Se lamenta de un revés a la red. Niega con la cabeza, mira a su palco y habla consigo mismo. Intentó un golpe paralelo, pero la cinta fue más alta que sus intenciones. Y Rafa Nadal se enfada. El marcador refleja un 6-2 y 2-1 a su favor. Pero Nadal se enfada.
Este Nadal que está en octavos gracias a un tenis demoledor y una velocidad de piernas, de ideas y de manos con el que ha conseguido apartar a Victor Estrella Burgos, Leonardo Mayer y Dzumhur sin ceder un set ni una gota de sudor de más que la obligaba el sofocante calor australiano. Mayer le exigió algo más en el tercer set de la segunda ronda. Dzumhur le duró menos de dos horas. Es la progresión de este Nadal que golpea con tanta confianza que reclama un revés cruzado que le han cantado fuera porque el sonido de su raqueta le dice que ha sido buena. Era buena.
Es este Nadal que juega tan profundo de revés como de derecha, tan veloz de piernas como de ideas. Tan Nadal de los mejores momentos que Dzumhur recibió la ovación de la mañana cuando consiguió un punto directo de saque en un primer set que duró 22 minutos. Trece golpes ganadores y solo tres errores.
El ritmo era tan atroz que hasta el propio Nadal tuvo que bajar de revoluciones. Algo más competido fue el segundo set, con más errores y alguna imprecisión más en el servicio. Bajó su porcentaje, pero no la presión al rival. No obstante, sin nada que perder, el bosnio se lanzó a por todas. En ese despejar los nervios encontró Dzumhur cierta barrera de contención ante el vendaval que le llegaba desde el otro lado de la pista. Incluso se permitió presionar al español con un pasito más dentro de la pista y el revés con saltito con el que abría la pista. Comenzó a creer en que podía hacer algo más que dejarse llevar por la velocidad del rival. Pero la tendencia del primer set ayudó a Nadal también en el segundo, pues el break que encontró en el primer juego fue suficiente para atrapar también el segundo parcial. En 42 minutos.
Tan revolucionado que el inicio del tercer parcial también comenzó raro: dos errores muy cerquita de la red que le dieron a Dzumhur incluso una oportunidad de break. Fue el juego más largo del partido. Con fallos y lamentos del español, impotencia al otro lado de la pista. Porque, a pesar del tiempo que duró, tuvo el mismo resultado: juego para Nadal, que encadenó otros dos consecutivos para allanar el camino a la victoria.
Al español ya no le importunó nada más en el partido. Salvo una motita de suciedad que le entró en el ojo y por el que pidió un momento para ir a la silla y echarse agua por encima.
Dzumhur lo siguió intentando, con fuerza y dureza porque no había otra solución ante este Nadal sólido desde el fondo de derecha y de revés. Pero este Nadal no mostró ni un atisbo de duda ni de flaqueza en el set definitivo. Torturó a Dzumhur desde el resto, buscó las líneas con todos sus golpes, subió a la red para acortar los puntos. Su derecha vuela sobre el calor australiano, que mañana dejará de ser tanto. Pero este Nadal ya está en octavos, donde espera Diego Schwartzman, con una sonrisa después de los enfados.
La española Carla Suárez prosiguió este viernes su exitoso recorrido por la presente edición del Abierto de Australia con una remontada (3-6, 6-1 y 6-3) ante la estonia Kaia Kanepi, que la sitúa en octavos de final del primer Grand Slam de la temporada.