«Uno llega al cónclave con nombres de candidatos en la cabeza, pero también se deja sorprender»

La papeleta del arzobispo de Madrid será una de las 133 que determinarán a partir de este miércoles quién es el Papa 267º de la Iglesia católica

Suelta el teléfono un momento para, inmediatamente, atender a otra llamada, y luego otra hasta que, por fin, nos puede atender. El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, se encuentra metido de lleno en las deliberaciones que los cardenales de la Iglesia católica mantienen estos días en Roma. En apenas dos días, el próximo miércoles, se encerrará con los otros 132 purpurados electores en la soberbia Capilla Sixtina, y ahí sí que no tendrá oportunidad de comunicarse con el exterior. Uno de esos 133 hombres será el Papa 267º de la Iglesia católica.

– El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, le ha dicho que no es necesario que se saque usted el billete de vuelta a la capital…

– ¡Sí, eso ha dicho…!

– Lo veremos en unos pocos días. Vamos con el cónclave: El cardenal Burke ha pedido a los católicos redoblar sus oraciones «por la gravedad de la situación» en torno al cónclave. ¿Tan revueltas bajan las aguas en Roma?

– Pues no es nuestra experiencia. Yo creo que, lo que pasa, es que en el cónclave se están mostrando las posturas de cada uno. Cada uno ha visto y van pasando los obispos de un lado o cardenales de otro, de procedencias del mundo distintas. Y yo creo que se ve de una forma muy clara también la diversidad que hay dentro de la vida de la Iglesia. Pero no se ve ni con agresividad, ni siquiera con polarización por nuestra parte. Yo por lo menos así no lo he percibido.

– Pero algo habrá visto el cardenal norteamericano que le habrá preocupado enormemente. Ha dicho textualmente «la gravedad de la situación»…

– Bueno, me imagino que la gravedad es ante la seriedad de este momento, ¿no? Definitivamente tenemos una responsabilidad, que es lo que sobrecoge, y creo que todos la sentimos. Pero lo primero es escuchar a Dios, porque Dios ya sabe el Papa que va a haber. Tenemos que escucharle para elegir, no el Papa que nosotros queremos, sino el que Dios quiere. Y por otro lado también escuchar al momento actual donde vive la Iglesia, donde tenemos también que hacer un esfuerzo de desinstalarnos un poco de la postura de cada uno para converger en una postura de lo que necesita la Iglesia en conjunto. Desde ese momento, yo entiendo que eso es grave, es grave en ese sentido de honda responsabilidad.

Cardenal Cobo

El arzobispo de Madrid, el cardenal CoboArzobispado de Madrid

– Para entender el funcionamiento de las próximas votaciones, usted, por ejemplo, de los otros 132 electores, ¿a cuántos podría decir que conocía bien antes de la muerte de Francisco?

– Bueno, pues la mitad más o menos. Yo, al estar en varias congregaciones -participo en la de obispos orientales, he estado en el Sínodo, también en Laicos- eso posibilita que trabajemos con muchos cardenales, que hayamos tenido reuniones con ellos, es decir, que los que ya tenemos alguna encomienda en Roma nos conocemos. Luego, en el Consistorio, cuando hemos tenido otros nombramientos, nos hemos ido viendo también.

Con los de Hispanoamérica siempre tenemos más contacto: al viajar a Roma, muchos pasan por Madrid y todos pasan a saludar, y nos vamos conociendo. Sí, yo creo que sí hay un conocimiento, pero desde luego a todos no, a todos no. Este es un dato para este cónclave: que necesitaremos más tiempo para ir afinando posturas.

– En estos últimos días, imagino que habrá tenido la ocasión de conocer a algunos con los que no había tratado hasta el momento. ¿Hay alguno que le haya llamado la atención especialmente?

– No, porque yo creo que, de una u otra forma, sabemos la trayectoria de cada uno. Quiero decir, que no tenemos tampoco como ases en la manga, ¿no? Es una reunión y un encuentro muy normal. Como yo digo, ya venimos todos rezados de casa, y eso nos tranquiliza un poquito.

Matices y posturas

– No hay, entonces, uno que le haya llamado la atención especialmente…

– No, yo no me voy llevando sorpresas de cada uno. Según va hablando cada uno, vamos viendo los matices, las aportaciones que hace, de dónde viene o la postura que tiene, lo que construye, lo que puede ir construyendo, su perfil y si te identificas más o menos con lo que dice o no. Eso es lo que vamos viendo.

– «Se viene rezado de casa», nos acaba de decir. ¿Se viene también con el nombre del candidato al que va a votar?

– Hombre, yo creo que en estos días nos dejamos sorprender. Cada uno puede tener una batería de nombres en la cabeza, pero vamos viendo, porque también se escucha mucho a la gente que está hablando. Me imagino que, una vez que entremos ya en el cónclave, afinaremos un poco más.

– Un asunto muy práctico: ¿Cómo se entienden ustedes? Provienen de más de 70 países. Ahora, imagino que tendrán traductores, pero luego en el cónclave no puede haberlos…

– Básicamente, entre el italiano y el inglés. Ahí nos entendemos todos y, si no, siempre hay alguien que traduce. Si hay alguien que no sabe italiano, se le traduce del español al italiano. Es fácil.

Ortodoxos y herejes

– El cardenal Müller ha afirmado en estos días que «la cuestión no está entre conservadores y liberales, sino entre ortodoxia y herejía». ¿Hay posturas entre algunos purpurados que puedan estar rayando la herejía?

– Bueno, yo no sé; yo creo que Müller no es hereje… Quizás esos titulares están sacados de contexto. Yo me remito a lo que decía el propio Benedicto en 1967. Ratzinger afirmaba que en la Iglesia no hay conservadores y progresistas, sino que hay conservadores y misioneros, y que lo contrario de conservador es el misionero. Es decir, mirar al futuro y converger en lo que Dios está pidiendo a la Iglesia de hoy. Desde luego, en las reuniones no hemos percibido esa virulencia, como luego muchas veces aparece en titulares de los periódicos.

– ¿Nos puede confirmar o desmentir si el cardenal Parolin necesitó ayuda médica hace unos días por una supuesta subida de tensión, como afirmaron algunos medios italianos?

– Pues lo desconozco. Yo sé que apareció en los medios, pero ahí estaba el cardenal Parolin sin problema. Este pasado sábado le he tenido al lado en la misa y está muy sano. Tampoco le he preguntado, pero lo veía bien. Muy sano.

El Valle de los Caídos

– Eso es una buena noticia. Volviendo a España, un tema en el que a usted le ha tocado un cierto protagonismo. ¿Sigue estando «perplejo» por la actitud indignada que le manifestaron algunas personas por la postura de los obispos respecto al Valle de los Caídos?

– Bueno, yo sigo perplejo. Quiero decir que sigo perplejo ante quien cree que la Iglesia es el sujeto de esta historia. Porque quien decide y marca los tiempos ha sido, en todo caso, el Gobierno. Nosotros, simplemente, hemos entrado en diálogo para defender la presencia de la Iglesia allí, pero no hemos dicho cuándo había que hacer, ni qué había que hacer, ni por qué hay que hacerlo. La Iglesia tiene en ese lugar una presencia orante.

– Pero sí sorprendió que, después de la unanimidad que nos dijeron que hubo entre todos los obispos con el tema del Valle, un par de días después saliera un comunicado del arzobispado de Madrid diciendo que el Gobierno no había contado con la Iglesia para el tema del concurso para «resignificar» el Valle…

– Es que el matiz es que nosotros no entramos en el concurso. Nosotros lo que hemos entrado es en la delimitación de los espacios, pero ni la Iglesia sabía cuándo ni en qué condiciones se iba a desarrollar ese concurso, porque nosotros no lo convocamos. Nosotros, lo único en lo que hemos entrado en la negociación, ha sido para decir que la comunidad [benedictina] tiene que estar y la basílica tiene que estar, y los elementos religiosos se tienen que respetar. Nosotros estamos un poco a expensas siempre de lo que diga el Gobierno. Lo que sí digo es que nosotros hemos defendido nuestra presencia allí. Nada más.

– El que sí parecía también un poco «perplejo» fue fray Santiago Cantera, exprior del Valle, cuando reveló que su salida de la abadía fue «impuesta» y que «violentaba su voto benedictino de estabilidad». ¿Quién se lo impuso y por qué?

– Pues eso habrá que preguntárselo a su abad presidente, y al abad de Leyre, y al de Silos, que son sus superiores. Todos sabemos que la regla benedictina es totalmente autónoma, es independiente, y todos los pasos que se dan tienen que hacerse de acuerdo a la regla. Desconozco los trámites exactos de esa regla, pero todo se ha planteado según la misma regla.

– Fue, por tanto, un asunto interno y una decisión exclusiva de la orden benedictina…

– Claro, es que la orden benedictina tiene una jurisdicción muy específica a la hora de los cambios, de los traslados, de la elección del prior, del abad… Responde a unas pautas muy determinadas que tienen que hacer con su abad presidente. No podemos interferir. El arzobispo de Madrid no tiene esa jurisdicción.