La dirección popular ve imposible sellar acuerdos de Estado con el presidente Sánchez mientras no abandone «el insulto, la manipulación y las mentiras». El presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo, lo dijo a su manera, con un tono sereno y esquivo expresamente con «la política de los zascas». El jefe de la oposición instruyó a su grupo parlamentario para que nadie se salga de la línea marcada desde el mando nacional en la confrontación con el Gobierno ni tampoco con Vox. A sus diputados y senadores, en la primera reunión de los dos grupos en el Senado, les reclamó que actúen como alternativa en todo momento, no como simple oposición, porque, además, el PP tiene que estar preparado para implicarse en tareas de gobierno a nivel nacional en unos meses. El PP cada vez desconfía más de la capacidad de Sánchez de agotar la Legislatura, por más que el presidente siga haciendo gestos que confirman que está dispuesto a «llevarse por delante lo que haga falta para conseguirlo».
En determinados escenarios, en política hay cosas que están de pasar, y ni en la derecha ni en la izquierda ven posible en esta situación que la alianza de la investidura se restablezca antes de las generales. Esto explica que en el PSOE preocupe que la imagen de cesión, sin ni siquiera obtener contrapartidas, tenga un coste irrecuperable en las urnas.
Por eso Feijóo instó ayer a sus parlamentarios a que sean mejor que los demás en el fondo y en la forma, y a que se dediquen a dar a conocer su proyecto por España con ideas, propuestas y estilos diferentes a los de los demás partidos. Esta estrategia de no entrar en la confrontación con el Gobierno de coalición, ni tampoco con Vox, está descolocando la «plantilla» socialista.
Los gurús de Moncloa buscan encender al PP para que salte y se identifique con Vox, y también quieren sacar beneficio de las salidas de tono del partido de Santiago Abascal. Pero el control que, de momento, ha impuesto Feijóo sobre su partido para que no traspase la línea roja que les ha marcado descoloca la eficacia de un guion que ya han ensayado en otros momentos políticos y contiendas electorales.
Feijóo acusó a Sánchez de haber convertido la política en un «teatro» porque primero insulta a su partido y luego le pide apoyo. «Conmigo que no cuenten». Frente a esto, apeló a la confrontación honesta, con propuestas e ideas, porque él no cree ni en la política de insultos ni de trincheras. «El partido sanchista nos pide apoyo como principal partido de la oposición, pero luego no pierde la oportunidad de insultarnos. Dice que quiere hablar con el PP, pero luego lo pacta todo con los independentistas. ¿En qué momento se convirtió la política en este teatro? ¿Y de verdad tenemos que participar en él?».
Como prioridades en la definición de esta alternativa situó la defensa del orden constitucional y del Estado autonómico, así como el trabajo de prestigiar las instituciones. «Valoraré mucho más una enmienda correcta a los Presupuestos que un tuit ingenioso de un diputado».
En su alocución ante sus parlamentarios insistió en que el PP seguirá llegando a acuerdos puntuales con el Gobierno en temas que considere que son útiles para los españoles porque es «un partido de Estado».
Su ambición es gobernar en solitario y repetir las mayorías absolutas de José María Aznar y Mariano Rajoy. También confesó que, después de lo traumática que ha sido la salida de Pablo Casado de la dirección del partido, puede entender que algunos no confíen en él, pero pidió tiempo para demostrar que tienen razones para hacerlo. En ningún momento citó expresamente las declaraciones salidas de tono del vicepresidente de las Cortes de Castilla y León, Juan García-Gallardo, a pesar de que tanto en Génova como en Presidencia de la Junta se consideran «inaceptables».
Pero la dirección popular cree que buscan tener impacto en las elecciones andaluzas y han decidido evitar el cuerpo a cuerpo. Feijóo, sin citarlas, sí insistió en que no cree en «los circos parlamentarios».