La Romareda más solidaria no falla en su cita contra el cáncer infantil

Cerca de 21.000 personas han asistido en La Romareda al partido de Aspanoa, que en su 28 edición medía a los veteranos del Real Zaragoza con una selección de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). Algunos, por cierto, con pasado muy reciente en el fútbol profesional.

Un día, por tanto, para la solidaridad contra el cáncer infantil pero también con un punto nostálgico en lo deportivo. Antes del pitido inicial, corrillos en el césped entre jugadores que son historia del cuadro blanquillo. Conversaban los Pablo AlfaroCaniGalletti o César Sánchez, que de pisar el municipal algo saben.

En la grada, gente de todas las edades pero con una gran presencia de niños y niñas, muchos enfundados con la blanquilla, la avispa o la del cachirulo, han puesto color al partido. Especialmente, en la tribuna principal, que estaba abarrotada. Alguno, eso sí, con un ojo en el móvil y el partido de Copa del Rey del primer equipo frente al Diocesano, que se disputaba a la vez. Se han animado con los cánticos, los gritos de ánimo y hasta protestado alguna decisión arbitral. También se han puesto de pie para aplaudir los cambios y celebrar los goles locales, en una mañana con un gran ambiente.

En el momento de las presentaciones, el protagonismo lo han acaparado, como no podía ser de otra manera, los niños de Aspanoa, con una gran ovación antes y durante la foto de familia con los futbolistas.

Cani ha sido uno de los más aplaudidos por el estadio zaragocista

VIEJOS CONOCIDOS

Antes, La Romareda ha aprovechado para reconocer la presencia de algunos de sus ídoloscomo Xavi Aguado. No se han quedado atrás LafitaJavi Moreno, o alguno de los héroes de Montjuic con la consecución de la última Copa del Rey zaragocista. En el rival, esos aplausos han atronado con la salida al verde de su entrenador, el exseleccionador nacional José Antonio Camacho.

El resultado, como se suele decir en estos casos, es lo de menos. Queda claro que los años no pasan en balde deportivamente, aunque la calidad permanece, igual que la brega y la rasmia con la que estos mismos hombres, hace no tanto, levantaron de sus asientos al público.

Al final de la jornada, abrazos, saludos entre viejos conocidos y el compromiso de repetir el próximo año. En juego no habrá tres puntos, sino la necesidad de reconocer y hacer frente a la lacra del cáncer infantil. Zaragoza, desde luego, ha dado 21.000 razones para demostrar que sabe poner su granito de arena.