Un país sin hijos. Seis gráficos que reflejan la crisis de natalidad en España y por qué es difícil que mejore

Hay ya 19 provincias que no llegan ni a la mitad de la tasa de reemplazo de la población. El número de nacimientos está empezando a caer también en las edades avanzadas

Los problemas de natalidad de España no son nuevos; tienen casi tantos años como la democracia. 1980 fue el último año en el que se alcanzó el nivel de fecundidad de reemplazo (más de 2,1 hijos por mujer), esto es, el número de nacimientos que garantiza la continuidad de la población. Desde entonces se ha producido un deterioro casi continuo (con un paréntesis durante los años de la burbuja inmobiliaria por la inmigración y la exuberancia económica).

La caída de la natalidad es algo que se daba por descontado. Lo que no era previsible es que el ritmo de deterioro acelerase una vez alcanzados niveles tan bajos como los que tenía España tras la burbuja inmobiliaria. Entre 2014 y 2017, la caída de la fecundidad se frenó, lo que dio pie a pensar que había tocado fondo. Pero desde el año 2018 ha vuelto a empeorar.

En la actualidad, la natalidad arroja un indicador de fecundidad de 1,1 hijos por mujer. Esto es, la mitad de lo que sería necesario para mantener la población. Se trata de uno de los peores datos de todo el mundo y anticipa que la población nacional se reducirá rápidamente en las próximas décadas.

Pero hay ya 19 provincias que ni siquiera llegan a la mitad de la tasa de reemplazo. Entre ellas están Madrid, Barcelona, Baleares y prácticamente todas las del norte. Sin embargo, los peores registros se dan en Canarias. Con la fecundidad actual, el número de hijos por mujer es de menos de 0,8 en Tenerife y de 0,85 en Las Palmas.

La provincia que tiene la mejor situación es Almería, en gran medida por su tipo de inmigración, y aun así está lejos de garantizar el reemplazo demográfico. Apenas tiene 1,44 hijos por mujer.

Uno de los datos más dramáticos es que la caída del indicador de fecundidad en la última década ha sido especialmente intensa en las provincias más ricas y dinámicas. El peor dato lo registra la provincia de Álava, con una caída de 0,33 hijos por mujer en la última década (ha pasado de 1,36 hijos por mujer en 2014 a 1,04 en 2024). Le siguen de cerca Barcelona, Girona, Málaga, Madrid o Vizcaya; todas provincias ricas que están experimentando una grave crisis inmobiliaria.

Estas provincias tendrían que ser las que empujaran la natalidad en España, ya que son las que crean más empleo y, por tanto, oportunidades para los jóvenes. Sin embargo, viven un momento de estrangulamiento económico por la crisis de la vivienda que complica la emancipación y retrasa el momento de tener el primer hijo.

Las mujeres no tienen hijos

El indicador de fecundidad deja otro dato dramático. Con las tasas de natalidad actuales, el porcentaje de mujeres españolas con hijos caerá hasta el 57%. Esto es, un 43% de las mujeres españolas no van a ser madres. El indicador de fecundidad se elabora proyectando los niveles de natalidad actuales por grupos de edad a toda la población.

Son casi 10 puntos más que en el año 2017 y 14 puntos más que hace diez años. Este dato es el que mejor muestra el deterioro acelerado que está experimentando la natalidad. No es solo una cuestión económica (que es posible que esté jugando un papel relevante), también es cultural. Cada vez hay un porcentaje mayor de la población que no quiere tener hijos y este es un hándicap clave.

La maternidad y la edad

Las expectativas de que la natalidad pueda crecer en los próximos años son muy reducidas. No solo por el cambio en las preferencias de la población, sino también por dificultades naturales. La edad media a la que las mujeres españolas tienen su primer hijo ha subido hasta los 33,3 años, la más alta de toda la serie histórica y una de las más altas del mundo.

Retrasar tanto el primer hijo reduce drásticamente las probabilidades de que las familias puedan tener varios hijos. Es más: en la España de hoy es más probable que una mujer tenga a su primer hijo con 39 años que con 26. Y también con 41 años que con 22. Y con 37 años que con 28.

Retrasar tanto la maternidad complica que las tasas de natalidad puedan aumentar a corto plazo. No solo porque la ventana de fertilidad se va cerrando con la edad, sino que las dificultades para concebir un hijo aumentan intensamente con el paso de los años. En todo caso, sería necesaria la entrada de una nueva generación que empezara a tener hijos más pronto. Algo que parece una quimera a corto plazo, ya que la crisis de la vivienda es un freno adicional a la natalidad.

Pero los datos de 2023 y 2024 dejan otra mala noticia inesperada. Las tasas de natalidad han empezado a caer también en las edades avanzadas. Hasta ese momento, las tasas de fecundidad de las mujeres mayores de 35 años crecían continuamente. Se observaba que muchas familias retrasaban la llegada del hijo, pero no lo cancelaban. Sin embargo, con los datos de los últimos años, las tasas de fecundidad también están cayendo en las edades avanzadas.

Por ejemplo, entre los 35 y los 39 años, la tasa de fecundidad ha caído desde 67 hijos por cada 1.000 mujeres en 2021 a 64,5 en 2024. Y entre los 40 y 44 años, ha caído de 17,2 hijos en 2022 a 16,5 hijos.

La inmigración no sirve

Una de las particularidades de los datos actuales es que la inmigración no está ayudando a levantar la natalidad. El principal motivo es la asimilación de las mujeres extranjeras a los patrones de las españolas. Por un lado, hay una absorción de las preferencias culturales y, por otro, sienten las mismas dificultades económicas (bajos salarios, crisis de la vivienda, mayores recursos destinados a cada hijo…).

El resultado es que la caída de la natalidad está siendo incluso más rápida entre las mujeres extranjeras, sobre todo en edades tempranas. Entre los 20 y los 24 años, a principios de siglo tenían 75 hijos más que las españolas por cada 1.000 mujeres. En la actualidad, la ventaja se ha reducido hasta 34 hijos.

Esto explica que la inmigración ya no sea una ayuda a la natalidad como lo fue en el pasado. Ante el cambio cultural tan rápido que está experimentando la población en edad fértil, la única esperanza a corto plazo pasa por eliminar los obstáculos económicos que impiden a las familias tener hijos en la actualidad. Sobre todo, para quienes quieren tener más de un hijo, pero no pueden permitírselo.