La película brasileña Pacificado, del estadounidense Paxton Winters, ha sido la gran vencedora del 67º festival de San Sebastián. Gracias a su inmersión en la violencia de las favelas de Río de Janeiro en los días posteriores en los Juegos Olímpicos, el drama ha ganado la Concha de Oro, el galardón al mejor actor, para Bukassa Kabengele, y para la mejor fotografía. Kabengele encarna a un hombre recién salido de la cárcel que intenta recuperar la relación con su hija adolescente en mitad de un campo de batalla urbano. Los habitantes de la favela esperan que Jaca lidere de nuevo la lucha, pero él ya es un hombre pacificado, que desea alejarse de la violencia criminal
Pacificado está producida por, entre otros, Darren Aronofsky, y dirigida por Paxton Winters, un periodista que vivió siete años en Morro dos Prazeres, una de las cerca de mil favelas que hay en Río de Janeiro, donde ha filmado su thriller, que ha salpicado de algunas imágenes documentales de tiroteos. Esas secuencias, rodadas por el equipo de Winters, muestran los enfrentamientos entre los miembros del BOPE (Batallón de Operaciones Policiales Especiales) y la gente armada de las favelas, y dan aún más verosimilitud a una película cargada, por otra parte, de verdad y firmeza. Winters deseaba retratar «el sacrificio que supone escapar de la violencia y al mismo tiempo mantener el honor y la integridad» de su protagonista en ese contexto, contaba en su presentación a la prensa. «Mi papel sobre todo ha consistido en escuchar, observar, hacer preguntas. Yo soy solo el canal. La película es de ellos», se reafirmaba em el escenario Winters, que conectó desde su móvil con los habitantes-actores de la favela Morro dos Prazeres.
En cuanto a Kabengele, el actor y cantante de origen congoleño, que lleva en la interpretación desde 2003, recordó días antes: «Un 54% de la población brasileña es negra, y la mortalidad alcanza unas cifras que asustan. Son personas que solo aparecen en los medios cuando se habla de criminalidad. Lo grande de Pacificado es que tiene el valor de centrarse en las relaciones humanas y no en los tiros y explosiones». No estaba en la ceremonia y en su nombre se leyó un mensaje que volvía a recordar esta desigualdad. Es la primera vez que Brasil gana la Concha de Oro, y también la primera vez que una directora de fotografía gana en su apartado.
La otra película catapultada por el palmarés del jurado, que presidía Neil Jordan, ha sido La trinchera infinita, dirigida por Aitor Arregi, Jose Mari Goenaga y Jon Garaño, los responsables de Loreak y de Handia. Se llevan a las oficinas de su productora Moriarti -en Pasajes, a poco más de cuatro kilómetros del Kursaal, donde se celebró la gala de entrega de premios- la Concha a la mejor dirección, el trofeo al mejor guion (de Goenaga y Luiso Berdejo), el premio FIPRESCI de la crítica internacional y el Feroz de los informadores cinematográficos españoles. Goenaga contaba: «Pensamos que nosotros podíamos aportar una narración de la experiencia de un encierro de 33 años centrada en el que está dentro, que siente que el mundo cambia fuera, a pocos metros de él, mientras que ese Higinio queda varado. Es un viaje psicológico». Porque La trinchera infinita acompaña la vida de un topo durante más de tres décadas, un hombre interpretado por Antonio de la Torre, y su esposa, a la que da vida Belén Cuesta. Para sus directores, que dedicaron su premio a la mejor realización a su equipo y quienes sienten miedo, «en La trinchera infinita ese mied atenaza a Higinio, un miedo universal y eterno a la incertidumbre, a lo que hay fuera y a lo que pueda ocurrir. Eso podría extrapolarse al hoy de España».
Las otras dos películas españolas han corrido suerte muy dispar. Mientras dure la guerra, de Alejandro Amenábar, va a acabar primera en taquilla el fin de semana, ya que aprovechó el certamen como plataforma de su lanzamiento comercial. A cambio, no ha encontrado reflejo en el palmarés. Sí ha entrado La hija de un ladrón, de la debutante Belén Funes, gracias al inmenso trabajo de Greta Fernández, que protagoniza una trama en su inicio similar a la de Pacificado: un padre sale de la cárcel y una hija espera reconstruir puentes emocionales. Fue la misma Greta quien sugirió el nombre de su padre, Eduard Fernández, para encarnar a su progenitor en una Barcelona en el linde de la pobreza, muy alejada de reflexiones políticas y del procés. Si la carrera de Greta ha arrancado con firmeza en los últimos tres años, la de Eduard le coloca entre los mejores actores españoles de la historia. Es la primera vez que un padre (en 2016, Eduard se la llevó con El hombre de las mil caras) y una hija han ganado la Concha a la mejor interpretación. Una nerviosa Fernández compartió su premio con una grande del cine europeo, Nina Hoss, que en The Audition encarna a una profesora de violín obsesionada con uno de sus alumnos.
Por reconocimiento, la segunda mejor película del festival ha sido Proxima, de Alice Winocour, otro filme con la cámara pegada a su protagonista, en este caso una astronauta francesa (estupenda Eva Green) a punto en embarcarse en una misión espacial de un año y que encara la despedida de su hija de siete años. La presión emocional de esta separación y la preparación final del viaje van a hacer tambalearse a una mujer más fuerte de lo creen quienes le rodean. Nada que objetar a una película interesante que solo tiene un borrón -eso sí, llamativo- en el tercio final de su metraje. Eso sí, su remate es irreprochable, y acaba en alto. Por cierto, solo once madres han salido al espacio en la historia de la humanidad.
Ha sido una sección Oficial bastante desangelada, con comentarios no muy positivos emitidos desde el jurado. Tampoco el glamur ha salvado el certamen, que en cambio ha dejado para la historia una foto poderosa: la de Penélope Cruz recibiendo su premio Donostia de manos del músico Bono. El comité seleccionador tendrá que replantearse en qué caladeros buscan sus películas. Por muy buenas otras secciones que haya en el Zinemaldia, un festival se mide por su sección Oficial. En cuanto a la gala, fue rápida y eficaz con un par de referencias de los premiados argentinos a la lucha por una ley del aborto en su país. El premio de RTVE – La otra mirada fue precisamente para un documental sobre ello: La ola verde, de Juan Solanas.
En la sección Nuevos Directores, la película que ganó fue para la chilena Algunas bestias, del chileno Jorge Riquelme Serrano, que cuenta en su reparto con dos grandes como Alfredo Castro y Paulina García, sobre una familia abandonada en una pequeña isla, situación que despierta lo peor de sus integrantes. En Horizontes Latinos, había dos o tres grandes películas, y una de ellas fue la premiada: la argentina De nuevo otra vez, de Romina Paula. En la sección Zabaltegi – Tabakalera no hubo tampoco sorpresas: Ich War Zuhause, aber, de Angela Schanelec, ganadora del Oso de Plata en la pasada Berlinale, ganó el precio principal.
Finalmente, el premio del público -con una impresionante nota, 9,19 sobre 10- para los reyes de la taquilla, los franceses Olivier Nakache y Éric Toledano, realizadores de Intocable y C’est la vie, que en Especiales se marcan una comedia que podrían resumirse como Campeones con chicos autistas.
Palmarés del festival
Concha de Oro: Pacificado, de Paxton Winters.
Premio Especial del Jurado: Próxima, de Alice Winocour.
Concha de Plata a la mejor dirección: A. Arregi, J. Garaño y J. M. Goenaga, por La trinchera infinita.
Concha de Plata a la mejor actriz: ex aequo Greta Fernández, por La hija de un ladrón y Nina Hoss, por The Audition.
Concha de Plata al mejor actor: Bukassa Kabengele, por Pacificado.
Mejor guion: Luiso Berdejo y Jose Mari Goenaga, por La trinchera infinita.
Mejor fotografía: Laura Merians, por Pacificado.
Premio Nuevos Directores: Algunas bestias, de Jorge Riquelme Serrano .
Mejor película de Horizontes Latinos: De nuevo otra vez, de Romina Paula..
Premio Zabaltegi – Tabakalera: Ich War Zuhause, aber, de Angela Schanelec.
Premio del Público: Especiales, de Olivier Nakache y Éric Toledano.
Premio de la Juventud: Las buenas intenciones, de Ana García Blaya .
Premio FIPRESCI: La trinchera infinita..
Premio La otra mirada: La ola verde, de Juan Solanas.