La Ribera Baja aguanta ante la cresta de la crecida del Ebro sin afecciones en los núcleos urbanos

Por fin, algo de tranquilidad. Los pueblos de la Ribera Baja del Ebro oían el rumor de la riada desde el pasado fin de semana. Las cifras históricas registradas en Navarra asustaban, aunque los peores presagios se disipaban al paso de la crecida por la Ribera Alta y Zaragoza. Este miércoles, tras casi una semana en tensión, han recibido la punta de la crecida extraordinaria del río casi como algo cotidiano. Los cascos urbanos han evitado las inundaciones tras una noche en la que algunos, como Miguel, han dormido «con un ojo abierto y el otro cerrado». En Pina de Ebro, donde se esperaba el punto crítico para la jornada de hoy, el presidente aragonés, Javier Lambán, ha constatado que ya se puede empezar «a respirar con cierto alivio», aunque «sin bajar la guardia», gracias al efecto «muy positivo» de la limpieza de gravas y vegetación.

Avanzaba la avenida extraordinaria del Ebro y a su paso iba tirando abajo algunas, más bien pocas, motas de protección. En Villafranca, El Burgo de Ebro o Fuentes, entre otras localidades, cayeron estos pequeños diques de tierra, lo que no ha supuesto afecciones para los núcleos urbanos pero sí para el campo. El caudal ha alcanzado los 2.000 metros cúbicos por segundo a las 11.30 horas, por debajo de lo registrado en Zaragoza y la Ribera Alta. Ahora, la riada se ha ensanchado hacia la enorme zona de inundación, por lo que la tensión que soporta la corriente es menor aquí.

Las principales afecciones se han registrado en las carreteras, ya que continúan cortadas la A-1107 en Pina de Ebro, la CP2 entre la A-126 y Novillas y la A-127 a en el acceso a Gallur desde la A-127. Se ha sido reabierto al tráfico el tramo de la carretera CP-03 que une a las localidades de Pradilla y Boquiñeni, mientras que

La alcaldesa de Pina de Ebro, Mercedes Abós, comentaba esta mañana que la avenida está siendo «muy extraña». La situación cambiante y lo que se prolongará la meseta son prueba de ello. Abós añadía que los vecinos estaban nerviosos, pero sobre todo «cabreados». La mayoría de ellos habían salido a pasear para comprobar con sus propios ojos la magnitud de la crecida. «Esta es la guerra de siempre«, apuntaba Francisco Javier Cuén, el responsable de la depuradora de Pina, mientras realizaba labores de extracción con una bomba en una caseta para aliviar la potencia del caudal. «Sin esta estación, el agua subiría por los sumideros de las casas«, manifestaba Cuén.

Los más veteranos de la localidad hacían las veces de caudalímetros. «En 2015 aún hubo que poner sacos en la orilla, pero con esta no hará falta», afirmaba Tomás, que recordaba que en la riada de 1961 las barcas iban por la plaza del pueblo y que aquello «parecía Venecia». Sin embargo, también los hay que han vivido estos días su primera riada. No es Remedios Álvarez precisamente una niña, pero vive en Pina desde hace solo un año con su sobrino tras dejar su Galicia natal. «Impresiona, pero no estoy asustada», dice con un marcado acento, para advertir mientras se despide que «el agua no respeta a nadie». En Pina, 69 personas habían sido evacuadas, la mayoría de ellas con movilidad reducida. La delegada del Gobierno en Aragón, Rosa Serrano, ha asegurado que no habrá más desalojos, calificando de «preventivos» los realizados hasta la fecha.

En Quinto de Ebro, de momento se contabilizan 1.000 hectáreas de cultivos anegadas, según el alcalde, Jesús Morales. El caudal, sin embargo, alcanzaba los cinco metros a mediodía y no se esperaba sobrepasar los 5,20 (por debajo de 5,50 en 2018 y 5, 85 en 2015).

Los alcaldes, aliviados

Tras una noche de nervios, los alcaldes de estas poblaciones de la Ribera Baja se encontraban más aliviados durante el transcurso de la mañana, viendo como la punta máxima de la crecida aguas debajo de Zaragoza no comprometía la seguridad de los cascos urbanos.

En El Burgo se ha procedido a defender el casco urbano con un cordón de refuerzo con gravas ante la duda de que la mota resistiera la presión. Es la primera vez que se ha corrido este riesgo, dado que está pendiente el refuerzo de la mota actual. Según ha explicado el alcalde, Vicente Royo, la huerta siempre se anega y son alrededor de 300 o 400 hectáreas de cereales y alfalce las que se ven afectadas.

En Quinto también son los cultivos los más anegados, afectando a unas 1000 hectáreas, según el alcalde, Jesús Morales. El caudal, sin embargo, alcanzaba los cinco metros a mediodía y no se esperaba sobrepasar los 5,20 mtx (por debajo de 5,50 en 2018 y 5, 85 en 2015).

La alcaldesa de Pina, Mercedes Abós, se ha mostrado aliviada tras llegar la punta de la crecida del Ebro, cuyo caudal de 2.000 m3 ha llegado a mediodía, gracias al aguante de las motas y finalmente, no ha sido necesario romper los marcos fusibles y ha agradecido la coordinación previsión realizada por todas las instituciones y sus operativos, recordando que todos los traslados de personas más vulnerables han sido meramente preventivos.