La tropa busca vías para poder seguir trabajando tras los 45 años

Las Fuerzas Armadas cuentan desde hace siete años con una ley que permite a sus integrantes formar asociaciones, pero la implantación de estas y el cumplimiento de la ley de la carrera militar no está siendo fácil en una institución fuertemente jerarquizada y con poca costumbre de cuestionar la cadena de mando. Ante la inoperancia que perciben en las estructuras creadas para esta apertura, las asociaciones están buscando sus propias vías para lograr sus objetivos. Entre estos, el principal para las escalas más bajas es la reinserción laboral tras la obligación de abandonar las Fuerzas Armadas a los 45 años. Una inquietud que la nueva normativa recogió teóricamente con la creación del Sapromil (Sistema de aprovechamiento de capacidades profesionales del personal militar), una especie de bolsa de trabajo que, por las razones que sean, no está funcionando.

Ante ello, la Asociación de Tropa y Marinería Española (ATME) se está movilizando para buscar soluciones. «Nuestra intención es que nadie se tenga que ir a la calle por edad», aclara Ricard Mitjana, delegado de ATME en Aragón, pero mientras la ley esté como está, al menos quieren facilitar la reinserción civil de la tropa. Para ello están negociando con la Cámara de Comercio de Zaragoza, con cuyo director general, José Miguel Sánchez, ya se han reunido. Con esta iniciativa pretenden crear «un acuerdo marco» para que las empresas puedan aprovecharse de los soldados desvinculados de las Fuerzas Armadas, «gente muy preparada» en campos tan variados como la automoción, la informática, la mecánica aeronáutica o la vigilancia de seguridad. No hay nada cerrado, pero ambas partes creen que algún tipo de convenio beneficiará a empresarios y militares.

Este tipo de iniciativas evidencian la inoperancia del consejo que teóricamente reúne a las altas instancias de Defensa y los mandos militares con los representantes de las asociaciones, el Coperfas. Un órgano que «deja bastante que desear», en opinión de Mitjana porque las decisiones las acaban tomando la Subsecretaría de Defensa y la Dirección y los mandos de Personal. Por ello las asociaciones están comenzando a organizarse de forma más autónoma, y este 24 de febrero tendrá lugar en Madrid el I Congreso de Militares Españoles, organizado por ATME y AUME, que representa a todas las escalas.

QUEJAS

Un encuentro que llegará precedido de reuniones en todas las comunidades donde ambas tienen delegación, como Aragón, donde la reunión será el 24 de enero. La retirada a los 45 años, las retribuciones y la falta de derechos en general centrarán las revindicaciones, además de la difusión de su labor, ya que pese al tiempo transcurrido muchos soldados ni siquiera saben que pueden asociarse legalmente.

La actitud de los mandos al respecto a menudo tampoco favorece este conocimiento. Como muestra, ATME ha elevado al Coperfas una queja sobre la falta de permiso para exhibir cartelería de la asociación en las distintas unidades de la Base Aérea de Zaragoza. Solo les han permitido colocarla en la Oficina de apoyo al personal (la Ofap), y en algunas unidades ni les han contestado. Dada la extensión de la base, no muchos efectivos pasan por la oficina de la antigua biblioteca.

Para Mitjana, una cosa es que «sepas dónde te metes cuando entras al Ejército», y otra «que no puedas luchar por ampliar tus derechos». De todo tipo, también económicos. Por ejemplo, a las asociaciones no les cabe en la cabeza cómo un complemento de dedicación especial de 3,2 millones, teóricamente destinado a gratificar servicios más allá del deber, fue a parar íntegramente a los generales, sin un euro para la tropa. De hecho el complemento anual fue mayor que el sueldo convencional de un soldado.