Kiev recibe más presiones para «no humillar a Putin»: «Que le digan eso a una niña violada en Bucha»

Primero fue la batalla de Kiev, luego la de Azovstal en Mariúpol y ahora la Severodonetsk en el Donbás ucraniano; todas iban a ser un paseíllo militar y acabaron enquistándose durante semanas. Con la guerra ya adentrándose en su cuarto mes, la inflación, los precios de la energía y la inminente crisis alimentaria, ¿cuánto puede aguantar incólume el apoyo total de Occidente a Ucrania? Con los avances militares tanto rusos como ucranianos atascados en el este del país y la economía rusa sobreviviendo por el momento a cada paquete de sanciones, Kiev está recibiendo cada vez más presiones públicas de sus aliados occidentales para sentarse cuanto antes a la mesa de negociación y encontrar una solución que “no humille a [Vladímir] Putin”, en palabras del presidente francés Emmanuel Macron. O, al menos, establecer un alto el fuego.

“Necesitamos un interés permanente de Occidente, el apoyo occidental para la soberanía de Ucrania. No puede haber conversaciones a espaldas de Ucrania en ningún momento”, ha asegurado Zelenski en una reciente entrevista con el ‘Financial Times‘ sobre estas presiones, en lo que criticó como intentos de algunos aliados occidentales de explorar unos hipotéticos términos de un alto el fuego con Rusia sin involucrar a Kiev. “¿Cómo podemos lograr un alto el fuego en el territorio de Ucrania sin escuchar la posición de este país?”, añadía.

Emmanuel Macron no es el único que ha hablado públicamente de una salida negociada cuanto antes (con la consecuente cesión ucraniana). Su postura ha sido replicada por el canciller alemán, Olaf Scholz, cuyo Gobierno ha redoblado conversaciones con el Kremlin en las últimas dos semanas, y otras voces como Henry Kissinger, exsecretario de Estado de EEUU, que sugirió recientemente que debe prepararse ya un proceso de paz en los próximos meses. La presión empieza a ser tan pública que el primer ministro británico, Boris Johnson, saltó a la palestra este martes asegurando que Ucrania “no debía ser presionada” a aceptar un “mal acuerdo de paz” con Rusia.

En Kiev preocupa que este tipo de comentarios sea el preludio de una ofensiva diplomática diseñada para lograr un alto el fuego con todavía Rusia en posición de poder, que permita salvar la cara a Putin a costa de socavar la posición y soberanía de Ucrania.

“Deberían discutir el asunto [de no humillar a Putin] con las niñas de 10 años violadas en Bucha”, asegura agriamente Viktor Andrusiv, asesor del Ministerio de Interior ucraniano y exvicegobernador de Donetsk (2015-2016), en entrevista con El Confidencial en Kiev.

Resucitación diplomática de Moscú

Como parte del aparato del Gobierno, ve con preocupación la resucitación diplomática de Rusia, que tras unos meses de ‘paria’ internacional ha logrado recuperar sus cartas, incluso más allá de sus aliados habituales o actores que han elegido deliberadamente la neutralidad, como China o India. “Si antes nadie les hablaba, ahora las conversaciones se han vuelto muy intensas. Su objetivo es implementar una ‘ocupación progresiva’, avanzando sobre uno o dos asentamientos ucranianos por día y aguantando hasta el invierno para hacer que Occidente sea más complaciente en el contexto de la crisis energética y alimentaria”, ejemplifica. La inminencia de una crisis alimentaria en África y Oriente Medio por el bloqueo de los puertos ucranianos ha dado margen a Rusia para volver al escenario internacional con una ronda de contactos con Naciones Unidas, la Unión Africana, Turquía o el italiano Mario Draghi.

“Así que sí, es posible que puedan forzar las negociaciones antes, pero nuestra posición [de Ucrania] es que solo empezarán las negociaciones reales tras un encuentro personal entre Zelenski y Putin”, asevera el asesor del Ministerio de Interior, para añadir el otro punto clave y la verdadera espada de Damocles sobre las negociaciones: “Y tampoco veo la perspectiva de unas negociaciones efectivas antes de que se vayan [de las zonas ocupadas desde el 24 de febrero] o que algún lado pierda”.

Con la batalla en el Donbás enquistada y acumulando grandes pérdidas humanas y militares (Zelenski ha admitido la muerte de “entre 60 y 100” soldados al día, mientras que Rusia habría perdido varios batallones solo en el intento de toma de Severodonetsk), “es tentador [para Occidente] apoyar cualquier movimiento que le ponga fin; es de esperar que haya llamamientos para una iniciativa de paz prematura”, asegura John Sawers, antiguo jefe del MI6 (Inteligencia británica), en una columna publicada en el ‘Financial Times’.

El problema viene después: sentado a la mesa de negociaciones y con Occidente presionando para una solución rápida, el Kremlin carecería de presión o incentivos reales para retirarse de las zonas ocupadas desde el inicio de la invasión el 24 de febrero. “Un alto el fuego ahora bloquearía las ganancias militares de Rusia sobre el terreno. No hay razón para pensar que Vladímir Putin aceptaría retirarse”, advierte Sawers, quien apunta también a la ganancia política interna que se le ofrecería al presidente ruso. “Si otra ronda de diplomacia europea deja a Rusia asentada sobre sus logros militares en Ucrania, Putin recuperará la fuerza política en casa y se sentirá facultado para emprender nuevas aventuras militares en el futuro”.

En la misma línea ha contraatacado Zelenski, insistiendo a sus aliados occidentales en que la única forma de llevar a Rusia a la mesa de negociación es suministrando más armas a Ucrania y endureciendo las sanciones económicas a Moscú, para asegurarse de que el Kremlin respetaría el hipotético alto el fuego.

Aguantar “hasta septiembre”

Ucrania es consciente del cronómetro de la fatiga internacional, pero varias fuentes ucranianas consultadas se dan todavía unos meses. “Para finales de septiembre será el momento para todos de pensar en negociaciones”, asegura Andrusiv, el asesor del Ministerio de Interior.

Según sus cálculos, para finales de septiembre tanto Ucrania como Rusia habrán llegado al límite de sus recursos; Kiev habrá ya recibido las armas prometidas por Occidente y para entonces ya se habrá demostrado si fueron suficientes para dar la vuelta a la situación en el frente o no. “También para finales de septiembre todo el mundo [la UE] estará pensando en la llegada del invierno y los precios del gas”, añade.

Retrasar ese sentarse a la mesa en un momento tan delicado como la batalla del Donbás y con Moscú todavía controlando gran parte del sur del país, desde Crimea a la provincia rusa del Rostov, aumenta también las esperanzas de Ucrania de que, para entonces, el país ya tenga estatus de ‘candidato’ a la Unión Europea. “Si tenemos esa fuerte señal política [de la UE] hacia nosotros, jugará un gran papel en las negociaciones con Rusia, la UE también [tendrá mayor papel] y nuestra posición se verá afectada”, asegura a El Confidencial una fuente del Gobierno ucraniano cercana al proceso de solicitud de adhesión del país a la Unión. En principio, se calcula que en la cumbre europea del 23 y 24 de junio la UE podría anunciar una decisión sobre si conceder o no a Ucrania el estatus de candidato.

Con el destino de Severodonetsk (capital administrativa y la última gran ciudad controlada por Ucrania en la provincia de Lugansk) pendiente del avance metro a metro de las tropas rusas ya en el centro de la ciudad, Zelenski ha asegurado que “la victoria debe ser conseguida en el campo de batalla”. El problema es, como apuntan también un número creciente de analistas en Occidente, habría que encontrar soluciones pragmáticas para poner fin al conflicto, una solución menos mala en el escenario internacional que obligaría, como defendía un reciente editorial del ‘New York Times’, a que los ucranianos tomasen “decisiones difíciles”.