El exjefe de la Casa del Rey ingresa en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas con un discurso sobre la formación de la Princesa Leonor
Discurso íntegro de Jaime Alfonsín: ‘La educación de la heredera de la Corona y el oficio de reinar’
Felipe VI ha presidido esta tarde el ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de Jaime Alfonsín, quien en febrero de 2024 dejó su puesto al frente de la Casa de Su Majestad el Rey después de casi treinta años de servicio a la Corona.
Tras agradecer a Don Felipe su presencia, antes de iniciar la lectura de su discurso de ingreso como académico de número, Alfonsín ha asegurado que ha sido «un gran privilegio y el mayor honor» acompañar al Rey «en su camino a lo largo de casi treinta años», en los que se ha sentido muy orgulloso al verle convertido «en una referencia institucional y moral para todos los españoles».
En un texto titulado ‘La educación de la Heredera de la Corona y el oficio de reinar’, Alfonsín ha abordado la formación de la Princesa Leonor como «una cuestión de Estado» y «una responsabilidad compartida por la Corona, la familia y la sociedad española». «La educación de la Heredera no es un asunto privado, sino una tarea pública», ha afirmado, mientras ha insistido en que esa formación «no puede reducirse a un expediente académico ni a una sucesión de títulos», sino que debe orientarse «a la adquisición de un sentido del deber, de una conciencia institucional y de un compromiso moral con España».
Alfonsín ha definido el «oficio de reinar» como «una tarea que no se enseña en el bachillerato ni se aprende en la universidad», sino que se asimila «día a día, en el ejercicio del deber, en la discreción, en la neutralidad y en el servicio a todos los españoles». También ha defendido reformar el texto de la Carta Magna cuando haya suficiente consenso para garantizar la igualdad en la sucesión y la continuidad de la Corona, en un contexto donde «es un hecho generalmente aceptado la falta de respeto a nuestra Constitución».
A lo largo de su discurso, el abogado del Estado ha trazado un recorrido histórico por la educación de los anteriores herederos de la Corona, desde Alfonso XIII hasta Felipe VI, deteniéndose en la figura de Don Juan de Borbón y Juan Carlos I, a quien ha reconocido como «el artífice de la Monarquía Parlamentaria y el protagonista de una etapa decisiva de nuestra historia contemporánea». Ha recordado que el reinado del padre de Felipe VI «fue el de la reconciliación, el consenso y la concordia», y que sin su impulso «no habría sido posible la Transición ni la Constitución de 1978».
«A Don Juan Carlos debemos la restauración de la Corona y el establecimiento de un régimen de libertades», ha afirmado Alfonsín, «y a Felipe VI corresponde consolidar esa obra, garantizar la estabilidad y preservar el crédito moral de la institución». En esa continuidad histórica ha situado la educación de la Princesa de Asturias, «que no es una educación de privilegio, sino de responsabilidad». «Leonor de Borbón se está formando para servir, no para destacar; para unir, no para dividir», ha explicado, al tiempo que ha subrayado que su preparación «responde a una vocación de permanencia, no de poder».
El ex Jefe de la Casa del Rey se ha detenido unos segundos en la primera década de reinado de Felipe VI, que ha descrito como «once años difíciles, duros y complejos»: «Han sido años de pruebas políticas, institucionales y personales, en los que Su Majestad ha tenido que ejercer su papel con serenidad y firmeza, sin desviarse un milímetro de los principios constitucionales».
Alfonsín ha destacado que el Rey «ha afrontado las circunstancias más adversas con la dignidad de quien sabe que su deber es resistir, mantener el equilibrio y proteger la neutralidad de la institución». «Su ejemplo —añadió— es la lección más valiosa que puede recibir la Heredera».
Jaime Alfonsín destaca que el Rey afrontó «once años difíciles, duros y complejos» con serenidad, firmeza y fidelidad a la Constitución
El académico ha defendido con firmeza el papel de la neutralidad política como pilar del sistema: «La Monarquía no gobierna, pero reina; no legisla, pero garantiza; no milita, pero representa a todos». Esa independencia, según él, «es la condición que hace posible su función integradora».
Alfonsín se ha referido también a la relación de la jefatura del Estado con el resto de los poderes del Estado: «La Corona no es contrapeso ni árbitro, sino la expresión de la continuidad constitucional y de la permanencia de España más allá de sus coyunturas políticas». En este sentido, ha recordado que la educación de la Princesa está regulada por la ley, pero guiada por la responsabilidad personal de los Reyes: «El Gobierno tiene competencias limitadas a la formación militar; todo lo demás pertenece al ámbito familiar e institucional de la Corona». «En esa tarea, Su Majestad y la Reina han demostrado que se puede educar en la normalidad y en el compromiso, sin solemnidades innecesarias, pero con rigor y sentido del deber», ha añadido.
«Leonor de Borbón se está formando para servir, no para destacar; para unir, no para dividir», afirma Alfonsín
A lo largo de los 23 folios de intervención, Alfonsín también ha reflexionado sobre la trascendencia de que la Heredera sea una mujer. «No es irrelevante que en un futuro próximo España pueda ser representada por una Reina», ha afirmado. «Que sea una mujer quien encarne la Jefatura del Estado supone un avance natural en la evolución de nuestra sociedad y una expresión visible de la igualdad que la Constitución consagra.» Ha subrayado que esa circunstancia «no añade mérito ni resta exigencia, pero sí aporta una mirada nueva, una sensibilidad distinta, y una oportunidad para fortalecer el vínculo entre la Corona y las nuevas generaciones». Para Alfonsín, el futuro reinado de Leonor de Borbón «será la mejor prueba de que la Monarquía, lejos de anclarse en el pasado, sabe adaptarse a los valores de su tiempo».
Estas reflexiones sobre la importancia de que España vuelva a tener el futuro a una mujer al frente de la Jefatura del Estado desde Isabel II, ha llevado a Alfonsín a otra reflexión sobre la Carta Magna. «La Constitución ha servido bien a España, pero nada impide que, llegado el consenso, se reflexione sobre cuestiones como la igualdad en la sucesión o la clarificación del régimen de regencia y abdicación», ha apuntado. Sin embargo, ha advertido que «las reformas no deben debilitar lo que funciona, sino reforzar lo que da estabilidad».
En su tramo final, Alfonsín ha definido con precisión la naturaleza del «oficio de reinar»: «Es un oficio que se ejerce sin vocación de mando, que requiere humildad, mesura y una permanente disposición al servicio. La Corona no se posee: se sirve. Y la ejemplaridad no se declama: se practica».
El académico ha cerrado su intervención con una afirmación de confianza institucional y de esperanza nacional: «La Monarquía Parlamentaria ha demostrado su capacidad de adaptación y su fidelidad a la Constitución. Mantenerla viva es tarea de todos, pero especialmente de quien está llamada a encarnarla en la próxima generación». Con estas palabras, el ex Jefe de la Casa del Rey ha subrayado que en la formación de la Princesa de Asturias se cifra el futuro y la continuidad de la Corona.
Emilio Lamo de Espinosa, académico de número y encargado de dar contestación al discurso de Alfonsín, ha elogiado la «claridad y profundidad» del exjefe de la Casa del Rey y ha destacado que «ha sabido explicar la Monarquía no como un privilegio, sino como un servicio». «Ha mostrado —dijo— que la Corona es una institución de equilibrio y permanencia, y que su fortaleza depende de la ejemplaridad de quienes la encarnan».
En el salón de la planta noble de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas se han reunido esta tarde bajo la presidencia del Rey un gran número de académicos, representantes del ámbito jurídico, universitario y político, así como con miembros de la Casa de Su Majestad el Rey. Bajo el retrato de Isabel II, su fundadora, se encontraban Fernando Grande-Marlaska; el presidente del Senado, Pedro Rollán; el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo; la presidenta del Consejo de Estado, Carmen Calvo; el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida; el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi; la presidenta de la Real Academia de Historia, Carmen Iglesias; Manuel Pizarro y Luis María Cazorla, miembros de la Real Academia de Jurisprudencia; académicos de Ciencias Morales como Pedro Schwartz, el cardenal Antonio María Rouco Varela, Rodolfo Martín Villa y Ramón Tamames, o la presidenta de la Fundación Princesa de Asturias, Teresa Sanjurjo.
Estaban también los presidentes eméritos del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas y María Emilia Casas. Esta última fue quien propuso la candidatura de Alfonsín junto a Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Santiago Muñoz Machado.












