Educar para la vida I

Querer reducir la Educación, a mera instrucción y mejora de conocimientos por parte de los chavales, es un error. Porque así, sólo se trata de educar una parte de los chicos: la vida de la inteligencia, de los conocimientos, y la educación debe abarcar a toda la persona. El incremento de profesores para reducir la ratio alumnos-profesores no garantiza el éxito educativo, aunque puede ser un factor importante de mejora en la atención personalizada a cada educando. Además, no siempre se consigue interesar a los alumnos en querer aprender y realizar ese trabajo que es el estudio.

Ni siquiera añadiendo tiempo e instalaciones para poder realizar actividades deportivas se consigue el objetivo, a pesar de que -con ello- se incorpora el cultivo de la vida física y muchos de los valores que aporta el juego y el deporte. Aunque también el deporte, si prima el éxito a cualquier precio y la competición se torna violenta, puede a veces, en vez de educar, manipular, cosificar a los muchachos.

La escuela no puede por sí sola educar a los chicos. La familia y la sociedad (en concreto, los medios de comunicación) son agentes educadores o perturbadores de la misma. Recordemos sobre todo que los padres y tutores, en su caso, son los primeros y principales educadores de los hijos. Pero los padres, muchos padres… ¿saben que es educar?

No hay duda de que quieren a sus hijos, por lo menos la inmensa mayoría, pero, a veces, y son sus propias palabras: “la culpa la tenemos nosotros”, “les consentimos demasiado”. Y es que, educar, también supone cultivar la vida de la voluntad y a través de ella, controlar los sentimientos. Rechazando los malos sentimientos y potenciando los buenos. Es muy importante la educación del corazón y hoy no se presta mucha atención a este tema.

Por último y, ante las dificultades que presenta el ambiente laicista actual, no se presta la adecuada atención a la formación en sus propias creencias , en concreto en su formación religiosa en el caso de que los padres las tengan. Ni siquiera, en muchos colegios religiosos que, presionados por las familias y el ambiente, se conforman con tratar de lograr una cierta educación en la “tolerancia” como una concesión de mínimos. Y esto sucede, al no ser conscientes de que la tolerancia no es virtud de los débiles, sino de los fuertes y formados a fondo en sus propias convicciones y creencias, y que -por ello- respetan las convicciones de los demás.

La educación en las “cuatro vidas” (art. II de Educación y Familia) es la única manera de ayudar a mejorar y a crecer a las personas. Se trata de educar en valores que son algo permanente y necesario para dar sentido a la vida. La sinceridad, el orden, la obediencia, son valores imprescindibles para afrontar la convivencia y la superación personal. ¿Pero conocemos estos valores? ¿Sabemos como fomentarlos en nosotros mismos y en los chicos?…

¡Siempre nos quedará Paris! Ese sueño de amor donde todo es fácil y divertido. Pero la vida no es un camino de rosas y los valores nos son necesarios para afrontarla de manera optimista y alegre. Necesitamos de las fortalezas para ser libres y así, ser capaces de amar ya que el amor, es el único camino que lleva a la felicidad.