Aragón teme desabastecimientos por el colapso de los suministros

La economía aragonesa está levantando cabeza, aunque hay factores que no se lo está poniendo fácil. Poco a poco, crece con más fuerza y ya registra el nivel de paro más bajo desde finales de 2008. Pero la ansiada recuperación económica tras la crisis del coronavirus se ha topado con una serie de tensiones que preocupan cada vez más en el mundo empresarial e industrial. A los quebradores que provocan los precios desorbitados de la electricidad, se suman los dolores de cabeza causados por los cuellos de botella en las cadenas de suministro a nivel global o la escasez y carestía de las materias primas. Un coctel de problemas interconectados que ha puesto en alerta a un creciente número de sectores y negocios, que no vislumbra que los nubarrones vayan a despejarse pronto. El temor a un desabastecimiento de productos finales sobrevuela en un momento de máximo consumo por la cercanía del Black Friday y la Navidad.

La situación actual de los suministros es «muy compleja y está originada por varios factores», explica Miguel Ángel García Madurga, director del máster en dirección de la supply chain de Zaragoza Logistics Center (ZLC). A su juicio, la principal causa es, lógicamente, la pandemia. Durante los meses más duros se consumieron buena parte de los inventarios disponibles y se redujeron drásticamente compras e inversiones. «El retorno a una cierta normalidad encontró a todos, clientes y proveedores, con sus estocs bajo mínimos, lo que provocó un pico generalizado de órdenes de abastecimiento», apunta. Este frenesí de materiales yendo de un lado a otro del globo se produjo «en cantidades probablemente no ajustadas» a la demanda, unos volúmenes que se incrementan «injustificadamente» a lo largo de la cadena de suministro, un fenómeno conocido como efecto látigo.

«El incremento del autoconsumo en China y el efecto dominó que puede provocar en el consumidor final el temor de desabastecimientos engordan el problema», subraya. Esta situación, con un pico de demanda y una oferta limitada, está «tratando de ser aprovechada por todo el que puede», léase las navieras, para recuperarse de sus pérdidas pandémicas o para especular. A todo ello hay que sumar, añade, una «gran complejidad geoestratégica».

Efectos impredecibles

¿Cómo afecta a Aragón y España este desbarajuste? Las consecuencias son «impredecibles», sostiene García Madurga. De lo que no cabe duda es que «son ya un hecho» el encarecimiento de los productos y la incertidumbre y los retrasos en los plazos de entrega. Las estimaciones sobre cuándo se normalizará la situación se han ido retrasando y las distintas administraciones hablan ya sin reparos del año 2023.

A pesar de la inquietud, el experto del ZLC considera que «conviene no alarmar pues es esperable que las cadenas de suministro terminen resolviendo esta crisis». Uno de los sectores más expuestos a esta crisis de suministros es el automovilístico, como se aprecia claramente en Aragón desde hace ya meses. También toca de lleno a otras actividades como el textil o la química, pero la situación afecta a la industria en su conjunto. «No hay que olvidar que en nuestros días de globalización, un producto final puede montar materias primas y semielaborados cuyo origen se encuentra en cualquier parte del globo, y que habrá requerido uno o varios transportes transoceánicos», recuerda.

Bien lo saben empresas como Equmodal, fabricante zaragozano de contenedores de transporte, cuya producción se está viendo «condicionada» por la «mínima parte» de los materiales que compra en China al estar allí los únicos fabricantes de determinadas resinas o pinturas. «A los fabricantes de coches o electrodomésticos les ocurre lo parecido. En mayor o menor medida, toda la industria está impactada por la congestión de la cadena de suministro y el encarecimiento y la escasez de materias primas», explica María Domínguez, directora general de la compañía y miembro de la comisión de Logística del Colegio de Ingenieros Industriales de Aragón.

Los retrasos en la llegada de componentes y materiales está llegando a cinco o seis semanas, de ahí que la anticipación esté siendo clave para evitar males mayores. «Las empresas están adelantando compras e incrementando el estoc de productos intermedios ante el temor a desabastecimientos que obliguen a parar», relata. «Nos estamos preparando porque damos casi por seguro que esta incertidumbre va a continuar en todo 2022», concluye.

Transporte por mar

Las empresas encargadas de gestionar los movimientos de mercancías también perciben la incertidumbre, que es fruto de una tormenta perfecta con muchas aristas. «Está habiendo retrasos hasta el punto de haber riesgo de desabastecimiento», confirma Óscar Calvo, gerente de JCV, especializada en transporte marítimo internacional. «Está por ver qué pasará el año que viene, pero si la tensión no baja, el mercado tiene un límite», advierte.

Las razones de las demoras son varias, precisa. Por un lado, los cuellos de botella en la rutas por mar, sino también a la falta de materias primas y los precios disparados de los fletes marítimos, que se han multiplicado por hasta siete en poco tiempo. El coste de traer un contenedor desde China ha pasado de 2.500 euros a 14.000 en menos de un año. «A estos precios hay clientes no se atreven a traer mercancías, sobre todo aquellas de menor valor», señala.

«Alta tensión» en la construcción

Los constructores aragoneses viven con estupefacción y máxima preocupación la escalada de precios de los materiales de obras, que puede incluso poner en peligro la viabilidad de multitud de proyectos que ya están en marcha porque quedan totalmente desfasados los presupuestos. La tendencia alcista ya se venía registrándose antes incluso de la pandemia pero se ha «acelerado» de una manera desenfrenada desde la pasada primavera como consecuencia de los desajustes en la cadena de suministro a nivel internacional. En los últimos tres años la ferralla acumula un encarecimiento del 53%, la madera del 20%, los aislamientos del 40% y las instalaciones eléctricas del 14%, entre otros ejemplos. La mayor parte de estos incrementos corresponden a 2021.

La suma de todo estos importes engordados ha hecho que los costes generales de la construcción sean ahora un 20% más altos que hace un año, lo que está generando una «situación de altísima tensión», reconoce Juan Carlos Bandrés, presidente de la Confederación de Empresarios de la Construcción de Aragón (CEAC). «Si la situación de precios no se relaja, esto va a tener un fuerte impacto en el sector en 2022», augura.

«El encaje de bolillos es cada vez más difícil», explica el también director general del Grupo Lobe. El mayor impacto se nota en las viviendas vendidas en el último año, que ahora empiezan a levantarse con unos precios han quedado desvirtuados, lo que achica al máximo los márgenes comerciales. A pesar de la creciente inquietud por la carestía de los materiales, Bandrés, asegura que en Aragón «no están parando» obras debido a este problema, algo que sí ha empezado a detectarse en otras comunidades autónomas. No obstante, advierte, «no sería de extrañar que en los próximos meses alguna cosa no marche». «Que duda cabe que todo esto puede hacer que se ralenticen las operaciones», concluye. Tampoco hay desabastecimiento de nada, peor sí ciertos retrasos que obligan a «prever el suministro con más tiempo y anticipación».