El presidente de la Junta publica ‘Manuel de convivencia’, donde repasa su carrera política pero también rinde homenaje a las mujeres que han marcado su biografía personal y profesional
En ‘Manual de convivencia’ (Espasa), Juanma Moreno Bonilla quiebra la coraza institucional y abre la puerta a su intimidad emocional y política. El presidente de la Junta de Andalucía —habitualmente prudente en lo personal— revela en estas páginas la huella de su familia, los dilemas que marcaron su llegada al poder y la influencia decisiva de su mujer, Manuela Villena, en los momentos que condicionaron su trayectoria.
Moreno no dedica muchas palabras a Villena, su compañera desde hace más de dos décadas, pero encierran una gran profundidad. Politóloga de formación y granadina de nacimiento, Villena conoció al entonces joven dirigente del PP a principios de los 2000. Se casaron en la iglesia de San Justo y Pastor, en la plaza de la Universidad de Granada, en el año 2006 y desde entonces han formado una familia con tres hijos que ha sido testigo de los ascensos, dudas y sobresaltos de la carrera política del presidente andaluz. El propio Moreno admite en el libro que, sin el criterio y el impulso de ella, su trayectoria habría sido distinta.
El ‘homenaje’ a Manuela comienza cuando el presidente andaluz se traslada al momento de su primera investidura como presidente de la Junta de Andalucía, un instante en el que se le agolpan los recuerdos sobre una de las personas más importantes de su vida, Juan Moreno Conejo, su padre. La casualidad hizo que la investidura coincidiera con la fecha del quinto aniversario de su muerte. “Cómo podía no acordarme de él. Cómo podía no emocionarme, si falleció sin saber que su hijo se trasladaría por fin, y definitivamente, a Andalucía desde Madrid”.
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Se remonta entonces a aquellos últimos días en la vida de su padre, en enero de 2014, mientras su vida se extinguía en el Clínico de Málaga. La sucesión al frente del PP de Andalucía estaba abierta y se estaba barajando su nombre: “En aquel momento, yo era secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad en el equipo del presidente Mariano Rajoy. Vivía en Madrid y Manuela esperaba nuestro tercer hijo. Estábamos razonablemente bien en la capital, pero tanto mi mujer como yo añorábamos Andalucía”.
«Dejando de lado su propia carrera»
Es entonces cuando dedica unas palabras muy significativas sobre Villena, su compañera de vida, y desvela que la granadina tenía sus propias ambiciones políticas: “Nunca habría sido presidente de la Junta de Andalucía si Manuela no hubiera estado a mi lado. Fue ella la que me convenció para volver y la que me contagió su entusiasmo por este proyecto tan ilusionante. A mi mujer le encanta la política, y no solo porque sea politóloga de formación —con un brillante expediente académico universitario—, sino por su inteligencia, que la ha convertido en una excelente asesora desde que estamos juntos. Es muy crítica cuando algo no le gusta y se entusiasma cuando las cosas marchan por el camino que considera correcto. Manuela tiene cualidades más que sobradas para dedicarse al servicio público y soy consciente de que en aquellos días de enero en los que me animaba a dar el paso, en el fondo sabía que estaba dejando a un lado su propia carrera política”.
El azar quiso que mientras el padre de Bonilla vivía sus últimos días en un hospital malagueño, el político y su familia tuvieran que decidir si apostaban por el sueño de presidir la Junta de Andalucía. “Una de las noches que me quedé con él en el hospital, le conté mis dudas […] Con un hilo de voz me dijo ‘¿Presidente de la Junta? Juanma, eso es muy difícil’. […] Es fácil imaginar cuántas veces he recordado sus palabras…” Cinco años más tarde, en enero de 2019, el mismo día que su padre hubiera cumplido 78 años, Juanma Moreno Bonilla tomó posesión. “Al día siguiente tuvo lugar mi primera salida como presidente de la Junta de Andalucía. […] El regreso a Sevilla lo hicimos por un camino más largo del habitual, pues paramos en Alhaurín el Grande, el pueblo de mis padres. En el cementerio municipal, en aquel día gris y lluvioso de mediados de enero, caminé hasta la tumba de mi padre para volver a hablar con él, para buscar en el silencio su consejo y la fortaleza necesaria ante momentos tan difíciles como aquel”.
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Manuela Villena ha sido, por cierto, foco y víctima de alguno de los bulos con los que los radicalismos han disparado contra Juanma Moreno. Él mismo relata alguno: “Eran informaciones erróneas o directamente falsas, como aquella que aseguraba que habíamos adjudicado ‘un contrato millonario a Bidafarma, cooperativa donde trabaja la mujer de Moreno Bonilla’. La falsedad no era que Manuela trabaje en Bidafarma, donde desarrolla su labor profesional desde los tiempos en los que yo estaba en la oposición, sino que la Junta hubiera adjudicado un contrato millonario. La cooperativa distribuyó millones de mascarillas para nuestros mayores durante la pandemia, y lo hizo de manera gratuita. La justicia actuó y el medio rectificó”.
Con Manuela ha vivido momentos muy intensos desde que logró la presidencia de Andalucía. Recuerda especialmente la visita al papa Francisco, un encuentro que iba a durar 15 minutos pero se alargó más de una hora. Hubo sentido del humor, regalos y sintonía en temas clave como la inmigración. “Manuela le formuló una petición sencilla pero profundamente humana: que rezara por nuestra familia y por todas las familias en general. Yo añadí, casi de forma espontánea, que lo hiciera por todos los tipos de familia, consciente de la diversidad de realidades que hoy conforman nuestra sociedad. El Papa, con una sonrisa, asintió y dijo: ‘Sí, por todas’. Fue una frase breve y sencilla, pero encerraba una gran profundidad”.
Juanma Moreno, Manuela Villena y sus tres hijos han podido conectar como familia a lo largo de estos años con otros miembros del partido. En concreto, el presidente andaluz se refiere en un extracto a la entrañable amistad que han forjado con Alberto Núñez Feijóo y Eva Cárdenas: “Estos últimos años, además, me han permitido conocer al Alberto del día a día, y puedo asegurar que, en las distancias cortas, es una persona excelente. Hemos compartido algún que otro fin de semana con nuestras respectivas familias, y esos momentos han fortalecido aún más nuestros vínculos profesionales. Me siento muy cómodo cuando le visito en Galicia o en Madrid y sé que él siente lo mismo cuando viene a Andalucía”.
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Junto a los logros políticos y a una férrea defensa de la ‘vía andaluza’ como forma de entender la gestión pública, transitan por el libro episodios más emotivos relacionados con personas que han marcado profundamente su biografía personal. Son Javier Imbroda y Belén Vílchez (ambos fallecidos), Elías Bendodo y otros colaboradores y amigos que le han acompañado en el camino. De Isabel Díaz Ayuso dice que es “un ejemplo de determinación”. “Isabel ha mantenido con determinación y carácter una hoja de ruta que ha llevado a su territorio a una senda de prosperidad y buena gestión que nos llena de orgullo a todos sus compañeros de partido. Isabel es una política tenaz, firme en sus principios, y la primera en dar un paso adelante cuando alguna de las decisiones del Gobierno central va en contra de los intereses de los madrileños. El amplio respaldo electoral conseguido es su gran aval, y constituye una de las principales fortalezas de mi partido a nivel nacional. Estoy seguro de que será una de las catapultas que llevará a Alberto a ser presidente del Gobierno”.
No solo Díaz Ayuso aparece en estas páginas. Juanma Moreno dedica parte de un capítulo a explicar su postura sobre la igualdad y la relación entre hombres y mujeres. Afirma que el siglo XXI “debe ser —y es— el siglo de las mujeres, por muchas razones. La primera es que los veinte anteriores no lo fueron”. Y glosa la figura de algunas de las mujeres que le han marcado en su carrera, como Soraya Sáenz de Santamaría, la citada Belén Vílchez, Amalia Gómez, Soledad Becerril, Ana Mato o Fátima Báñez.
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En otro capítulo habla de su madre, María Bonilla: “Empezó a trabajar cuando era una adolescente en el comercio de su pueblo, donde aprendió el valor del esfuerzo y la importancia de tratar bien a la gente, de escucharla, de ganarse su confianza y de cumplir siempre la palabra dada. Ella fue, sin duda, el alma de las tiendas que montó junto a mi padre, siempre con una sonrisa y una palabra amable, consciente de que lo importante no era solo lo que ofrecía, sino cómo hacía sentir al cliente”.
El libro deja claro que Moreno busca no solo explicar quién es como político, sino quién es como hijo, esposo y compañero. ‘Manual de convivencia’ funciona así como un retrato íntimo, donde política y biografía se entrelazan. El resultado es una obra que trasciende el relato institucional para mostrar a un dirigente que reconoce vulnerabilidades, agradece lealtades y asume que su trayectoria no se entiende sin los vínculos personales que la han sostenido.










