La experiencia en los campamentos de verano: Convivencia y compañerismo

Seis años como campista primero y otros seis como monitor después, es el curriculum de Marcos Gil, uno de los 19 monitores que organizan y coordinan el campamento de verano del Club de Tiempo Libre del Buen Pastor y que este verano viajará por última vez hasta El Pueyo de Jaca.

«Cuando alcance la edad de dejar de ir al campamento me ofrecieron ser monitor y fue un sí rotundo. Me hacía mucha ilusión el poder colaborar en que los niños lo pasaran tan bien en el campamento como yo lo había pasado durante tantos veranos», explica el monitor.

Desde los 18, el único verano en el que Marcos no ha subido a la montaña con el campamento fue el de 2020, cuando no pudo realizarse a causa de las restricciones sanitarias por covid. «Esas dos semanas son siempre sagradas, no me hace falta pensar en hacer planes porque además siempre es el tiempo que más disfruto de todo el verano», añade el joven.

Durante los 15 días que pasan en un albergue junto a la montaña a los monitores les toca también asumir los roles de responsables de un centenar de niños de edades que van desde los 9 hasta los 18 años. «En nuestro caso hay niños que son muy pequeños, para muchos es la primera vez que salen de sus casas y cuesta, tienen miedo, tienen mamitis y tienen de todo y nuestro trabajo consiste en conseguir que se sientan seguros», explica Marcos. «Tenemos la suerte de que los más mayores saben hacerse cargo de la situación y nos ayudan a que los más pequeños se olviden y disfruten de la experiencia. Al final, los que más lloran al principio son los que luego no quieren volver a casa al terminar el campamento», añade el monitor.

Y es que durante las dos semanas que dura el campamento no son solo actividades y juegos lo que incluye la programación, «tenemos charlas, actividades de convivencia e intentamos transmitirles la filosofía del campamento. Fomentamos el compañerismo e intentamos que además de jugar y pasárselo bien reflexionen sobre algunos temas que no tienen tan en cuenta durante el año», comenta Marcos.

Así, el compañerismo y la ayuda al prójimo se convierten en los ejes centrales del campamento, convirtiendo así la semana no solo en una escapada a la naturaleza sino en un espacio de reflexión y autoconocimiento.