Nadal se perfecciona ante Del Potro

Mientras Novak Djokovic sufría de lo lindo contra Kei Nishikori, Roger Federer veía cómo el sueño de su noveno título en Londres se deshacía sin remisión. Presagios de un miércoles tormentoso en Wimbledon. No extrañó por tanto que también Rafa Nadal, tan fino hasta esta ronda en el torneo, hubiera de sacar sus mejores valores tenísticos, mentales y estratégicos para sacar adelante una empresa que, para el bien del tenis, cada vez es mayor: Juan Martín del Potro. Al final, Nadal siempre evidencia tener más hambre que sus rivales. Por eso está en la semifinal del Grand Slam londinense después de superar, aguantar, someter y dejar en el suelo al argentino.

En una pista Central que se fue llenando conforme terminaba el partido de Federer, el balear comenzó nervioso, perdió sus dos primeros puntos de saque, pero supo recuperarse. Fue el ejemplo más claro de que todos los rivales anteriores, Vesely, De Miñaur, Kukushkin y Sela, no fueron más que caricaturas de lo que quedaba por llegar. Recuperado de todas sus dolencias, aletargada su ambición durante mucho tiempo, este Del Potro no era el mismo que se presentó en las semifinales de Roland Garros sino uno mucho más entero, más capaz y con mucho más peligro en una superficie que casa de maravilla con la potencia de su derecha y de sus servicios.

Con ellos comenzó a hurgar en los posibles resquicios del balear, pero este se muestra muy sólido, convencido y con un tinte de juego muy parecido al que ganó en Londres en 2008 y 2010. Han sido muchos años en barbecho, por primera vez en esta ronda desde 2011, y se ha preparado con la mayor de las ilusiones. Por eso, a cada afrenta del argentino, respondió con igual saña, muy fino al servicio, consistente desde el fondo, rapidísimo de piernas para atajar en la red. En el octavo juego del primer set se ganó dos opciones de break, mal presagio para Del Potro, obligado a no bajar la guardia para no perderse desde el inicio. Lo hizo al final, antes del tie break, atacado por un Nadal que lo quiere todo.

Si está cansado de su tremenda temporada de tierra batida no lo demostró en una batalla que temirnó con el día y que se alargó hasta las cuatro horas 47 minutos. Fueron juegos de más nueve minutos de intensos peloteos, fue responder a saques de 215 kilómetros por hora, fue volar de lado a lado contra el martillo de Del Potro, fue volar en la red, literalmente, para atajar los posibles passings. Fue puro espectáculo dividido en cinco capítulos.

Todos igual de intensos, porque Nadal sabía que Del Potro tiene muchas ganas de volver a levantar trofeos. Y el argentino se lo hizo saber en un segundo set en el que logró desequilibrar a su rival. El de Tandil había tenido opción de llevarse la segunda manga con 5-4, pero fue en el tie break donde demostró por qué fue tres del mundo y por qué es campeón del US Open 2009. En un agónico tie break, levantó hasta tres opciones de set de las que disfrutó el balear para igualar la contienda, para disfrute de la grada, que por fin llenó la plaza. Muestra de la tensión fue el punto de set, pues fue Nadal quien lo brindó a su rival con una desafortunada doble falta.

También el saque fue protagonista en el tercer set. Como pocas veces se le vio temblar al español, incapaz de conectar buenos servicios y de mantenerse firme en la hierba. Igualada la manga hasta el décimo juego, allí perdió su saque y la iniciativa en el marcador con un juego en blanco. Pero había mucho más que enseñar a este Wimbledon que lloraba la derrota de Roger Federer y busca en el de Manacor un ídolo al que volver a coronar.

Y si en el tercero su saque fue su enemigo, el resto fue su mejor amigo en el cuarto. Otro único break. Esta vez a su favor, merced de un poderoso juego de piernas con el que desarboló todos los intentos de Del Potro de seguir liderando la partida. En el quinto juego, Nadal leyó alto y claro todos los saques del argentino, y se entregó a defender su posición hasta que provocó los cuatro errores del rival. Lo que le había quitado en el tercero, se lo regaló en el cuarto set. Y vuelta a empezar.

«Ha sido una gran batalla mental, con grandes puntos, grandes drives. Lo que intentaba era resistir. Estoy feliz de cómo lo he hecho y de cómo me he centrado, y cómo ha respondido el cuerpo», explicaba el número 1 del mundo todavía con el sudor en la frente. Así fue, sobre todo, el quinto set, con juegos alargados hasta el infinito y con innumerables caídas de uno y otro por resbalones, por el afán de llegar hasta esa última pelota que significara el punto, el paso más cerca de la victoria, del descanso, de la la semifinal, de todo.

En la agonía y el cansancio, Nadal siempre tiene un poco más. Sus rivales no saben de dónde, cómo o por qué encuentra más energía cuando ya agoniza el día y el cuerpo. Al resto, de nuevo, puso en evidencia a un Del Potro espléndido, del que se espera todo, pero que no encontró la finura cuando ya la mano pide descansar. El español halló la herida y se lanzó a por ella, al resto, en el quinto juego. Break y a pelear con su servicio. Y muestra de que este Del Potro está de vuelta, fue la lucha que mantuvieron ambos en el octavo juego, donde la adrenalina supera al cansancio y donde el alambre distingue la victoria de la derrota. Tres bolas de break se ganó el de Tandil. Tres bolas de break defendió el de Manacor. Nadal siempre tiene un poco más.

Superado el peligro, el número 1 del mundo hasta se lanzó a la grada en pos de una pelota infinita. No llegó, pero recibió el cariño de un público que lo adora y que lo despidió con una ovación. Porque Nadal ahorró fuerzas en el siguiente juego, que le permitió a Del Potro ganar en blanco. Necesitaba esa última gota de energía para mantenerse firme con su último turno de saque. Lo buscó, lo atrapó, levantó los brazos, miró a su palco y miró al cielo. En semifinales de Wimbledon, tras superarse a sí mismo en una batalla espectacular en la pista central. Ahora toca Novak Djokovic. Bueno, ahora toca descansar. El cuerpo se lo pide a gritos y a aplausos.