Teología del Cuerpo: la herramienta de Juan Pablo II que funciona con jóvenes

Comenzaron a estudiar en 2019 los escritos del Papa polaco y hoy llenan campamentos de universitarios. «Es revolucionario», aseguran

Últimamente no paran de surgir en la Iglesia herramientas o métodos para evangelizar a los jóvenes: cursos Alpha, Life Teen, Effetá, Hakuna, Bartimeo… A esta lista se ha incorporado con fuerza Yiós, una experiencia promovida desde el movimiento Regnum Christi y la universidad Francisco de Vitoria de Madrid que se basa en la Teología del Cuerpo de san Juan Pablo II. Cuatro de sus promotores han visitado la sede de El Debate para explicar por qué hay cientos de jóvenes que se apuntan a sus convivencias. «Tenemos lista de espera de más de 50 personas para este verano», revelan Rafael Gil, Gonzaga de Bofarull, Lola Zamácola y Álvaro Quesada.

– Lo primero, situarnos. ¿Qué es esto de la Teología del Cuerpo?

– Rafael: Bueno, son 129 catequesis que san Juan Pablo II impartió en Roma desde septiembre de 1979 a noviembre de 1984 sobre un libro que nunca llegó a publicarse y que escribió siendo cardenal de Cracovia. Pero es elegido Papa, así que el libro lo convierte en 129 catequesis. Y son unos textos maravillosos que me hablan de por qué Dios nos ha hecho a su imagen y semejanza como seres sexuales y cómo vivir mi sexualidad para ser feliz.

– Un Papa hablando sobre sexualidad y parece que tiene una buena aceptación entre los jóvenes…

– Álvaro: Es algo que nunca te habían contado. Los jóvenes, cuando nos enfrentamos a la Teología del Cuerpo, pensamos: «¿Qué es esto, que encaja tan bien con lo que yo tengo dentro de mi corazón, pero que no me habían contado nunca?». Y tiene mucho que ver con la mirada: ¿Cómo puedo aprender a mirar –en mi caso, como varón– a esa mujer con los mismos ojos con los que Cristo me mira a mí? Esa es la idea. En la medida en que tú te sabes mirado por Cristo, aprendes a mirar a la persona que tienes enfrente. En cierto modo, si todos somos hijos de Dios, entonces todos somos hermanos en Cristo. Y cuando yo veo, por ejemplo, a Lola, la veo como hermana en Cristo, me libero de mirarla con cualquier otro tipo de mirada.

– La teoría está muy clara, naturalmente, pero es algo que habrá que ir ejercitando…

– Álvaro: ¡Desde luego! ¿Cómo se aprende a amar? Amando. ¿Cómo se aprende a mirar? Mirando igual que miraba Cristo.

¿Una moda?

– La Teología del Cuerpo, ¿es una moda, una ola que luego desaparecerá?

– Lola: Yo creo que desde luego que no. O sea, esto es una revolución. Más bien ha venido hoy para quedarse, para cambiar el corazón humano, para transformar nuestra mirada. Lo que pasa es que ahora está teniendo mucho impacto. Yo creo que es porque la sociedad en la que vivimos está muy herida, es una sociedad muy esclava, en la que hay mucho deseo de amar y ve que, de repente, Cristo, a través de la Teología del Cuerpo, es capaz de responder a estas preguntas que tiene el ser humano de una manera en la que el mundo no se las puede responder. Un mundo en el que nos educan a buscar soluciones inmediatas y superficiales que nos llevan a un vacío súper profundo. Cristo se nos revela de una manera revolucionaria, porque nunca habíamos escuchado una respuesta así.

– Y parece que está teniendo una gran acogida, porque este verano tenéis los cursos llenos y hay lista de espera…

Gonzaga: ¡Sí, sí! Tenemos una gran suerte los que estamos aquí y hay un equipazo detrás. Primero hemos hecho la experiencia de la Teología del Cuerpo y luego tenemos ese llamado a darlo a otros. Cuando descubres un tesoro tan grande, no te lo puedes quedar para ti. Organizamos unos campamentos que son un apostolado del Regnum Christi llamados Yiós que significa hijo en griegoSomos hijos en el hijo y ahí se te empieza a revelar lo que es tu vocación, tu llamado, todo a través de tu cuerpo, que es una locura. Hay dos campamentos: para bachillerato y para universitarios, a finales de junio y a finales de julio. Para nosotros es un regalo, porque empezamos a hacerlos en 2019 y desde entonces la cantidad de gente que se apunta, aumenta. Este año, si Dios quiere, vamos a participar 170 jóvenes en cada uno de los campamentos, y aún así tenemos una lista de espera muy grande, de más de 50 personas.

Una perspectiva que cambia todo

–Pero, ¿qué es lo que encuentra un joven que vaya a uno de esos cursos? ¿Qué le va a sorprender?

– Gonzaga: Lo que encuentra es una respuesta que no esperaba escuchar. Creo que –quizá desde la perspectiva de alguien que ha ido a un colegio católico toda su vida– no se ve esta parte del amor, de la sexualidad, incluso el noviazgo. Se suele ver desde el prisma de la norma, de lo que no puedo hacer. En nuestros campamentos se da la vuelta la tortilla totalmente. Ya no es «lo que no puedo hacer», sino que descubro la belleza de que soy hijo. Y dices: «¡Claro, es que desde esa perspectiva todo cambia!». Ya no es una norma que debo cumplir porque si no estoy haciendo algo mal. No; es que descubro la belleza que existe porque quien la ha creado es Dios. Por lo tanto es bueno, es bello, es verdadero, es deseable. Y entonces me pregunto: «¿Cómo es que estoy yendo a mínimos en vez de ir a máximos?» Cuando alguien hace la experiencia de vislumbrar un horizonte más grande, un amor real en mayúsculas, no quiere conformarme con otra cosa que no sea aspirar a eso.

– Álvaro: Lo que sucede básicamente es que Cristo, a través de la Teología del Cuerpo, te revela quién eres, qué es lo que está sucediendo hoy en día, quién soy yo. Esa es la gran pregunta que todo el mundo se hace. Vemos la gran crisis de identidad que hay tanto en el género masculino como en el femenino. O sea, te das cuenta de que la gente anhela profundamente saber quién es de verdad, porque hay tanta confusión en sus cabezas con lo que el mundo te propone y con lo que tú tienes en tu corazón, que lleva a una colisión que te genera buscar respuestas. Lo que nos ha sucedido a todos los jóvenes que nos sumergimos en la Teología del Cuerpo es que hemos encontrado respuestas, respuestas reales, respuestas que coinciden con lo que tenemos en nuestro corazón.

– Respuestas que también tendrán que ver con la sexualidad, otro tema sobre el que, en ocasiones, se pasa de puntillas…

– Álvaro: Por supuesto. O sea, la gente comete un error pensando que la Teología del Cuerpo te va a dar respuesta a por qué no debes masturbarte, o por qué debes esperar hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales. No; la finalidad de la Teología del Cuerpo primero es revelar, revelarte quién eres en tu masculinidad y feminidad, y segundo, enseñarte a vivir tu sexualidad para ser feliz, qué es lo que la gente anhela profundamente.

– Gonzaga: Sí. Y todo eso se te revela a través de tu cuerpo, por el que me doy cuenta de que soy hijo. Todos tenemos el ombligo que no sirve para nada, sólo es una cicatriz, pero te recuerda constantemente que vienes de alguien y, al final, vengo de Dios. Antes de poder amar a otro he sido profundamente amado. Otra de las cosas que es muy potente es la manera de trabajar que tenemos en los campamentos: de joven a joven. Es algo espectacular, porque no decimos nada nuevo: hablamos del Génesis, de nuestro origen, de nuestra creación, pero eso lleva escrito toda la vida. La diferencia es que un joven que vive lo mismo que tú, que ha pasado por lo mismo que tú, es el que te lo cuenta, el que te lo transmite. Y eso tiene una potencia espectacular.

– Lola: Al final, nosotros lo único que hacemos es dejarnos llevar por el Espíritu, que sea Él quien hable que es quien mueve los corazones. Por eso tiene tanto éxito la Teología del Cuerpo, porque es el Espíritu Santo el que está ahí al mando y con las riendas de todo esto.

– Por lo tanto, habéis visto a muchos jóvenes cambiar después de hacer esta experiencia…

– Rafael: Absolutamente. Yo tengo la suerte de ser profesor de Teología del Cuerpo en la universidad. Cuando comencé tenía un poco de miedo: «A ver si se apunta alguien a las clases y puedo seguir adelante con esto y no me lo cierran». Mi sorpresa es que cada año tengo más jóvenes. ¿Por qué? Porque los jóvenes de hoy en día están hartos, cansados de que les mientan. Y cuando escuchan la Verdad con mayúscula, dicen: «Esto es lo que yo quiero». Mi gran gozo es que yo soy un profesor que enseña lo que le gusta a la gente que quiere escucharlo. Eso es la maravilla. Cuando los jóvenes escuchan, se encuentran con la verdad. Dicen: «Oye, esto no se parece en nada a lo que me habían contado». Y claro que se transforman. Y claro que cambian. Y claro que deciden un camino nuevo. Y una cosa que es muy bonita de la Teología del Cuerpo es que sana heridas. Porque desgraciadamente en esta sociedad que vivimos, hay mil heridas. Las estadísticas hablan de la falta de paternidad, de la falta de la figura paterna, y la Teología del Cuerpo sana todo eso.