La banca, en guardia ante el riesgo de sus 148.000 millones en deuda pública

GRAF7696 . MADRID, 31/08/2020.- La presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín (i) y el presidente del BBVA, Carlos Torre (d) a su llegada a la conferencia "España puede. Recuperación, Transformación, Resiliencia" del presidente Pedro Sánchez este lunes en La Casa de América en Madrid. EFE/ Luca Piergiovanni

Hacía años que la prima de riesgo no aparecía en los telediarios con tanto protagonismo. Han tenido que pasar una pandemia, una crisis de suministros, una inflación desbocada y una guerra para que las tensiones sobre la deuda pública española -y europea- volvieran a importar. A quien nunca dejó de importarle el interés del pasivo público, el diferencial del bono español con el alemán, es al Banco Central Europeo (BCE)… y por extensión también a las entidades financieras de nuestro país.

La experiencia de 2012 con la prima de riesgo, que mide el sobreprecio a pagar por el bono español a 10 años en comparación al alemán, aún genera escalofríos en nuestro país. En la banca recuerdan la época con miedo, con entidades en la cuerda floja y cayendo en problemas de solvencia.

Aquella situación no se parece en nada a la actual pero el simple recuerdo hace saltar alguna alarma.

Varias fuentes financieras confirman que la banca española ha activado una mayor vigilancia sobre la prima de riesgo y su exposición a la deuda pública. Las entidades nacionales son uno de los grandes tenedores del pasivo español: acumulan en total casi 148.000 millones de euros, lo que supone más del 12,5% del conjunto de la deuda pública. En 2012, por comparar, tenían casi 200.000 millones, un 30% del total.

En estos momentos su exposición es menor que hace una década pero todavía requiere ser controlada. En la banca no están del todo tranquilos con el rumbo que está tomando la situación económica y con cómo está manejando la situación el BCE. Sí que es cierto que la prima de riesgo ya ha bajado desde los 140 puntos y la rentabilidad del bono ha dejado de superar el 3% como hace unos días, pero el hecho de que el supervisor convoque de urgencia una reunión de su consejo de gobierno no hace más que refrendar lo que los bancos ya estaban haciendo: hay que monitorizar muy de cerca la situación.

Esa vigilancia que mantienen las entidades del riesgo que han asumido con la deuda pública es algo que hacen de ‘motu proprio’ pero también con un empujón. El BCE revisa periódicamente la exposición de la banca a la deuda pública y eso obliga a las entidades a extremar la prudencia cuando la situación empeora. Preguntado sobre si ha instado a los bancos a actuar con mayor cautela, fuentes del supervisor rechazan hacer comentarios. Sin embargo, fuentes bancarias sí señalan que en las reuniones periódicas que se mantienen ha salido el tema a relucir, sin indicaciones expresas, pero sí en un tono de supervisión, porque el BCE no quiere que se le escape nada.

Lo cierto es que la banca española mantuvo una reunión con Andrea Enria, presidente del consejo de supervisión del BCE, hace algo más de una semana y entonces nadie mencionó el problema de la deuda, como confirman varias fuentes financieras. Sin embargo, esto lo achacan a que los acontecimientos se han desarrollado a tal velocidad que en ese momento no estaba la situación que hay ahora con la prima de riesgo.

Los bancos echan en falta que el BCE sea más claro con la nueva herramienta anticrisis que ha encargado diseñarEn el sector financiero recuerdan que las entidades tienen buena salud para aguantar cualquier ‘shock’

Todo ello no quita, por otra parte, para que las entidades tengan también su propio pensamiento sobre cómo está manejando esta situación el supervisor. Fuentes financieras explican que lo que impera en la banca es la confianza en que el BCE no va a dejar cadáveres por el camino, aunque eso no implica que se dé un cheque en blanco de confianza a cualquier actuación y discurso.

El pasado miércoles la institución con sede en Fráncfort convocó una reunión de su consejo de gobierno con la máxima urgencia. Esto provocó que varios miembros, entre ellos el gobernador del Banco de España, tuvieran que cancelar su agenda sin pensárselo para acudir a la convocatoria. La urgencia y el tema lo merecían: había que transmitir que la zona euro está a salvo.

La reunión del BCE

Tras el encuentro, el BCE emitió un comunicado en el que informaba sobre la decisión de «aplicar cierta flexibilidad en la reinversión» de los bonos de su programa de emergencia puesto en marcha durante la pandemia (denominado PEPP). También anunció el diseño de un nuevo instrumento «antifragmentación» para combatir la divergencia de los tipos de interés, las primas de riesgo, dentro de la eurozona. Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, insistió un día más tarde con que «los mercados no tendrán dudas sobre cuánto estamos dispuestos a hacer frente a la fragmentación». Se dirigió directamente a los mercados sabedor de que no habían recibido como se esperaba las conclusiones de la reunión extraordinaria.

En la banca la sensación tampoco fue de celebración. Las fuentes consultadas no critican la gestión de Lagarde ni de De Guindos, como presidenta y vicepresidente, ni de los gobernadores de cada Estado miembro; prefieren no personalizar en nadie los problemas que atisban ante esta situación. Así las cosas, las entidades financieras critican que el BCE como institución que debe velar por la estabilidad financiera y de precios no ha sido todo lo clara que podría haber sido. El comunicado sentó como una suerte de quiero y no puedo de transmitir lo que se estaba haciendo. Especialmente, lo que echan en falta los bancos es mayor concreción tanto sobre las reinversiones como en particular sobre esa nueva herramienta. Porque ese nuevo instrumento monetario ya se venía hablando en reuniones pasadas pero nada se sabe más específico y la banca, muy pendiente de los mercados, no se mueve bien en la incertidumbre como parte del sector privado que es. Más aún teniendo en cuenta, en el caso español, que tiene una exposición que se acerca a los 150.000 millones en deuda pública nacional, a lo que habría que sumar el peso de la deuda italiana, portuguesa, griega…

Así, en el sector recuerdan que los test de estrés que se le realizan periódicamente por parte de los supervisores señalan un nivel de solvencia suficiente para aguantar incluso los ‘shocks’ más severos; no se darían los problemas de antaño, al estar mucho más saneadas las entidades y mejor capitalizadas.

Con todo, en las entidades financieras mantienen aún la calma sobre lo que ocurre. Recuerdan que no están en una situación parecida a 2012 con bancos cayendo y con dudas de solvencia sobre el país. Incluso, algunas fuentes explican que en épocas de crisis severas, los bancos también aprovechan para sostenerse en la deuda pública. Es decir, por ejemplo en 2012 el interés desbocado del bono español y las reticencias hacia España eran un problema, pero también una tabla de salvación para las cuentas de resultados del sector financiero. En un momento en que la solvencia hacia aguas y el beneficio no daba, rascar rentabilidad invirtiendo en deuda era un riesgo que estaban dispuestas a asumir.

Los mercados, convulsos

La reunión del BCE no fue bien recibida por los mercados y los analistas en un primer momento. Las Bolsas cayeron, con la banca sufriendo un golpe considerable. Pero ayer los parqués sí lograron contenerse. El sector financiero, de hecho, repuntó con fuerza en el Ibex 35 para recuperar parte del terreno perdido en los últimos días.

La clave, según fuentes financieras, estará en convencer a los mercados de que todo está bajo control, pese al toque implícito que ya han recibido países como España, Italia, Grecia o Portugal. Especialmente porque en cuestión de un mes llegará la primera subida de tipos en años en Europa y cada vez más se instala el miedo a una crisis profunda en la zona euro.