar una auto-referencia a un 2019 que había arrancado con el aparatoso accidente de tráfico de su marido, el Duque de Edimburgo, y que llega a su fin con el Príncipe Andrés, su hijo preferido, apartado de la vida pública tras una desastrosa entrevista con la BBC en la que hablaba de su relación con Epstein, y con los Duques de Sussex cada vez más distanciados del clan Windsor, como prueba su ausencia en la reunión familiar en Sandringham, en el condado inglés de Norfolk, mientras reevalúan su futuro.

La nueva realidad, de hecho, ha quedado fielmente reflejada este día de Navidad. El protagonista del escándalo del año mantuvo un perfil bajo y, en lugar de asistir al tradicional servicio religioso de las 11 de la mañana en la iglesia de Santa María Magdalena, una ocasión en la que los miembros de la monarquía aprovechan para interactuar con los curiosos que se congregan cada año, el Duque de York acudió a una misa dos horas antes. Su llegada a pie con su hermano mayor, el Príncipe Carlos, evidencia su declive, dado el contraste con el año pasado, cuando había acompañando a su madre en un coche conducido con chófer.