Los doscientos catalanes que fundaron la legión

Hace 99 años que La Legión española combate en tres continentes. Cuando S.M. Alfonso XIII firmó el real decreto para su fundación no sabemos si intuía los enormes servicios que a su persona, a la II República, a la España nacional y nuevamente a un rey de España iban a prestar los legionarios. La idea de fundar una unidad de soldados profesionales para prestar servicio en ultramar no era algo nuevo. Francia tenía una legión extranjera desde 1831 que había demostrado su enorme eficacia luchando y sufrido la pérdida de casi 40.000 hombres en servicio activo para Francia. La idea de reclutar un contingente de soldados profesionales europeos para servir en ultramar ya había sido propuesto en 1893 por Manuel Scheidnagel. Una idea que, de forma distinta, se había convertido parcialmente en realidad con la fundación de los Grupos de Regulares, compuestos por tropas marroquíes, en 1911 por iniciativa del teniente coronel de caballería Dámaso Berenguer. Será otro teniente coronel, José Millán Astray, el que proponga y saque adelante la creación de una unidad de tropas profesionales europeas para servir en el campo de batalla del Protectorado marroquí. Escribirá el fundador de La Legión:

« (…) un extranjero vale por dos soldados, uno español que ahorra y otro extranjero que se incorpora y porque los vecinos llaman a la suya Legión y ¡nosotros queríamos la nuestra». El 4 de septiembre de 1920 el ministro de la Guerra vizconde de Eza autoriza el inicio de la recluta de los primeros legionarios. Unos meses antes por R.D. de 20 de enero de 1920 el breve gobierno Allendesalazar, en el que era ministro de la Guerra el general Villalba, aprueba que «con la denominación de Tercio de Extranjeros se creará una unidad militar armada cuyos efectivos, haberes y reglamento por el que ha de regirse serán fijados por el Ministerio de la Guerra». Pero para La Legión su nacimiento se produce con el ingreso en sus filas del primer legionario. El 20 de septiembre de 1920 se alista el ceutí Marcelo Villeval Gaitán, de 30 años, que llegará a brigada y caerá en combate durante el desembarco de Alhucemas. El primer grupo de voluntarios vendrá de Cataluña a los tres días de abrirse los banderines de enganche. Recuerda el entonces teniente coronel Millán Astray: «Y vino el alud de Barcelona, los doscientos catalanes, la primera esencia de La Legión, que bajaron arrasándolo todo y sembrando el pánico en el camino. Era la espuma, la flor y nata de los aventureros. Eran el agua pura que brotaba del manantial legionario. ¡Bienvenidos, catalanes legionarios; vosotros seréis la base sobre la que se construirá La Legión!». Son tiempos en que la guerra de Marruecos está en plena efervescencia. El Tercio de Extranjeros pronto logrará organizar seis Banderas (Batallones) en las que pedirán servir lo mejor de la oficialidad del Ejército español. Los primeros comandantes de estas Banderas serán los comandantes Franco, Cirujeda, Candeira Sestelo, Villegas y Liniers. Su acuartelamiento, la casa madre de La Legión española, Dar Riffien.

En aquellos primeros tiempos les falta de todo, equipo, armamento, acuartelamientos en condiciones. La caja de La Legión estaba vacía. No tiene dinero para abonar las cuotas de enganche ni los sueldos. El comandante mayor Vara de Rey, ante el descontento de la tropa por no cobrar lo acordado, se vio obligado a poner sobre una mesa 150.000 pesetas, a la vista de los legionarios, y prometerles que pronto cobrarían. Para calmar los ánimos les entregó unos pocos duros, muy pocos, como anticipo y las cosas volvieron a su cauce. El Tercio de Extranjeros obtiene sus mandos entre los oficiales de Infantería, pero los suboficiales debían salir de entre la tropa, en lo que luego se conocerá como la Escala Legionaria. Dada su reciente creación, Millán Astray nombró a los primeros subalternos entre los legionarios que tenían experiencia militar, por haber sido ya soldados, guardia civiles, carabineros o ex oficiales en otros ejércitos. Con estos mimbres nacía La Legión y no es de extrañar que, a pesar de las promesas de eficacia en combate que hacían sus jefes, los mandos del Ejército de Marruecos desconfiasen de los resultados en la batalla de una unidad tan bisoña y de características tan peculiares. Solo se cuenta con ella para participar en pequeñas operaciones, a pesar de las insistentes peticiones de Millán Astray para que intervenga en verdaderos combates, pero solo logra que se cuente con sus legionarios para algunas escaramuzas. En mayo de 1921 la 1ª Bandera, al mando directo de Millán Astray, participa por primera vez en un verdadero combate. Al sentir los legionarios rebotar los primeros disparos, varios se ponen a bailar y a tirar los gorrillos al aire de alegría, lo que cuesta dos bajas innecesarias. El jefe de la columna, Sanjurjo, ha confiado el mando de la vanguardia a Millán Astray. A partir de este día los legionarios no dejarán de combatir, cumpliéndose así su credo: «Espíritu de acudir al fuego: La Legión, desde el hombre solo, hasta la Legión entera, acudirá siempre a donde oiga fuego, de día de noche, siempre, aunque no tenga orden para ello». Espíritus que van a formar el Credo Legionario, una nueva religión de hombres en guerra. La primera muerte en combate de un legionario se produjo a los cuatro meses de su fundación, el 7 de febrero de 1921. Fue el cabo de la 6º Compañía de la IIª Bandera Baltasar Queija Vega. Ya antes el Tercio había sufrido algunas bajas, no muy lejos de Tetuán, en Ben Xarrich. Una escuadra que se había rezagado –era la primera vez que salía al campo– recibió varios disparos de unos pocos causándoles un muerto y cuatro heridos. Solo en la campaña de Marruecos combatirán más de 14.000 legionarios españoles y extranjeros participando en 893 hechos de armas. Murieron 115 jefes y oficiales, 1.885 subalternos y legionarios, fueron heridos 326 jefes y oficiales y 6.096 legionarios, lo que deja un total de 8.096 bajas.

Los legionarios han combatido en la guerra de Marruecos, Revolución de Asturias, Guerra Civil Española, guerra de Ifni y Sahara de 1957/58, durante los combates de la Marcha Verde en 1975, y desde 1992 en las misiones internacionales de los Balcanes, Irak, Afganistán, el Congo, Mali, etc. En un siglo La Legión ha evolucionado, ha cambiando, adaptándose a los nuevos tiempos, nuevas formas de hacer la guerra y nuevos armamentos, aunque en sus filas muchas cosas siguen inmutables. Ayer en Marruecos, ahora en Irak, el Congo o en Afganistán los legionarios sigue haciendo su trabajo más importante: combatir en una guerra.

En abril de 2004 los legionarios están en Irak. Los chiítas están en pie de guerra en Diwaniya. Los americanos han detenido a uno de sus ayatolás. La Compañía Millán Astray tiene que neutralizar una base insurrecta en la que se sabe que existe un arsenal de armas, una checa y un tribunal revolucionario islámico ilegal. Los legionarios se preparan con verdadero ánimo. Aún no han participado en ningún combate. Manda la operación el capitán Castro, que divide a sus hombres en dos grupos: el primero lo manda el teniente Barrios con 4 BMR de la Xª Bandera. El otro grupo lo manda Castro junto al teniente Armada que lleva la vanguardia. Cuando llegan a la sede de los chiítas los legionarios se despliegan y toman posiciones. Les disparan varias granadas de RPG que pasan por encima de los BMR españoles. Armada responde al ataque con sus ametralladoras pesadas que machan los edificios donde se refugian los atacantes. Barrios está siendo atacado y los cañones de los vehículos acorazados VEC que van con La Legión responden al fuego enemigo. El capitán Castro ordena por radio: «Tranquilos, tranquilos, no avancen». Los chiítas intentan rodear a los legionarios, pero al tratar de pasar de un edificio a otro son abatidos por el fuego de los españoles. Los disparos de fusil y de lanzagranadas de los iraquíes son intensos pero poco eficientes. El combate dura veinte minutos. Finalmente, el edificio, sede de las milicias chiítas, no fue ocupado por la posibilidad de que estuviese minado y listo para ser volado.

Los legionarios regresan a su base, Base España, sin bajas y con uno de los BMR con daños importantes. Bajan de los vehículos y su capitán los forma. Ordena gritar el Espíritu de Combate: «La Legión pedirá siempre, siempre combatir, sin turno, sin contar los días, ni los meses ni los años». Han transcurrido casi 100 años desde que los primeros legionarios formaban en Dar Riffien, aunque parece que el tiempo no ha pasado.

MILLÁN ASTRAY, FUNDADOR DEL TERCIO DE EXTRANJEROS

La figura del fundador del Tercio de Extranjeros sigue viva y de rabiosa actualidad. Su imagen, de uniforme, tuerto y manco, con el pecho repleto de condecoraciones, la mirada fría de su único ojo, como perdida, y su tez cetrina y cadavérica resultaba la de la muerte en combate, la imagen subyugante de la guerra, que ayer y hoy sigue atrayendo nuestra atención. El director español Alejandro Amenábar no ha podido resistir al influjo de la poderosa personalidad del primer legionario de España. En la cinta, la verdad de los hechos se manipula, ya que el cine y lo políticamente correcto son una férrea dictadura, pero sin lograr evitar el indudable atractivo de la figura de soldado tuerto y manco. En Madrid le quitan la calle que lleva su nombre, en Coruña derriban su estatua y ya nadie recuerda que fue el fundador de Radio Nacional de España, la radio de los nacionales, pero después de casi cien años los miles y miles de hombres, y ahora también mujeres, que han servido bajo la bandera de La Legión lo recuerdan y lo idolatran. En la marcha Coronel Millán Astray, en sus últimos versos cantan los legionarios: «Tras cien años, como el primer día / tu recuerdo infunde mi valor / en primera línea de combate / con sus banderas llega la legión / cuando el nombre de España mancillan / si la insultan, se insulta a la Legión / los legionarios gritamos con fuerza / ¡viva la muerte! ¡viva la Legión! / ¡Millán Astray! ¡Millán Astray! / ¡Coronel Millán Astray! / entre nosotros siempre vivirás / ¡Coronel Millán Astray!»