El español derrota al número uno mundial después de una durísima y preciosa batalla de más tres horas
Open de China: cuadro del torneo
La AMA recurre la absolución de Sinner y pide «de uno a dos años» de sanción por dopaje
ATP 500 de Pekín
FINAL
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Carlos Alcaraz tenía títulos en Europa (9), Norteamérica (4) y Sudamérica (2), pero aún no había conquistado el mercado asiático. En Pekín le puso remedio de la mejor manera, remontando de forma épica a Jannik Sinner después de una durísima pelea de tres horas y veinte minutos en la que volvió a exhibir un nivel descomunal. Lo padeció el italiano, que puso fin a una racha de 16 partidos invicto en la que ganó el Masters 1.000 de Cincinnati y el US Open pese a la sombra de la sospecha por dopaje que le persigue desde abril, y que justo se reabrió esta semana tras el recurso de la AMA..
El número uno mundial, pues, venía lanzado a Pekín, pero se topó con un recuperado Alcaraz, cuyo peor momento de la temporada llegó, precisamente, en esa gira americana que vio triunfar a su rival. Aquello fue un punto de inflexión. Le tocó frenar y analizar, y a su regreso ha sido otro. Triunfó con España en las eliminatorias de la Copa Davis y se erigió en el héroe de Europa para ganar la Laver Cup. La inercia le ha servido para lograr su cuarto título del año. Después de dos Grand Slams (Roland Garros y Wimbledon) y un Masters 1.000 (Indian Wells), suma el primer ATP 500 del curso. «Estoy muy orgulloso por todo lo que he hecho en el último mes, trabajando muy duro físicamente y en la pista. Ha sido un mes muy intenso, pero estoy feliz de finalizarlo con el título», dijo al acabar.
Luego, en rueda de prensa, reconoció haber vivido uno de los peores momentos de su aún joven carrera: «Después de la gira norteamericana estuve un poco de bajón, no quería tocar una raqueta por un tiempo, no quería viajar…». Por eso dedicó este triunfo a Juan Carlos Ferrero -al que se le escapó alguna lagrimilla- y al resto del equipo que lo acompaña por el mundo: «hablamos mucho durante aquellos días, sabiendo que debía volver a entrenar, a ser más fuerte física y mentalmente para superar esos momentos».
La final cumplió todo lo que se espera de un duelo entre los números uno y dos del mundo (Alcaraz ascenderá a esa segunda posición el próximo lunes, tras superar a Alexander Zverev). Era la décima vez que se encontraban en el circuito, en un cara a cara que ahora domina el español por 6-4. Se conocen mucho y se respetan bastante más, porque ambos saben de lo que es capaz el otro. En Pekín le tocó lamentar a Sinner, pese a que fue él quien golpeó primero tras llevarse un primer set al que Alcaraz aún debe estar dándole vueltas.
Al murciano se le escapó de forma incomprensible en el tie-break después de tener todo a favor para haberlo ganado, incluso con facilidad. Se le puede reprochar poco al español, que encaró el partido de forma excelente desde el principio. Mucho más agresivo, buscando las líneas y dando aceleración a sus derechas, tomó la iniciativa ante un Sinner mucho más reservón. La confianza acumulada durante la semana, sus buenas sensaciones sobre la pista azul de Pekín, le vinieron de maravilla al español para entrar al partido. De primeras ya tuvo tres bolas de rotura -desaprovechadas, eso sí-, y en el cuarto juego ya certificó un primer break que le puso las cosas muy de cara.
Sinner, muy serio, no encontraba recursos para contrarrestar el dominio de su rival. Ni cuando aparentemente hacía todo bien lograba poner en aprietos al murciano. Alcaraz, cada vez más suelto al ver cómo fluían las cosas, cerró un juego en blanco con su saque para ponerse 5-2. Ahí todo parecía decidido. Pero fue ahí, al verse contra las cuerdas, cuando Sinner empezó a dar potencia a su derecha.
No fue una desconexión de Alcaraz, sino un paso adelante del número uno, lo que permitió que el de San Cándido forzase la muerte súbita. Alcaraz aún perdió dos bolas de set antes de ofrecer a su rival la oportunidad que no había tenido en la hora larga que se llevaba jugado. Sinner sí que la aprovechó.
Mejoró el porcentaje de acierto con su saque y siguió metiendo intensidad con sus derechas. El segundo parcial lo decantó a su favor en el octavo juego, resuelto a favor del español después de 15 minutos y 21 puntos, a cada cual más bonito e intenso. Tras ganar, el español miró al cielo elevando los brazos, como diciendo: «¡por fin!». Había encontrado el resorte. Cuando peor lo tenía, mejor lo hizo.
Dos horas después de empezar, el partido volvía a estar como al principio. La igualada cargó de energía a Alcaraz y le devolvió la sonrisa a la cara. Implacable con su saque, empezó a poner en verdaderos apuros a Sinner al resto. Rompió el servicio de su rival en el tercer juego, y en el quinto tuvo dos ocasiones más para ponerse 4-1. No lo logró, y al igual que en el primer set, regaló una vida extra al pelirrojo italiano.
Corría el riesgo el murciano de repetir ese fiasco, y por eso se empeñó en intentar no llegar al tie-break. Arriesgó en el 5-5 a base de derechas ganadoras, pero no logró su objetivo. De nuevo en la muerte súbita, el juego de ambos alcanzó la excelencia. Sinner empezó 0-3, con dos minibreaks a favor. Alcaraz, crecido bajo presión, creyó hasta el final y acabó empatando a tres antes de tomar una ventaja definitiva para derrocar a Sinner. «Cuando Jannik y yo nos enfrentamos es algo genial para el tenis: siempre firmamos un duelo muy intenso, igualado, con grandes puntos y grandes intercambios. Creo que gracias a este tipo de partidos la gente que no ve tenis empieza a ver partidos».
Conquistado Pekín, a Alcaraz le espera ahora Shanghai, penúltimo Masters 1.000, donde el año pasado se despidió en octavos de final tras caer ante Grigor Dimitrov. Fue su debut allí. Hoy aspira a bastante más.