Colosal Alonso con un Aston Martin estelar

Tercer puesto para el español, que adelantó en pista a Hamilton y a Carlos Sainz. Los Red Bull inalcanzables, victoria de Verstappen con Pérez detrás

Ha tardado mucho tiempo en encontrarlo, una década casi, pero Fernando Alonso ha descubierto al fin un coche premium, un monoplaza a su altura de estrella. Con 41 años y una ilusión de adolescente, como si no hubiese pasado el tiempo ni consumido las decepciones, el piloto español exprime el sensacional Aston Martin para lograr un podio de ley en la primera carrera de 2023. Un Alonso colosal, brillante en su prestación, que adelantó en pista a Lewis Hamilton por los viejos tiempos y a su amigo Carlos Sainz para alzarse con el tercer puesto y ratificar que ha vuelto. Es su podio número 99, el último en Catar el año pasado con Alpine. Max Verstappen ganó y avasalló en Baréin seguido por su compañero en Red Bull, ‘Checo’ Pérez, inalcanzables ambos. Carlos Sainz acabó cuarto.

Hay gestos que no se pueden traducir y tampoco medir en este mundo de ingenieros y telemetrías donde dos y dos siempre tienen que sumar cuatro. Es el brillo en la mirada de Fernando Alonso al bajarse del coche y contestar a las preguntas de Nico Rosberg.

El español, que lleva veinte años en la Fórmula 1 y 38 conduciendo coches de carreras, se emociona como pocas veces al dar las gracias a su equipo por ese bólido rompedor, al felicitar a su compañero Lance Stroll (el hijo del dueño) por concursar con una mano maltrecha. Y se conmueve, sobre todo al encaramarse al podio, pletórico de felicidad señalando, copa en mano, a su equipo verde.

La ducha de champán de Alonso junto a Verstappen y Sergio Pérez es digna de otro tiempo, cuando cada podio de Fórmula 1 se vivía como si no hubiera un mañana, tan alejados los pilotos de lo políticamente correcto.

Esa esperanza compartida del piloto asturiano se traduce en sus movimientos en la pista, en la codicia de sus adelantamientos, en la inteligencia con la que conserva los neumáticos, en la destreza para sacar el máximo del Aston Martin, el coche verde que el año pasado era una ruina (séptimo en la general de constructores) y hoy asoma en Baréin como segundo con Alonso al volante.