El Misterio pascual de Jesús en los Sacramentos de la Iglesia

Los Sacramentos son signos sensibles y eficaces de la gracia, instituidos por Jesús y confiados a la Iglesia, a través de los cuales se nos otorga la vida divina. Son siete: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden y Matrimonio. La liturgia sacramental está formada por el conjunto de preces y ritos con los cuales la Iglesia administra los Sacramentos. Jesucristo instituyó los siete sacramentos para aplicar a los hombres la gracia y méritos de su Pasión y Muerte y sin los cuales no pueden salvarse. Los misterios de la vida de Jesús, Hijo de Dios, constituyen el fundamento de lo que ahora, por medio de los ministros de su Iglesia, el mismo Jesús dispensa en los Sacramentos.

Jesucristo ha confiado los Sacramentos a su Iglesia. Son “de la Iglesia” en un doble sentido: “de ella”, en cuanto son acciones de la Iglesia, la cual es sacramento de la acción de Jesucristo; y “para ella”, en el sentido de que edifican la Iglesia. Unos sacramentos nos inician en la vida divina y hacen crecer en ella (bautismo, confirmación y eucaristía); otros nos curan del pecado y fortalecen en el dolor (penitencia y unción de los enfermos); otros, en fin, consagran a quienes van a vivir en matrimonio y a quienes van a ser pastores de sus hermanos en nombre de Cristo Los sacramentos son dones de Cristo a su Iglesia y constituyen una expresión magnifica del poder y misericordia de Dios para con los hombres.

El carácter sacramental es un sello espiritual, conferido por los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y del Orden En virtud de este sello, el cristiano queda configurado a Jesucristo, participa de diversos modos en su sacerdocio y forma parte de la Iglesia según estados y funciones diversas. Queda, por tanto, consagrado al culto divino y al servicio de la Iglesia. Puesto que el carácter es indeleble, los sacramentos que lo imprimen sólo pueden recibirse una vez en la vida.

Los Sacramentos no sólo suponen la fe, sino que con las palabras y los elementos rituales la alimentan, fortalecen y expresan. Celebrando los Sacramentos, la Iglesia confiesa la fe apostólica. De ahí la antigua sentencia: lex orandi, lex credendi, esto es, la Iglesia cree tal como reza. Los Sacramentos son eficaces ex opere operato (“por el hecho mismo de que la acción sacramental se realiza”), porque es Jesús quien actúa en ellos y quien da la gracia que significan, independientemente de la santidad personal del ministro. Sin embargo, los frutos de los Sacramentos dependen también de las disposiciones del que los recibe (“ex opere operantis”).

La gracia sacramental es la gracia del Espíritu Santo, dada por Jesús de Nazaret y propia de cada sacramento. Esta gracia ayuda al cristiano en su camino de santidad, y también a la Iglesia en su crecimiento de caridad y testimonio. Así, el Bautismo nos regenera, la Confirmación nos robustece en la fe, la Eucaristía alimenta nuestras almas, la Penitencia nos cura las enfermedades del pecado, la Unción de los enfermos nos fortalece para el último combate, el Orden da gracia para dirigir las almas, y el Matrimonio, gracia para unir almas y cuerpos y para formar una familia.

La gracia es un don interno y sobrenatural que Dios nos da gratuitamente en virtud de los méritos de su Hijo Jesús y en orden a la vida eterna. Puede ser habitual y actual. La gracia habitual o gracia santificante es la vida de Dios en nosotros, que nos hace santos, hijos de Dios y herederos de la gloria. La gracia actual es un auxilio sobrenatural transitorio con el que Dios nos ilumina y fortalece, en un momento dado, para obrar el bien y evitar el mal. La gracia actual es eficaz cuando nuestra voluntad consiente a la inspiración divina; en caso contrario la gracia, aun siendo suficiente para obrar el bien y evitar el mal, no es eficaz porque la rechazamos.

En los Sacramentos la Iglesia recibe ya un anticipo de la vida eterna, mientras vive “aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios”.