«Ahora mismo, la prioridad es que nadie se quede en la calle»

¿Saben dónde están todos los refugiados llegados a Aragón?

Todos no. Los primeros días, la mayoría venían por el aeropuerto o por tren a domicilios de familiares y casi no hubo acogidas. Después, niños y niñas de los que habían venido a pasar sus vacaciones por ser de Chernobyl, de la mano de la Asociación de Asistencia a la Infancia, que tampoco solicitaban acogida. Pero desde el fin de semana pasado las llegadas han sido más intensas y de gente que sí la necesita. Ahora mismo tenemos localizados varios grupos importantes en localidades como Peralta de la Sal, Tarazona o Utrillas y otros como Cariñena y la mayoría evidentemente en Zaragoza. Ahora llegan en autobuses, fletados por iniciativa privada, coches de particulares o furgonetas y algunos también en tren.

¿Cómo se organizan ante esas llegadas? ¿Les avisan?

Hay gente que nos avisa y que nos lo dice incluso desde aquí pero otros cuando ya están aquí nos llaman y nos preguntan qué pueden hacer. En la medida que podemos estamos dando respuesta pero también es verdad que ahora mismo nos urge más atender a las personas que están sin acogida que las que ya están en pueblos o en albergues. Sé que algún alcalde me dirá que no llamamos pero es tanta la presión y la gente que si no la atendemos en el día se queda en calle, que no podemos atender a más.

¿Dónde recibe Accem?

La Expo nos ha dejado una oficina 300 metros porque era impresionante la de gente que teníamos cada mañana. No cabíamos, literalmente. La llamábamos la sala del aeropuerto porque viene gente con maletas y gente que no esperamos.

De momento nadie se queda en la calle.

De momento no.

En Aragón no se han habilitado macrocentros, pabellones o centros públicos. ¿Se ha descartado?

Se tendrá que sopesar. Si la situación evoluciona como parece se va a tener que plantear otro tipo de acogidas, mucho más de atención de necesidades básicas primarias.

¿Entiende a aquellos que se suben a un coche y viajan a Ucrania para luego traer refugiados?

(Piensa) A veces hay que debatir entre la iniciativa privada o no. Todo lo que es organización requiere un tiempo que a veces las prisas y la presión que supone ver a tanta gente en la frontera en esa situación nos provoca. Estamos viendo imágenes de estaciones llenas de personas que no pueden salir y es terrible. Decir que es mala idea que la gente vaya y los traiga no me atrevería a hacerlo. Ahora bien, el hacerlo sin una reflexión, sin saber a quién estamos trayendo, si esos menores van bien acompañados también es peligroso. Hay que tener cuidado porque estamos hablando de seres muy vulnerables, mujeres muy jóvenes con cargas familiares, personas mayores, y muchos niños. Encontrar el equilibrio es complicado, no puedo decir que sea ni bueno ni malo, todo es malo si se hace sin reflexión y sin cuidado.

También hay plataformas que agrupan a anfitriones dispuestos a ceder habitaciones en casas particulares. ¿Es temerario?

No temerario pero no está exento de riesgo. Las administraciones o las organizaciones tienen que mediar para que estas acogidas sean con garantías. Eso requiere ver la idoneidad de la familia, del espacio que se ofrece, de las condiciones, de la duración y, hacerlo en un contexto tan de crisis para salir del paso, igual no es el momento. Y además no es solo la acogida. Aunque se produjeran acogimientos familiares, que es una de las hipótesis que baraja el Gobierno, no nos podemos quedar solo en eso. El proceso de integración requiere un acompañamiento profesional y no podemos dejar a la buena intención algo que debe ser profesional. Vienen con traumas e igual les queremos ofrecer lo mejor y estamos forzando situaciones que les hacen sentirse peor. Hay que gestionarlo no desde la emoción sino desde la racionalidad y establecer objetivos y cómo se consiguen porque la integración es un proceso, no solo una cama y una comida, que por supuesto es importante.

Pero sí ayudaría a esa primera acogida.

Sí, pero habrá que ver que esa primera cama que se ofrece es en buenas condiciones. ¿Qué pasaría si después de acogerlos en una casa para compartir con mis padres les acabo pidiendo que los cuide a cambio de comida y cama? Y no es de las peores situaciones que se me pueden ocurrir. Hay que estudiar el compromiso de la familia que acoge y las condiciones porque les estamos ofreciendo nuestra casa y nuestro hogar, el nuestro, pero ellas quieren tener su propio hogar, no estar integrados en la dinámica, en la familia y el hogar de otras personas.

¿Tienen contacto con los ya instalados o la vorágine del día a día lo impide?

Ahora mismo la prioridad es que no se quede nadie en la calle. Pero a todo que quiera sumarse a la iniciativa y no le damos respuesta lo tenemos en cuenta y a medida que los vaya necesitando iré dando respuestas pero tengo que establecer esas prioridades.

Accem ya ha vivido otros procesos de acogida. Siria, Irak… ¿qué diferencias hay?

Muchísimas. La primera, es que no estaba prevista. Las de Siria, Afganistan, Kosovo o Bosnia venían a través del Gobierno y ya tenían plaza asignada. El procedimiento ha sido muy diferente, también a la hora de la solicitud, porque se ha aplicado, por primera vez una directiva de protección temporal, y tienen respuesta en 24 horas: permiso de residencia, de trabajo, reconocimiento del carné de conducir de su país durante un año. Es un escenario completamente nuevo.

A ver cómo le pregunto. ¿Les abrimos las puertas por ser blancos de piel y ojos claros?

Es en este momento porque ya no nos cabía un conflicto más sin activarnos o echarnos a la calle o este nos ha afectado más porque los sentimos más cercanos. Pero, ¿realmente son más cercanos? Nuestros lazos y nuestra sangre tendría que estar mucho más con el norte de África que con un país del este de Europa. No es por cercanía cultural, que sí compartimos con el Magreb. ¿Por qué es? Que cada cual haga su reflexión porque hay tantas solidaridades como personas hay en el mundo y diferencias. Pero es una buena pregunta, ¿tiene que ver el color de la piel con nuestra solidaridad?

Tras esta primera oleada de solidaridad, cuando no sean 500 sino 2.000, ¿qué pasará?

Nos quedan un par de semanas duras de recibir a gente. Tenemos que verlo no como un problema sino como una oportunidad. Viene gente joven y no parece que sea para pocos meses. Hay ofertas de trabajo en zonas que quieren crecer y la falta de población no permite ese crecimiento. La intención cuando se tiene el permiso de trabajo es salir adelante por sus propios medios, así que vamos a leerlo como una oportunidad de país. La inmigración es desgraciadamente un enriquecimiento para le país receptor y un empobrecimiento para el país que se queda con lo mejor de su sociedad que es su juventud.