Hambre, pobreza y persecución, las caras del continente con más fe del mundo

 reúne al 20 % de católicos del planeta y registra un crecimiento constante de bautizos y vocaciones

En un continente donde las estadísticas a menudo se escriben con sangre y silencio, una cifra sobresale con luz propia: África es hoy el lugar del mundo donde más crece el cristianismo. No es Europa ni Hispanoamérica, sino esta tierra marcada por el hambre, los conflictos y el abandono institucional.

Apenas hay agua potable en los pueblos, maestros en las aulas o acceso a la sanidad. En muchos casos, no hay paz ni consuelo. El Congo es uno de los países que más sufre la explotación de sus materias primas y minerales. en la República Democrática del Congo. Según las cifras del último informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), en los últimos 10 años, la guerra por el control de estos minerales ha causado la muerte de 4 millones de personas.

El Congo es solo un ejemplo de la pobreza y la violencia que sufren muchos de los estados del continente. De los 35 países con un índice de desarrollo humano bajo, 32 se encuentran en África, según datos de la ONU.

Pero además de las condiciones de pobreza se suma uno de los problemas más persistentes: la persecución. África subsahariana sigue siendo la región del mundo con mayor violencia anticristiana y, sin embargo, en apenas un año, registró un aumento de 3, 31 % del número de creyentes según el Anuario Pontificio 2025 y el Anuario Estadístico de la Iglesia 2023.

El contraste es tan claro como incomprensible desde los parámetros de Occidente. Después de todo, allí donde los fieles rezan a escondidas y las parroquias carecen de recursos materiales, el miedo no parece acallar la fe del pueblo africano.

La Iglesia en África

Frente a la caída global de vocaciones, que se redujeron a un 1,8 % en el último año, África es el único continente donde crece el número de seminaristas. En 2023, el continente contaba con 34.924 seminaristas, un 1,1 % más que el año anterior. La República Democrática del Congo encabeza la lista con casi 55 millones de católicos bautizados. Le sigue Nigeria con 35 millones de fieles.

El padre Fidel Nkanza Buka, sacerdote congoleño, lleva en España ocho años, pero no es ajeno a la situación de su país. «Hay mucha corrupción y la gente ya no puede contar con el gobierno. La única institución que garantiza mínimos de sanidad y educación es la Iglesia Católica. Si no estuviese la Iglesia sería un infierno» afirma sin rodeos.

Don Edgar Tungu, sacerdote en Benín, vivió de cerca la labor de quienes evangelizaron en su tierra. De niño, el misionero español Jesús Ruiz visitaba con regularidad su casa para celebrar misa, y ese ejemplo fue decisivo para que más tarde decidiera seguir la vocación sacerdotal.

«La comunidad comienza reuniéndose bajo un árbol, que es el primer lugar para la oración. Poco a poco intentamos colocar cuatro palos y un techo para dar sombra, y cuando avanzamos un poco más, se construyen chozas. A través de este trabajo se va evangelizando poquito a poco, partiendo del Evangelio y de la doctrina social de la Iglesia», explica.

Para Don Edgar, que está aumentando el número de cristianos en África es un hecho. En Pascua bautizó alrededor de 150 personas adultas y 250 niños. «Creo que la gente encuentra en Jesucristo la respuesta a sus inquietudes más profundas. No es solamente una predicación o grandes anuncios, sino la forma de vivir de los cristianos de allí la que interpela a los demás», declara.

«Si no estuviese la Iglesia sería un infierno»

La Iglesia católica y otras organizaciones humanitarias tratan de suplir las carencias materiales de algunas comunidades. Javier Menéndez Ros, director de AIN durante 13 años, afirma que uno de los problemas que existe en estos países es que «los estados no hacen nada por mantener muchas veces las infraestructuras mínimas necesarias para dar dignidad al ser humano. Me refiero a tener agua potable, facilitar medios de comunicación, carreteras en buen estado, facilitar la agricultura y la ganadería, en fin, cosas totalmente básicas para que se sostenga una población», dice.

Desde la organización declaran ayudar, en primer lugar, a través de «una oración dirigida, específica, que se pide a todos los benefactores de la institución». Además de financiar la construcción de capillas y edificios, uno de sus principales objetivos es el sostenimiento pastoral. «Sostenemos a los sacerdotes en su vocación desde que son seminaristas. Les facilitamos becas para que desarrollen su formación en Roma, Madrid o París», asegura.

Junto a AIN, otras instituciones de la Iglesia, como Obras Misionales Pontificias (OMP) o Cáritas tratan de dar amparo a las comunidades cristianas desfavorecidas.

Junto a estas, organizaciones de la ONU como Naciones Unidas llevan a cabo proyectos para mejorar la calidad de las infraestructuras y garantizar la nutrición y asistencia sanitaria de las poblaciones.

Ayudas locales

Además de estos organismos, también existen iniciativas locales como la que comenzó el Padre Fidele al ver la extrema pobreza del barrio en donde vivían sus padres, Bibwa, a las afueras de Kinsasa. «Las condiciones sanitarias son muy malas y muchas madres mueren durante el parto». Al ver esta situación empezó a ayudar a los niños huérfanos «pagando sus estudios, organizando al menos una comida al día, ya que la mayoría viven con sus abuelos y son muy pobres».

Lo que empezó como un acto de solidaridad individual ha crecido con el tiempo ya que, gracias al apoyo de la fundación española Hanun, hoy se está construyendo una casa de acogida que va más allá de ser un simple orfanato. «No solo acogemos a niños huérfanos, sino también a chicas muy jóvenes, de 13, 14, 15 años que se han quedado embarazadas y, a causa de la pobreza y de la vergüenza de sus familiares son echadas de sus casas».

La ONG se llama Divina Providencia, un nombre que refleja con claridad el espíritu que la sostiene: «Porque esos niños, sin subvención ni nada, están viviendo de eso, de la gente de buena voluntad que ayuda con 10 o 20 euros».

La fe donde menos se espera

«El día de la fiesta del Corpus no pudimos salir para ver la tradicional procesión. Días antes, nos habían avisado desde el gobierno de que corríamos el riesgo de sufrir un ataque de los yihadistas si lo hacíamos. Se están oyendo historias de los pueblos de alrededor. Dicen que están los yihadistas y que matan a la gente y hacen emboscadas. Un compañero mío, sacerdote, recibió cartas con amenazas. Le decían que se tenía que ir de la parroquia y él lo habló con su obispo. Un día, que no estaba él, pasaron unos hombres preguntando por mi compañero. Es una amenaza real, siembran temor a nuestra gente. Hacemos lo que podemos para mantener la presencia cristiana».

Este es el testimonio de Don Edgar Tungu, un sacerdote católico. Don Edgar es de Benin, un país en el que los cristianos luchan por poder vivir su fe con normalidad. ¿Lo peor de todo? Benin no está considerado como un país con un alto grado de persecución.

Según la Lista Mundial de la Persecución, elaborada anualmente por la ONG Puertas Abiertas, 5 de los 10 países con más persecución religiosa en el mundo se encuentran en África. Estos países son: Somalia, Libia, Sudán, Eritrea y Nigeria. Según el informe anteriormente citado, la causa principal de persecución en estos lugares es la opresión islámica, a excepción de Eritrea, cuya principal persecución es llevada a cabo por el propio gobierno, que ejerce un control y una vigilancia sobre su población tales que es conocida como «la Corea del Norte africana», afirma.

«Hacemos lo que podemos para mantener la presencia cristiana»

Cuando se habla de opresión islámica, en realidad se está hablando de grupos terroristas que actúan en nombre de la religión. Sin embargo, como afirma José María Gallardo, actual director de AIN, «el elemento religioso está radicalizado y malinterpretado, y es usado por los grupos terroristas para manipular a sus seguidores», declara.

La realidad es que las motivaciones son también el deseo de poder y de territorio, como explica Antonio Alonso Marcos, profesor en la Universidad CEU San Pablo y doctor en Ciencias Políticas: «No es una cuestión tanto religiosa como de poder. Lo que sí que es cierto es que ellos, para darse una cierta legitimidad, utilizan esa máscara, ese escaparate de defensores de la religión».

En cualquier caso, el factor religioso, sumado a un odio hacia todo lo que venga de occidente, el cristianismo indudablemente es considerado así, sería el elemento común de estos grupos terroristas para justificar sus acciones contra los cristianos.

Los grupos terroristas

Estas organizaciones, desde internacionales (Al Qaeda) a nacionales (Boko Haram) no tienen apenas oposición por parte de los gobiernos de los países dónde actúan. En ocasiones no se sabe si es complicidad o falta de liderazgo.

Lo que está claro es que la falta de control ejecutivo sobre sus territorios es un gran problema que achacan la mayoría de países, «muchas veces estos gobiernos simplemente se declaran incompetentes o manifiestan que querrían hacer mucho más, pero que no pueden» explica el profesor Alonso Marcos.

El caso de Nigeria es especialmente grave. El 47 % de la población es cristiana, esto son casi 103 millones de cristianos que son perseguidos. Además, aparte de los grupos terroristas, los cristianos cuentan con el problema de los pastores fulani. Los fulani son el pueblo nómada más grande del mundo, y según el Índice Global del Terrorismo de 2023, el cuarto grupo más letal del planeta.

«África es la gran semilla, la gran fuente de la que emana el futuro
catolicismo en el mundo»

Este pueblo, tradicionalmente de pastores y ganaderos, cuenta ahora con extremistas islámicos que se dedican a atacar aldeas y a asesinar indiscriminadamente a la población.

El pasado Domingo de Ramos, 43 personas fueron asesinadas a manos de estos pastores, que se han convertido en el verdadero problema de los cristianos en Nigeria. Otro gran problema con los fulani es que, al ser una tribu nómada africana, los gobiernos no hablan de sus ataques como violencia sobre un grupo religioso, sino que se disfraza de conflicto local.

En palabras de Gallardo: «el gobierno a menudo minimiza la dimensión religiosa de la violencia, tratándola como un conflicto étnico o territorial»

Todo esto hace que sea incomprensible entender por qué, en un lugar donde la violencia hacia los cristianos no deja de crecer, el número de éstos tampoco lo haga. Esto es así hasta el punto de que África, por el número de cristianos y la fortaleza de sus vocaciones, es considerada por muchos el pulmón de la fe mundial. Como dice Menéndez Ros: «África es la gran semilla, la gran fuente de la que emana el futuro catolicismo en el mundo».

Una persecución silenciosa

Una de las acciones, o, mejor dicho, no acciones, que más se denuncian desde el continente africano es la falta de información sobre esta persecución que existe en España y en el resto de los países de la UE.

Gracias a organizaciones como Puertas Abiertas, OMP o AIN, no se está hablando de un total desconocimiento, ni los europeos son completamente ajenos a lo que está sucediendo, pero es un hecho que todavía falta mucho trabajo de informar y dar visibilidad a esta realidad por parte de los principales medios de comunicación. En este sentido, se echan en falta periodistas comprometidos que se atrevan a contar lo que está pasando.

Sobre esto habla Javier Menéndez Ros: «Hablamos de niños, mujeres, jóvenes, ancianos, personas adultas, religiosos, no religiosos, laicos, sacerdotes, monjas… que muchas veces son secuestrados para pedir dinero y otras veces incluso asesinados en los templos o amedrentados en sus casas. Me parece que una forma muy importante de ayudar es a través de un periodismo mucho más activo, mucho mejor informado y que necesita fuentes fidedignas, pero que necesita un flujo de información constante para que la gran población conozca la situación de la Iglesia en todos estos países, ya no sólo de África, sino en otros muchos donde también la Iglesia es discriminada o perseguida», concluye.