Fiesta de España después de la agonía

Después de la agonía, fiesta en Sevilla, clasificada España para el Mundial sin la necesidad de repescas ni gaitas. No fue brillante, ni siquiera bonito, y hasta el minuto 86 se palpaba el miedo, un murmullo angustioso atenazaba a una Cartuja que explotó con el gol de Morata, tenía que ser él. En un camino tortuoso, la selección, nerviosa y agarrotada está donde tocaba, duodécimo billete consecutivo para el torneo de los torneos tras una victoria pírrica ante Suecia, que tuvo sus ocasiones y aguantó hasta la extenuación. Queda un año para Catar, imprevisible saber cómo se estará entonces, pero al menos se estará, que era lo mínimo exigible a este grupo aún en formación.

Nunca un partido fue tan previsible, imposible imaginar otra pelea en La Cartuja porque Suecia, y que se entienda como una virtud, no miente jamás. Sabe jugar muy bien a lo que quiere y tiene un estilo que desespera a España, por momentos irritante, tan bien trabajado atrás que cuesta muchísimo encontrar un hueco. Además, cuando coge el balón monta unas contras rapidísimas en tres toques, mucho más temible, quién lo diría, sin Ibrahimovic en el once. En la enésima repetición de este clásico de los últimos tiempos, la selección volvió a pasarlas canutas y sufrió lo suyo, se veía venir.

Como de costumbre, Luis Enrique movió el árbol, seis novedades para desactivar la trampa escandinava con Raúl de Tomás repitiendo como delantero titular. Fue una buena puesta en escena, con cierta rapidez en la circulación y apretando, pero con el tiempo se convirtió la cita en el clásico rondo infinito, tenía sentido viendo la predisposición de Suecia. Sin embargo, daba la sensación de que se jugaba más a lo que querían los nórdicos, comodísimos en ese arte poco reconocido de defender. Y, además, un apunte que tiene su valor: las dos ocasiones más claras del primer tiempo las tuvieron ellos, siempre con Forsberg como protagonista. La primera, en una embestida en plan búfalo, terminó con un remate desde la frontal que se fue por un palmo. La segunda, una volea a centro de Augustinsson, que fue más cerca si cabe. Sudores fríos en La Cartuja.

Se esperaban momentos angustiosos y algún que otro susto, pero quizá a España se le pude reprochar la poca capacidad que tuvo para generar peligro. Hubo un tiro de Sarabia desde el vértice del área y nada más, incapaz de materializar esa interminable posesión. Fue algo tímida y solo Gavi, descomunal en todos los sentidos, se enchufaba en el tedio, contagiosa la falta de ritmo porque hasta la sevillanía tuvo momentos de incómodo silencio.

La segunda mitad empezó con una pifia terrible de Azpilicueta, un pase de los que jamás se puede hacer que dejó la pelota en los pies de Isak, poco acierto en su remate. En tres minutos, tres llegadas suecas, empezaba a mosquearse el personal y se esparcía la angustia porque los minutos pasaban y el empate, paradójicamente y sin que les valiese, gustaba más a los amarillos, convencidos de que alguna más tendrían. Una hora de partido y ni una intervención del portero Olsen, para reflexionar.

España empezó a ponerse nerviosa, el equipo y la grada, y hasta se perdió el control a medida que los suecos se soltaban un poco. Según cómo, no era del todo malo que se rompiera la monotonía, más entretenido el combate con verticalidad y espacios. Morata y Rodrigo entraron para buscar un gol que ni se intuía y el técnico sueco sentaba incomprensiblemente a Forsberg y Kulusevski, que estaban siendo de los mejores. El 0-0 era como para echarse a temblar y encima entró Ibrahimovic. Son 40 años y, por pura lógica, está más lento, pero su gigantesca figura sigue siendo intimidatoria.

Final inquietante

No pasaba mucho, no al menos mucho interesante, y Mikel Merino, que es buenísimo, suplía a un Carlos Soler menos inspirado. Sentado en su neverita, esa imagen tan asociada a este campo que se puso de moda en la Eurocopa, Luis Enrique sufría como nunca y Unai Simón transmitía pavor con esas entregas tan a cámara lenta cuando le encimaba un enemigo. Ochenta minutos, tan cerca y tan lejos el Mundial.

España no sabía muy bien si protegerse o si dar un paso al frente, agitada con una ocasión, por así decirlo, de Morata, al menos un tiro en el que trabajó el portero. Ese fue el preludio de la explosión de La Cartuja, que por fin respiró en el minuto 86. Fue en una jugada que empezó Unai desde atrás moviendo la pelota, que encontró a Gavi para consagrarse como el jugadorazo que ya es, que llegó a Dani Olmo para que le pegase con el alma desde la frontal y que terminó en los pies de Morata, reconciliado con Sevilla y autor de un gol que se recordará siempre, el 23 que hace de rojo. La celebración, con todo el banquillo saltando, resume perfectamente lo agónico que ha sido este viaje. Desde el resultadismo, la hinchada ya se puso con el «¡Yo soy español!» y con el «¡Que viva España!» mientras Luis Enrique lideraba una vuelta de honor reparadora. Entre bandazos, con partidos notables y otros sopores, la selección protege su estatus en el mundo.

FICHA DE PARTIDO

Estadio: Estadio Olímpico de la Cartuja España

  • 23Unai Simón
  • 3Pau
  • 18Jordi Alba
  • 2Azpilicueta
  • 15Laporte
  • 5Busquets
  • 10Carlos Soler
  • 9Pablo Martín Paez Gaviria
  • 21Dani Olmo
  • 22Sarabia
  • 11Raúl de Tomás

Suecia

  • 1Robin Olsen
  • 2Emil Krafth
  • 3Lindelof
  • 18Joakim Nilsson
  • 6Ludwig Augustinsson
  • 10Emil Forsberg
  • 8Ekdal
  • 7Viktor Claesson
  • 20Olsson
  • 9Alexander Isak
  • 21Dejan Kulusevski
  • Banquillo
  • 6Llorente
  • 1De Gea
  • 16Rodrigo
  • 12Brais Méndez
  • 17Mikel Merino
  • 13Robert Sánchez
  • 19Rodrigo
  • 7Morata
  • 8Koke
  • 14Gayá
  • 4Brahim Díaz
  • 20Carvajal
  • Banquillo
  • 14Daniel Sundgren
  • 12Pontus Dahlberg
  • 4Alexander Milosevic
  • 16Jesper Karlsson
  • 19Mattias Svanberg
  • 5Martin Olsson
  • 15Magnus Eriksson
  • 23Kristoffer Nordfeldt
  • 13Oscar Lewicki
  • 17Jens Cajuste
  • 11Ibrahimovic
  • 22Robin Quaison
  • Goles
  • Morata 85′
  • Goles

Árbitro: Dr. Felix Brych