Merkel y Schulz llegan a un principio de acuerdo para una gran coalición

La canciller alemana, Angela Merkel, y el líder socialdemócrata, Martin Schulz, confirmaron hoy que alcanzaron un acuerdo para una futura gran coalición, tras cinco días de conversaciones y una ronda final negociadora de más de 24 horas de duración. Las tres formaciones recomendarán el inicio formal de negociaciones, tras alcanzar un acuerdo «sólido y serio», capaz de garantizar la «gobernabilidad del país» durante toda la legislatura, indicó la líder del bloque conservador en una comparecencia conjunta con Schulz y el presidente de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), Horst Seehofer.

Medios como «Der Spiegel» y «Bild» informaron poco antes de que los grupos estaban analizando en la sede del Partido Socialdemócrata (SPD) el largo documento consensuado antes de dar su visto bueno definitivo, después de superar múltiples discrepancias en cuestiones como la política fiscal y migratoria.

La consigna de la discreción se ha mantenido casi sin fisuras desde el domingo, cuando comenzó la ronda de reuniones de «sondeo» para un preacuerdo que deberá ser validado por los socialdemócratas en un congreso extraordinario, antes de que se celebren las negociaciones formales para constituir un gobierno.

Las reuniones comenzaron tres meses y medio después de las elecciones y después de que fracasara el primer intento de Merkel de formar gobierno con liberales y verdes.

Los escasos acuerdos que han llegado hasta los medios, sobre un margen de gasto de 45.000 millones de euros para esta legislatura o sobre política medioambiental, no han tenido confirmación oficial, ya que, según distintos dirigentes, «nada está acordado hasta que todo esté acordado».

Al comenzar la reunión, tanto Merkel como Schulz reconocieron que existían todavía «grandes escollos», pero se mostraron dispuestos a negociar hasta el final un preacuerdo que sirva de base para formar una nueva gran coalición.

Sólo esa fórmula daría a Merkel el gobierno estable que desea y tanto ella como Schulz se han centrado en evitar la repetición de las elecciones, conscientes de que su destino político depende en buena medida de ello.

Ni uno ni otro pueden desear ir a nuevas elecciones, ya que, según la mayoría de los sondeos, sus formaciones perderían apoyo y podría salir beneficiada la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).

Si el preacuerdo de hoy recibe el visto bueno en el congreso extraordinario que el SPD ha convocado para el 21 de enero, comenzarán las negociaciones formales para diseñar un programa de gobierno que se someterá finalmente al voto de la militancia, dividida ante la posibilidad de una nueva alianza con los conservadores. EFE

Incertidumbre y silencio informativo

A pocas horas para que el Partido Socialdemócrata (SPD) resolviera su veredicto sobre la primera ronda de negociaciones, la revista «Der Spiegel» se preguntaba a última hora de ayer hasta qué punto Angela Merkel era capaz de ceder. En la transigencia de la canciller descansaba el éxito o no de unas conversaciones que se alargaron hasta bien entrada la noche y que trató sus últimas cuestiones en la mañana de hoy. Una vez más, los encuentros volvieron a alargarse respecto al plazo autoimpuesto –finalizaba ayer–, lo que, sumado al silencio informativo pactado por ambas formaciones, sumía a la esfera política alemana en una incertidumbre sin precedentes.

Cuando se cumplen 110 días sin Gobierno, ningún medio germano se atrevía a lanzar pronósticos. Poco antes de retomar las conversaciones, Merkel admitió que hay «grandes obstáculos» entre su partido y los socialdemócratas con vistas a formar ese deseado Gobierno de coalición. «Hay todavía grandes obstáculos a la vista que hay que eliminar», manifestó. De la misma opinión se mostró el líder del SPD, Martin Schulz, aunque sí incidió en su esperanza de poder llegar a buen puerto. «Ya se han fijado puntos en común en una gran cantidad de ámbitos, pero existen grandes escollos que deben ser salvados aún», agregó. Para el político socialdemócrata el tema de Europa sigue estando en primer plano. En este sentido, defendió que el nuevo Gobierno alemán debe «generar sobre todo un resurgir de la UE».

La CDU/CSU y el SPD prometen cada uno «una nueva política» adaptada a la época actual, a pesar de sus grandes divergencias en determinados asuntos. Los democristianos, y especialmente la Unión Socialcristiana de Baviera (partido hermanado con el de la canciller), exigen un endurecimiento de la política migratoria y una reducción limitada de impuestos para todos. Por su parte, el SPD defiende una flexibilización de la reagrupación familiar para los refugiados, inversiones en educación y en infraestructuras o un mayor apoyo a las clases medias y desfavorecidas. Temas que muchos tildan de insalvables, pero que, no obstante, permitieron avanzar en otros asuntos como una ley sobre la inmigración cualificada. Una cuestión clave para afrontar el envejecimiento de la población en la primera economía europea.

Si finalmente hay luz verde a las negociaciones, el SPD necesitará también la aprobación de sus filas el 21 de enero en un congreso extraordinario. Los tres partidos son conscientes de lo que está en juego. Un fracaso abocaría a Alemania a un Gobierno en minoría a la repetición de elecciones.