El Dakar en un Panda

Cuando en el imaginario colectivo se piensa en un Fiat Panda, nadie podría pensar en él como un coche para participar en el rally más duro del planeta: el Dakar. Pues eso es lo que va a hacer la aragonesa Lidia Ruba, de copilota, junto a su marido Juan, al volante del mítico vehículo. Y si además la aventura la realizan con un fin solidario, el viaje cobra tintes épicos.

«Cuanto más se acerca la fecha, más respeto me da (del 2 al 14 de enero). Todavía no me hago la idea», afirma Ruba sobre la inminente experiencia. Arquitecta y madre de tres hijos, fue su marido el que la introdujo en el mundo del motor. El matrimonio participará en la modalidad Dakar Classic, solo para coches anteriores al año 2000, con un Fiat Panda 4×4 de 1991. Será el vehículo más pequeño de la caravana, ya que cuenta con unas medidas de 1,60 metros de ancho y 1,80 de alto. «Me da la sensación de que con cualquier piedra o duna vamos a tener problemas, pero confiamos mucho en nuestro mecánico», señala la zaragozana. Para cualquier imprevisto, el equipo cuenta con un camión Pegaso que competirá en camiones y que hará las veces de vehículo de asistencia.

En su categoría, las etapas comparten salida y llegada con las del tradicional Dakar pero son más cortas y en vez de la velocidad prima la regularidad. «La organización prepara el recorrido con varios puntos de control y estima un tiempo concreto para completarlo. Cuanto más te alejas de ese tiempo te penaliza y gana el que más cerca se quede», explica la aragonesa, que tuvo su primera experiencia compitiendo en el desierto en Marruecos. «La labor del copiloto en este tipo de pruebas es esencial», añade.

El objetivo primordial para la pareja es poder acabar la carrera. «Sería la primera vez que lo consigue alguien con un Panda», apunta Lidia ilusionada. Fuera de la competición, el sueño de los integrantes del equipo MomaBikes Raid Team es dar a conocer y conseguir logros para su proyecto solidario de la ONG Bicicletas sin Fronteras. Esta organización sin ánimo de lucro intenta ceder bicicletas a los niños de Senegal para que no tengan que recorrer andando los, a veces, más de diez kilómetros que tienen que caminar hasta la escuela durante horas. «Es una iniciativa que nos gustó y ya llevamos tiempo colaborando. Eso sí que es una completa aventura diaria y no un rally como el Dakar».