Jordi Sevilla: «Si queremos mejorar los salarios necesitamos pymes más grandes»

«Una brecha no es simplemente una tensión que se resuelve con un acuerdo o una transacción, sino una ruptura consolidada, una herida crónica para la que no parece existir sanación». La definición del filósofo Daniel Innerarity califica la naturaleza de las seis brechas sociales, que están carcomiendo la cohesión social, amenazando la unidad y alentando el populismo y el totalitarismo en España, y que Jordi Sevilla disecciona en su último libro ‘La España Herida’. Son las brechas entre ricos y pobres, entre mujeres y hombres, entre jóvenes y mayores, entre el mundo rural y el mundo urbano, entre ‘turbocapitalismo’ y ‘retrocapitalismo’ y entre analógicos y digitales.

Es curioso. Las brechas que señala se abren en el momento en que más avances parece haber en todos esos ámbitos.

Se ha elevado el listón de exigencia de la sociedad y lo que antes se veía como un desafío a alcanzar ahora se presenta como una necesidad. En España aún nos enardecemos con la brecha territorial, pero sorprende que hayamos sido tan laxos con todas las brechas que se han abierto por el camino y que afectan de forma mucho más directa a nuestras familias, nuestros amigos, nuestros vecinos y a nosotros mismos. Estas brechas no son de derechas ni de izquierdas, no deben verse como un espacio de confrontación sino como un problemas a solucionar. Es ahí donde choco con el aparato político del momento porque esas soluciones solo se pueden buscar pactando y negociando y no lo estamos haciendo.

¿Qué impide llegar a esos consensos básicos en España?

Hemos vivido un proceso de fuerte polarización, que además ha ido de arriba abajo. El último pacto de estado fue el de Maastricht, para entrar en el euro, y de esto han pasado ya 30 años. Desde entonces se ha venido alimentando una polarización, que ha ido a peor en los últimos años. Tenemos que cambiar el chip y que deje de estar valorado el insulto y el ‘y tú más’.

España sigue arrastrando problemas endémicos: paro elevado, precariedad laboral, salarios bajos…

En el libro hablo de la existencia de un tejido empresarial dual, formado por empresas grandes, que se han internacionalizado y son capaces de competir a cualquier nivel, lo que llamo ‘turbocapitalismo’; y por un elevado número de empresas de pequeño tamaño que solo son rentables si precarizan el mercado laboral, lo que denomino ‘retrocapitalismo’. Tenemos que entender esta dualidad. Si queremos aumentar la inversión en I+D, reducir la precariedad laboral o elevar los salarios, tenemos que conseguir que esas empresas ganen tamaño y mejoren su situación.

¿Se conseguirá con los fondos europeos y el Plan de Recuperación y Transformación?

La respuesta de la UE con los Next Generation es el paso más importante que se ha dado para la unidad europea desde el euro. Aquí se han visto como unos fondos para impulsar la recuperación económica cuando en realidad se trata de fondos para una reconversión verde y digital de la economía. No estoy de acuerdo con las críticas al plan. Se trata de un plan de país. El problema es que cuando se pasa por el tamiz de la burocracia de la Administración, la ley de contratos del sector público, etcétera, se corre el riesgo de que acaben convertidos en unos fondos estructurales más.

Otro de los debates que hay sobre la mesa es el debate fiscal. ¿Hay que subir o bajar impuestos?

Nuestra presión fiscal es más baja que la de la UE. Todos los informes parecen coincidir también en que tenemos más fraude fiscal. Los datos dicen que buena parte de la diferencia de ingresos con Europa se debe al IVA. Ahora, ¿tenemos que subir los tipos de los impuestos o replantearnos todas las deducciones fiscales que hay en el sistema fiscal? Si queremos tener un nivel de servicios públicos elevados y todo apunta a que los españoles queremos tener un nivel de servicios públicos alto, hay que pagar más impuestos. Hay que recuperar la dignidad social de pagar impuestos.

¿En su libro plantea, de hecho, un IRPF obligatorio para toda la población en edad de trabajar?

Los impuestos son el peaje que pagamos por vivir en civilización. Hay miles de personas que no hacen la Declaración de la Renta porque no alcanzan los ingresos mínimos para tener la obligación de declarar en el IRPF y eso hace, por ejemplo, que no tengan acceso a las rebajas fiscales que se aplican a través de ese impuesto. Un IRPF obligatorio es una fórmula para integrar en el sistema a todas las personas que estén en edad de trabajar y hubiera facilitado por ejemplo la puesta en marcha del Ingreso Mínimo Vital.

¿Cómo ve el tema de las pensiones?

Sé que se me van a echar encima por decir esto pero tenemos un sistema de pensiones muy generoso si se tiene en cuenta la escasa diferencia entre el último salario y la primera pensión. ¿Es necesario actualizar todas las pensiones, las más altas y las más bajas, con el IPC en un momento en que se está hablando de pacto de rentas y repartir los sacrificios? Tengo mis dudas.