Desde este jueves, el festival explora la fusión de moda y naturaleza de manera sostenible en el Parque Grande de Zaragoza
Cinco vestidos de reconocidos diseñadores aragoneses decorados con rosas rojas, tulipanes y orquídeas de floristas también locales dan la bienvenida al Parque Grande José Antonio Labordeta de Zaragoza, convertido desde este jueves 22 hasta el próximo domingo 25 de mayo en un gran jardín de flores. Zaragoza Florece y «qué precioso está todo», se escucha al pasar por el Puente de los Cantautores, la ahora llamada Pasarela Botánica.
«Había venido ya el año pasado y este año la verdad es que han sacado más cosas«, afirma una de las visitantes, que lleva en la mano un ramo «de un poco de todo». Su compañera lleva tulipanes «que son sus favoritas» para regalárselas a su abuela: «Los últimos años no había podido estar y este año me está encantando: hay muchos puestos«. Acaban de salir de una de treinta casetas que se encuentran en la margen derecha del parque. Plácida, dueña de la floristería Araflor, explica a este diario que «esta es una venta más de impulso» que en la tienda. La margarita y el statice es de lo que más está vendiendo durante la mañana: «Este año si todo va a así, tendremos buenos números».
En este evento referente de la capital aragonesa no solo se venden flores, sino que también se apuesta por el producto sostenible. «Trabajo fibras naturales como la seda, la lana, el algodón y el lino y lo estampamos con elementos naturales como flores y hojas», afirma Susana, una «maña que vive en el Matarraña» que ha traído al Parque Grande su tienda Bruixa Tintórea. «Ramicos y vírgenes del pilar hechas con flores» es lo que ponen a la venta desde Gardeniers, un proyecto ecosocial de la Asociación Tutelar Aragonesa de Discapacidad Intelectual (ATADES). «Lo hacemos todo artesanal, desde jabones hasta ambientadores», asegura Marta, una de las trabajadoras que espera una tarde más concurrida en su puesto.

Un vestido y una figura de la Virgen del Pilar, decorados con flores dentro del Zaragoza Florece en el Parque José Antonio Labordeta, este viernes. / Miguel Ángel Gracia
«No podemos pasarnos el finde porque estamos de exámenes entonces hemos dicho: ‘Venga entramos’; Nos han gustado sobre todo los puestos de flores para hacerse fotos«, declara una estudiante que ha aprovechado el final de un examen para «darse una vuelta por el Zaragoza Florece». Marta y Ada, que acaban de llegar, ven «todo muy mono» y aseguran que «hoy que hace bueno hay que aprovechar». Disfrutando del ambiente también está José Antonio, que afirma que «cada año se superan» en la organización de este evento multitudinario: «Hemos estado viendo todos los stands, ahora veremos las tiendas y maravilloso». De momento, no ha comprado flores porque «nos vamos al pueblo y hay que estar en casa para cuidarlas».
El Zaragoza Florece no solo se limita al recinto del parque. María Jesús e Isabel, madre e hija, explican que «su parte preferida» está «en la Plaza Santa Engracia con los danzantes«. David, que pasea con gafas de sol y una bolsa transparente revela a este diario que «todo lo que sea bello se agradece», haciendo alusión a la explosión de color de las flores: «Yo me llevo unos cactus, que llevan menos cuidado que las demás plantas», afirma.
Entre el olor de las flores se distingue el de la humedad de la Fuente de Neptuno, donde varias personas se hacen selfies con la escalinata del Batallador de fondo repleta de ramos en tonos rosas, amarillos y blancos y una escultura de mariposa, todo obra de Juan Chamorro y Tomas de Bruyne. Cabe destacar el resto de exposiciones florales. Por ejemplo, el Invernadero hecho por Irati Tamarit, La Pajarera de Carlos Curbelo, la Calle Isabel Zapata Marín de Carles J. Fontanillas, El Pozo de Rosa Valls, el Perímetro del Quiosco de la Música del Museo Floral por la Asociación de Floristas de Aragón y la Cupresal de Col·lectiu Paral·lel.
Una vez las manos llenas de flores, bisutería o libros – disponibles en las booktrucks– , llega el momento de aprovechar los puntos de sombra para refrescarse y reponer fuerzas. La margen izquierda del Parque Grande de Zaragoza la llenan, por un lado, la música desde el Quiosco, y por otro, la comida de las food trucks. Las mesas y sillas en esta zona chill out cierran un recorrido que no acaba ahí, sino que la programación sigue con DJ’s, el Espacio Ecokids y demostraciones florales que ya llenan la ciudad de colores.
El año pasado, más de 360.000 personas vieron a Zaragoza florecer y su alcance en redes sociales llegó a los 2 millones de usuarios. Miles de personas que, bien en pareja, en grupos de amigos o en solitario, se asoman con curiosidad para honrar la naturaleza y dar comienzo a la primavera con buen pie.