La ‘crisis de los embajadores’ tensa más la relación de Biden con Erdogan

Aunque la embajada estadounidense en Turquía pasó finalmente por el aro y dijo expresamente en un comunicado emitido este lunes que acata el principio de no injerencia en el país del que es huésped, las relaciones entre Washington y Ankara pasan por su peor momento en muchos años. El propio presidente turco dijo al término de un reciente viaje a Nueva York: «Nunca he vivido una situación semejante con ningún líder de EE.UU. antes».

El embajador estadounidense en Turquía, David M. Satterfield, firmó el 18 de octubre una carta conjunta con otros nueve emisarios en la que pedían la excarcelación del filántropo Osman Kavala, de 64 años, que fue absuelto el año pasado de unos cargos presentados por las protestas antigubernamentales de 2013. Erdogan amenazó con expulsar a esos embajadores acusándoles de injerencistas.

Este lunes, la embajada estadounidense publicó en redes sociales el siguiente comunicado: «En respuesta a las preguntas sobre el comunicado del 18 de octubre, EE.UU. destaca que mantiene su cumplimientos con el Artículo 41 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas». Ese artículo recoge el principio de no injerencia de las misiones diplomáticas.

Esa disputa es solo un episodio más en una larga saga de desencuentros entre Biden y Erdogan. En las elecciones presidenciales de hace un año, Biden se refirió a su homólogo turco como un «autócrata». En abril, Biden tomó otra decisión sin precedentes: reconoció por primera vez que la masacre de armenios por parte de los otomanos durante la I Guerra Mundial fue un acto de genocidio, algo a lo que se había opuesto enérgicamente el régimen turco, heredero de aquel imperio.

El sábado, Biden y Erdogan se verán en el marco del G-20, que tendrá lugar en Roma. Los medios estatales turcos informan de que recientemente, Erdogan dijo que espera tratar un asunto pendiente de gran relevancia en Ankara: cómo recuperar los 1.400 millones de dólares (1.200 millones de euros) invertidos en un programa de cazas F-35 estadounidenses ahora bloqueados, por su adquisición de sistemas de misiles S-400 de fabricación rusa.

En sus últimos días en el gobierno, Donald Trump, que se llevaba bien con Erdogan, aprobó sanciones contra Turquía por esa compra de misiles rusos. La razón es que, desde el punto de vista de Washington, la tecnología del sistema de misiles ruso puede captar información clasificada y crucial del programa de cazas americanos F-35. Turquía es por cierto miembro de la OTAN, una alianza creada para contener el ascenso soviético.