El castigo de Argelia por el giro de Sánchez se enquista

Cinco meses han transcurrido desde que las autoridades argelinas decidieron suspender el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación suscrito con España en el año 2002 en señal de desacuerdo con el giro del Gobierno de Pedro Sánchez en el Sáhara Occidental.Una decisión que llegó acompañada del anuncio de la congelación de las domiciliaciones bancarias en el comercio con España que, si bien fue decretado por un colectivo privado, la Asociación Profesional de Bancos y Entidades Financieras –que levantó la restricción el 28 de julio–, llevaba el sello de las autoridades militares, pese a negar en público un boicot.

Camino del medio año de castigo comercial y de los ocho meses de crisis hispano-argelina (en marzo trascendía la carta de Pedro Sánchez a Mohamed VI apoyando la propuesta marroquí de autonomía avanzada para el Sáhara) no hay viso alguno de que el régimen militar se esté pensando suavizar el castigo a España.

Desde que el 19 de marzo el presidente Abdelmadjid Tebboune retiraba a Said Moussi, no hay embajador de Argelia en Madrid y el régimen militar veta al español en el país magrebí, Fernando Morán Calvo-Sotelo, desde hace semanas. Los puentes políticos están rotos.

«Argelia se ha dedicado en los últimos meses a la celebración de la Cumbre de la Liga Árabe y ahora a solicitar la adhesión a los BRICS, y las relaciones han mejorado mucho con Francia», recuerda el profesor titular de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense, Rafael Bustos. «La sensación es de que, a pesar de algunos gestos de España, como el de Ryma (la niña trasladada al hospital madrileño de La Paz tras ser quemada viva), Argelia no va a mover ficha hasta que España no cambie de posición respecto al Sáhara».

Caída de las importaciones

«La situación sigue donde estaba. No ha habido ningún cambio y conociendo al régimen argelino, va a seguir así. Las importaciones argelinas de España son ya residuales», asegura a LA RAZÓN una veterana fuente española experta en los entresijos de las relaciones económicas de los dos países. La caída de las exportaciones españolas en el país supera ya el 95% respecto al período anterior a la crisis diplomática, según datos de octubre. Además, las empresas españolas no pueden presentarse a licitaciones al no poder aportar una garantía bancaria. «Desde que comenzó el problema no ha habido ni una sola licitación atribuida a empresas españolas», asegura.

La situación de los empresarios españoles instalados en Argelia o cuyas empresas mantienen actividad comercial con el país es desesperada. «Nadie hace operaciones con Argelia. Los productos españoles siguen vetados; todo lo que huela a español sigue en un bloqueo encubierto. Las empresas siguen fastidiadas y enfadadas», apunta Alfonso Tapia, CEO de Omnicrea Consultoría, firma especializada en las relaciones entre España y Argelia. «Hay sectores muy críticos en esta crisis, como cerámicas, esmalte, químicos, textil o maquinaria», detalla el empresario español.

«Las empresas están intentando quejarse y hacer ruido. Desde el Gobierno se nos dice que la diplomacia sigue funcionando y que se siguen haciendo cosas, que la UE está con nosotros y presionando. Y desde Argelia unos nos dicen que algunos sectores van a liberarse y otros, que solo habrá cambios cuando haya relevo en el Gobierno de España. Es una situación horrible para trabajar. La incertidumbre es muy grande», señala. «Y da la casualidad de que Argelia está en uno de sus mejores momentos: le viene bien la crisis energética, la guerra, el aumento de la demanda interna, su estabilidad… Lo que le permite establecer ambiciosos planes de expansión. Y empresas españolas muy bien posicionadas no pueden operar», lamenta el también representante del Instituto Valenciano de la Competitividad Empresarial.

Pero no es sólo el ámbito comercial el que sufre las consecuencias. Desde comienzos de abril Argelia no coopera con las autoridades españolas en las repatriaciones de inmigrantes argelinos llegados por vía marítima. Sin que el país se haya decidido por emplear la baza migratoria contra España, las llegadas de migrantes a las costas de Baleares y el Levante han marcado récords en los últimos meses.

A pesar de la difícil situación que atraviesa su principal aliado, Rusia, el momento presente –una crisis energética internacional y alimentaria en África– está favoreciendo a Argel. El régimen militar ha visto aumentar sus ingresos por las exportaciones de hidrocarburos al tiempo que reforzaba su alianza política y económica con dos de las principales potencias europeas, Francia e Italia, y hasta toca formalmente la puerta de los BRICS. Entretanto, el régimen militar se ha apuntado recientemente el tanto de arrancar un mensaje de unidad a la Liga Árabe.

El castigo se enquista y el perjuicio para los empresarios españoles sigue incrementándose, aunque la cuestión parece semiolvidada para el Gobierno. La última alusión del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, al problema fue el pasado 24 de octubre, cuando aseguró que se están haciendo «todos los esfuerzos posibles» por recuperar las relaciones comerciales. Con un régimen argelino reforzado (en plena carrera armamentística con Rabat ha elevado el presupuesto militar un 130%) el riesgo de una escalada en nuevos frentes en las próximas semanas no puede subestimarse.