El Gobierno también declara secreto oficial lo que contaminan los vuelos de Sánchez

El presidente del Gobierno en un viaje oficial a Tarragona en uno de los aviones utilizados por La Moncloa

El Gobierno suma y sigue en su opacidad sobre los polémicos vuelos del presidente en el avión oficial Falcon y el helicóptero Super Puma. Acaba de incluir en su lista de secretos oficiales lo que contaminan esos aparatos cuando están en el aire con Pedro Sánchez a bordo, según consta en recientes respuestas parlamentarias a las que ha tenido acceso ABC. El Gobierno considera que el CO2 que emiten los vuelos de Sánchez también es materia reservada, que ni siquiera está al alcance del Parlamento.

El Consejo de Transparencia ya ha apercibido al Ejecutivo en reiteradas ocasiones por negarse a facilitar datos tales como el número de veces que Sánchez ha usado el avión presidencial, para qué y en compañía de quién.

Transparencia insiste en que esa información debe ser pública y no cabe esconderla usando como excusa la ley de Secretos Oficiales, redactada durante el franquismo, en 1968 .Pero el Gobierno, lejos de rectificar,mantiene y amplía la cerrazón informativa, también en el Congreso. Ahora, a través de varias respuestas parlamentarias, acaba de proclamar que el CO2 que emiten las aeronaves presidenciales es «materia clasificada con el máximo grado de protección».

Moncloa se ampara en la ley franquista de Secretos Oficiales para no desvelar cuánto CO2 emite el Falcon

El criterio del secreto oficial al que vuelve a recurrir el Gobierno es especialmente chocante para un Ejecutivo que se define a sí mismo como ‘verde’ y ‘transparente’, que ha hecho de la ‘transición energética’ una de sus principales banderas, con continuas proclamas a favor de las energías renovables y contra el uso de combustibles fósiles.

Precisamente para evidenciar la contradicción entre las proclamas ecologistas y la querencia del presidente Sánchez por desplazarse en helicóptero y avión oficiales, la oposición le ha pedido que desvelara cuánto contaminan esos aparatos que utiliza con asiduidad, incluso para acudir a actos de partido en múltiples puntos de la geografía española.

De hecho, estas preguntas de la oposición se han producido precisamente a raíz de la vorágine voladora de la que hizo gala Pedro Sánchez entre noviembre y diciembre pasados. En mes y medio uso siete veces el Falcon para acudir a congresos autonómicos socialistas: en Málaga (7 de noviembre), Alicante (14 de noviembre), Canarias (20 de noviembre), Bilbao (21 de noviembre), Murcia (5 de diciembre), Galicia (8 de diciembre) y Barcelona (19 de diciembre). Para justificar esos viajes de partido como desplazamientos oficiales del presidente, La Moncloa trufó la agenda de esos días con breves actos institucionales en destino, que servían de coartada para justificar la cara factura del avión presidencial.

Batería de preguntas

A raíz de estos controvertidos desplazamientos, PP, Vox y Ciudadanos presentaron sendas baterías de preguntas parlamentarias para que el Gobierno las contestara por escrito. Le pidieron que rindiera cuentas de esos viajes a actos de partido, que detallara el coste de varios de esos desplazamientos, el séquito que acompañó a Sánchez en dichos vuelos, que explicitara por escrito el motivo de tales recorridos y que desvelara el impacto contaminante que tuvieron por emisiones de CO2. Hay que tener en cuenta que, en varios de esos viajes, Sánchez usó también el helicóptero oficial Super Puma a modo de aerotaxi entre La Moncloa y la base de Torrejón de Ardoz, desde al que opera el avión Falcon.

El Gobierno se ha despachado todas esas preguntas de la oposición sin dar cuenta de lo que se le pide, con el argumento de que toda esa información está protegida por el secreto oficial. Es una respuesta recurrente desde que Sánchez llegó a La Moncloa y se le pregunta por sus viajes en el avión presidencial. Lo novedoso es que ahora también pasa a considerar como secreto oficial los gases contaminantes que emiten el Super Puma y el Falcon.

El PP pidió al Gobierno que dijera, por escrito, si cuando el presidente programa viajar en Falcon valora su idoneidad a tenor del CO2 que emite. Vox le reclamó que desvelara «cuál ha sido la huella de carbono generada por el presidente del Gobierno con sus viajes en el avión presidencial Falcon» y «cómo pretende compensarla», tal y como la Administración anima a hacer a las empresas que contaminan –por ejemplo, plantando árboles–. Y Cs preguntó al Gobierno si, «en un contexto de reducción de emisiones y lucha contra el cambio climático» como el que pregona con especial ahínco el propio Ejecutivo, «considera ejemplar el elevado uso de transporte aéreo» que está haciendo.

Todas estas preguntas, igual que las que le pedían explicaciones por utilizar el avión oficial para acudir a actos de partido, el Gobierno se las ha despachado con idéntico argumento: «los informes y datos estadísticos» sobre los movimientos del Falcon y del Super Puma son secreto oficial.