Fundación San Blas: el hogar de los que no lo tienen

La entidad lleva años alimentando a los sin techo de la capital aragonesa, aunque para el centro esa no debe ser su función principal. «No hacemos caridad, buscamos su reinserción», afirma Borraz, su presidente

«Nos ven como su referente. Saben perfectamente que, les pase lo que les pase, aquí siempre van a encontrar nuestra ayuda», explica Bernad, la coordinadora

«Es una cuestión sin solución, pero aquí tratamos de ponerle remedio», afirma Antón Borraz sobre uno de los problemas latentes en las grandes ciudades, entre las que se incluye la capital aragonesa. El médico jubilado es el presidente de la Fundación San Blas de Zaragoza, una entidad sin ánimo de lucro que tiene como objetivo ayudar a las personas que, por diferentes motivos, no tienen un techo en el que cobijarse por las noches y tienen que dormir en la calle. El San Blas lleva más de una década alimentando a los más necesitados de la ciudad y mejorando, en la medida de lo posible, la calidad de vida de las personas que no poseen un hogar.

La primera labor que realiza la Fundación San Blas es la de proporcionar sustento a los que no tienen recursos. «En la actualidad, damos alrededor de 240 servicios cada jornada. Los 365 días del año, la asociación reparte desayunos y cenas para todo el que tiene una ficha con ellos. «Somos los únicos de Zaragoza que damos cenas», subraya Borraz, que asegura que cada año el número de usuarios va en aumento y, con los medios que tienen a su alcance, últimamente se encuentran algo desbordados por la mayor afluencia.

Pero si por algo se diferencia la Fundación San Blas es por su consigna, un servicio que ofrecen a las personas sin hogar para que puedan guardar sus posesiones bajo llave durante todo el día y no las tengan que llevar a cuestas en todo momento, algo que les facilita enormemente la vida. «Es nuestro buque insignia. No hay algo así, ya no en Aragón, sino en toda España. En Barcelona hay algo similar, pero no es tan completo. Tenemos 124 taquillas a la disposición de nuestros usuarios», explica Borraz con orgullo.

Voluntarios

La entidad benéfica, con sede en el paseo Echegaray y Caballero de la capital aragonesa, se financia exclusivamente con subvenciones del Ayuntamiento de Zaragoza y del Gobierno de Aragón («más alguna donación personal», puntualiza su presidente). Un dinero que les permite sufragar sus gastos de mantenimiento y alimentación y también contratar a profesionales para asistir a las personas sin hogar. Aunque para Antón, sin duda, una de las piezas claves para que la fundación pueda realizar su labor son los voluntarios. «Ahora tenemos un grupo de entre 60 y 70. En su mayoría son jubilados que han sido grandes profesionales, lo que les permite ayudar a nuestros usuarios. Su compromiso es admirable y sin ellos nuestro trabajo no sería viable», recalca el presidente.

La consigna de la entidad, su "buque insignia", permite a los usuarios guardar sus posesiones bajo llave.

La consigna de la entidad, su «buque insignia», permite a los usuarios guardar sus posesiones bajo llave. SAN BLAS

Pero para la Fundación San Blas, que pertenece a la Coordinadora de Entidades para Personas Sin Hogar de Zaragoza, su principal misión no es la de dar comida a los más necesitados. «No queremos hacer caridad. Nuestro objetivo es la reinserción», afirma contundente Antón. «Yo defiendo la dignidad de todos ellos por encima de todo. Se merecen todo el cariño del mundo. Aquí luchamos por su situación», enfatiza un presidente que recuerda que, ahora que llega el frío, admiten donaciones de ropas de abrigo y mantas para que el invierno sea menos invierno para sus usuarios. «Muchas veces no es fácil. No contamos con demasiados recursos, pero seguiremos peleando por extender nuestra labor durante muchos años más», reflexiona Borraz.

El segundo paso

«Lo que atrae a la gente hasta nosotros y lo que nos da la posibilidad de intervenir son los servicios de cocina y consigna», explica Leyre Bernad, psicóloga y coordinadora de la Fundación San Blas. Entonces es cuando comienza, a su juicio, la tarea más importante. Como es previsible, los usuarios de la entidad suelen llegar a sus manos con muchos problemas. «No tenemos una coordinación directa con la Administración pública, pero tratamos de analizar su situación en una primera consulta y luego decidimos cuál es la forma de proceder más ventajosa para ellos», analiza Bernad. En muchos casos, las personas sin hogar sufren alguna enfermedad mental (las adicciones son muy frecuentes) que complica la labor de la Fundación San Blas. «Clasificamos a nuestros usuarios. Hay un grupo que tiene una situación tan cronificada que lo único que podemos hacer es lo que llamamos reducción de daños, que son medidas para que, aunque su reinserción en la sociedad es prácticamente una quimera, tengan una vida lo más digna posible», explica la psicóloga.

«El objetivo final es que no nos necesiten»

El perfil medio de las personas que atienden en la Fundación San Blas son hombres de mediana edad y, en su mayoría, extranjeros. «Aunque cada año tenemos más gente española», advierte Bernad. Tras esa primera atención, y si ellos quieren, se comienzan a dar los siguientes pasos para, como insisten en todo momento desde la entidad, su integración. «El objetivo final es que no nos necesiten», apunta la coordinadora. Aunque no siempre es fácil. «Calculamos que, de las personas que entran por la puerta, tan solo entre un 15 y un 20% consiguen esa reinserción que buscamos», afirma Bernad. Aunque desde la Fundación San Blas no cesa en su empeño de conseguirlo.

La entidad organiza continuamente proyectos, programas y cursos variopintos para que las personas sin hogar puedan encontrar su sitio en la sociedad. Desde clases de español para extranjeros, pasando por actividades de búsqueda activa de empleo o de nuevas tecnologías. «Aquí les informamos de los requisitos, los papeles necesarios, les enseñamos a hacer trámites con la Administración…», explica Bernad. Y, algunas veces, todo ese trabajo funciona, como en el caso de Hazma, de 23 años. «Le debo todo a la fundación», reconoce emocionado y agradecido un chico que encontró trabajo y ahora vive en un piso gestionado por la entidad zaragozana.

«Ellos nos ven como su referente. La Fundación San Blas es un sitio único, damos una atención tan cercana que acaban confiando en nosotros. Saben perfectamente que, les pase lo que les pase, aquí siempre van a encontrar nuestra ayuda y nuestro apoyo. Somos como una familia», finaliza la psicóloga.