Nadal inicia el despegue

Vence Rafael Nadal en su estreno en el Mutua Madrid Open. Un regreso más que esperado por la afición, y sobre todo por él mismo, después de cinco semanas largas de parón por un problema en las costillas. De su último partido, el 20 de marzo, hasta este, contra Miomir Kecmanovic, muchos días de descanso obligado. Sin apenas poder moverse por el dolor y porque la lesión, sin ser grave, necesita su tiempo. Llega justillo, repite el balear, pero comienza a encender los motores en esta, como él dijo, pretemporada que comienza en la Caja Mágica.

En 34 minutos, un 6-1. Engañoso, porque no fue el Nadal contundente. Al menos al inicio. Normal dadas las circunstancias, primer partido después de cinco semanas de parón con una lesión incapacitante porque apenas podía moverse, dolores al girarse incluso cuando dormía, y con ejercicios de saque solo un día antes de aterrizar en Madrid. Pero el balear conoce como nadie la pista Manolo Santana, a sus pies, volcado el personal con el héroe de siempre.

No estuvo limpia la derecha en los primeros tres juegos; el saque tardó en calentarse. La costilla está recuperada, pero no deja de ser otra cicatriz en el cuerpo. Puños al aire desde el segundo punto del partido. Necesitaba Nadal motivación; el tenis todavía faltaba por ajustarse. Hasta la raqueta, que se resbaló al pedir la pelota al recogepelotas. Pero Kecmanovic, 22 años, 32 del mundo, tampoco aprovechó ese ralentí inicial del balear; flojo el serbio, nada que ver con quien se enfrentó a Novak Djokovic en Belgrado o contra Carlos Alcaraz en Miami. Y Nadal no desaprovecha la ocasión. Si no le encuentras las grietas, te las hace él a ti.

Entre los clásicos gritos de «Vamos, Rafa» y llantos de bebés, más pendientes de jugar con las escaleras que del partido, Nadal entró en calor, a pesar de las nubes que amenazaron toda la sobremesa. La derecha ya no fue alta y blandita, comenzó a ser letal; el revés encontró las esquinas; el saque ya se puso en 195 kilómetros por hora; el marcador, un goteo incesante a favor del balear. Kecmanovic, anulado. 6-1, en 34 minutos.

Tenía prisa Nadal por continuar, aprovechar el tirón, el ánimo, ir tranquilo al Bernabéu al ver el Madrid-City. Pero la lluvia lo impidió, más de 30 minutos de parón para desplegar el techo, volver a acondicionar la pista, el precalentamiento. Otras condiciones. Otro Kecmanovic. Un mejor Nadal.

El parón despistó al balear, una primera bola de break. Aceleró después, break a favor; y más despistes: no se enteró de que ya había ganado el juego. Sonrisa con el juez de silla y dedo a la sien. Y otro más, enredado en unos minutos de incertidumbre. Con saque y volea levantó otra bola de break, pero no pudo con la siguiente. El serbio aprovechó algo por fin. Si en el primer set sus puntos fueron lo que Nadal fallaba, en el segundo sí plantó bien su revés. Un punto más de nivel en el entrenamiento en el que se había convertido el encuentro. Lo mejor para Nadal, que también agilizó piernas y recuperó del armario ese tenis que lo había convertido en invencible en los dos primeros meses del año.

Ante la exigencia, nadie se exige más que el campeón de 21 Grand Slams. Acelerón porque ya había prisa y break a favor en el undécimo juego, donde fallan los que más tiemblan de cabeza. Este Nadal recién aterrizado también tembló, en el duodécimo, opción de break para el serbio y un revés demasiado largo del español. Tie break, más empeño para el balear, más fiesta para la grada. Con gestos de rabia y también muchos puños, Nadal dio el hachazo definitivo con su servicio. Saque directo. Todavía con titubeos, ya con brillanteces. Faltan horas de vuelo para alcanzar la regularidad, pero el despegue ya ha comenzado.