“No quiero estar todo el día hablando de mi pie”, dice Rafa Nadal. “Aunque puedo entenderlo después de lo que pasó en Roma”. Roma fue la última cita antes del gran torneo de la tierra batida, Roland Garros, donde el balear busca su décimo cuarta Copa de los Mosqueteros, que además supondría su Grand Slam número 22, y allí la imagen fue desoladora, porque Nadal estaba sufriendo en pista ante Shapovalov como pocas veces se le ha visto. Aguantó hasta el final del partido de octavos, pero sin opciones de victoria.
Después explicó que la lesión crónica que tiene en el pie izquierdo no le deja ser feliz incluso en la vida, que tenía que tomar analgésicos sólo para entrenar… Y apenas quedaba una semana para Roland Garros. Pero el zurdo ha mejorado y aunque el dolor “sigue ahí”, como explicó, su gran pregunta es si podrá “jugar y defender” sus “oportunidades o no”. Si la molestias le va a dejar competir como otras veces, y recurrió a un recuerdo no tan lejano para ser optimista: “Hoy hay jugadores en mejor forma que yo, eso seguro, pero en los próximos días, nunca se sabe. Fue lo mismo en Australia y aquí también será difícil, pero puede volver a suceder. Todo lo que tengo que hacer es creer en mis posibilidades, en mi trabajo diario y mantenerme positivo”.
Unos días antes de viajar a Australia el pasado enero el dolor en su pie era preocupante y la preparación era menos que justa. No sabía si acudir, como confesó después Carlos Moyá, su entrenador, en una entrevista con LA RAZÓN, lo que hubiera abierto un periodo de incertidumbre, pero fue, mejoró sus sensaciones, y ganó el primer Grand Slam del curso en una final inolvidable ante Medvedev. En París, Nadal también ha protagonizado partidos increíbles y triunfos memorables. Allí lleva 105 victorias y sólo tres derrotas en su carrera, un dato brutal, pero eso no hace que pierda el norte. No lo hizo años atrás, no va a suceder ahora. “Claro que no soy el favorito, los últimos resultados lo demuestran, pero esto es algo que nunca me preocupó realmente. Cuando lo era, nunca me consideré el favorito, siempre me he considerado uno de los aspirantes al título, pero a día de hoy, antes de que comience el torneo, no creo que sea el favorito en absoluto, aunque nunca se sabe lo que puede pasar”, confesó.
El caso es que en París se vio a un Nadal bromista y muy sonriente, a años luz del apesadumbrado de Roma. Está pudiendo entrenar bien. Todo son pasos adelante con la esperanza de que el volcán de su pie izquierdo no vuelva a estallar, y si sucede eso cualquier cosa es posible. Ya lo dice Moyá: “Es Nadal, París, la pista Philippe Chatrier…”. Ya está a la espera contra el australiano Jordan Thompson, seguramente el lunes.