La breve, bella y profunda catequesis del Papa sobre el sacramento de la Confirmación a cientos de niños italianos

Discurso del Papa a los confirmandos de la archidiócesis de Bari-Bitonto

(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 27.01.2024).- A primeras horas de la tarde del sábado 27 de enero, el Papa Francisco recibió en audiencia a una numerosa delegación de chicos de la arquidiócesis de Bari que se preparan para recibir el sacramento de la Confirmación. Los adolescentes estaban acompañados por sus familias, catequistas, sacerdotes y el obispo local. La audiencia se tuvo en el Aula Pablo VI, que prácticamente estuvo llena. Ofrecemos a continuación la traducción al castellano del discurso del Papa.

Saludo a vuestro Obispo, Monseñor Giuseppe Satriano, a los padres, familiares, catequistas y a todos vosotros, que habéis llenado de alegría esta gran sala, ¡y más allá! Gracias.

Os estáis preparando para recibir el sacramento de la Crisma, que también se llama Confirmación, porque confirma el don y los compromisos del Bautismo. Por eso, enseguida os hago una pregunta: ¿quién de vosotros conoce la fecha de su Bautismo? Pocos, ¿eh? Pocos… ¿quién se acuerda? Veamos… no sólo los niños, sino también los padres y los catequistas, ¡porque también ellos pueden haberla olvidado! Que levante la mano quien sepa la fecha de su Bautismo… ¡Son pocos! Pero sigamos con calma. … Y después, los que no lo recuerden, o realmente no lo sepan, que se comprometan a buscarlo, que pregunten a sus padres, a sus padrinos: «¿cuál fue el día de mi bautismo?», y que no lo olviden nunca: es como un cumpleaños, una cosa muy bonita. Porque la fecha del bautismo debe celebrarse cada año como un segundo cumpleaños. Hazte también un pastel con velas: un pastel extra, ¡no está mal!

Pero no os lo digo en broma, sino porque la fecha de nuestro bautismo es una fecha muy importante. Porque ese día nacimos a la vida cristiana, a la vida en Jesús, que dura para siempre, que es una vida eterna, ¡para siempre! Luego entramos en la gran familia de la Iglesia, y el Espíritu Santo vino a habitar en nosotros y no nos abandona nunca más; y finalmente recibimos la mayor herencia que existe: ¡el Paraíso!

¡Pensad qué inmenso don es el Bautismo! ¿Y qué pasa con la Confirmación? Vosotros que os estáis preparando, ¿qué pasa con la Confirmación? Lo que sucede es que todo esto se confirma, es decir, se hace más sólido, más fuerte. ¿Por quién? En primer lugar, por el Espíritu Santo, que nos renueva con sus dones; después, por la Iglesia, que nos confía la tarea de anunciar a Jesús y su Evangelio; y, por último, por nosotros mismos, que aceptamos esta misión como un compromiso personal, como protagonistas y no como espectadores.

A este propósito, quiero recordaros el ejemplo de un chico como vosotros, un chico muy especial: se llamaba Carlo, quizá hayáis oído hablar de él, Carlo Acutis. Le conocéis. Vivía en Milán. Por desgracia murió muy joven, en 2006, cuando sólo tenía 15 años, pero en su vida hizo muchas cosas hermosas en pocos años. Sobre todo, era un gran apasionado de Jesús; y como se le daba muy bien moverse por internet, lo utilizó para servir al Evangelio, difundiendo su amor por la oración, el testimonio de la fe y la caridad hacia los demás.

Tres cosas importantes: oración, testimonio y caridad. ¿Lo has entendido? Oración, testimonio y caridad. Digámoslo juntos: «oración, testimonio y caridad». No había oído… «Oración, testimonio y caridad». Ahora lo he oído, muy bien. Estas cosas, Carlo Acutis las vivía con tanto empeño: pasaba mucho tiempo con Jesús, sobre todo en la Misa, a la que asistía todos los días, y rezaba ante el Sagrario, y luego anunciaba a todos, con palabras y con gestos de amor, que Dios nos ama y nos espera siempre. Escuchad esto: «Dios nos ama y nos espera siempre». ¿Lo habéis entendido? Digámoslo juntos: «Dios nos ama y nos espera siempre». No he oído… [repite] «Dios nos ama y nos espera siempre». ¡Bravo!

Así que, chicos y chicas, ahora que se acerca el día de vuestra confirmación, os propongo que hagáis lo mismo. Id a Jesús, conocedle, y luego decidle a todo el mundo que es bueno estar con Jesús, ¡porque nos ama y siempre nos está esperando! ¿Qué hace Jesús? [repite] ‘Nos ama y siempre nos está esperando’. Ya has aprendido. De hecho, digámoslo siempre. ¡Bravo! Seguid así, gritad este mensaje a todo el mundo: no sólo con palabras, sino sobre todo con gestos de amor: ayudando a los demás, especialmente a los más necesitados. ¿Y cuál era el mensaje? [repetido] ‘Jesús nos ama y nos espera siempre’. ¡Sois listos y habéis aprendido bien! Gracias.

Os deseo un buen camino, junto con vuestros catequistas y vuestros padres y familiares. Sed testigos de lo bueno que es estar con Jesús y de lo mucho que nos ama. Os bendigo a todos de corazón. Y, por favor, rezad por mí. ¿Y cuál fue el mensaje? [«Jesús nos ama y nos espera siempre». ¡Bravo!

Ahora os daré la bendición, pero todos juntos, primero, recemos a la Virgen para que nos ayude a encontrar a Jesús. Todos juntos: Ave María, …
[Bendición]