Mohamed VI, irritado con Sánchez e Iglesias

Marruecos está herido, profundamente herido con España. A pesar de que la Policía ha vuelto a sellar férreamente las fronteras de Ceuta, y con ella la vuelta a la calma, y de la severa advertencia de esta semana, la indignación en Rabat es máxima. No hay signo alguno de apaciguamiento en el horizonte. Las manifestaciones de ministros y líderes de opinión del Marruecos más oficial en las últimas horas dejan claro que la crisis va para largo. Por si había dudas, Rabat ha retirado a su embajadora en España, Karima Benyaich.

Por el momento no parece que las autoridades españolas estén dispuestas a pedir disculpas a Marruecos. En un arranque patriótico escaso en los Gobiernos Sánchez, la ministra de Defensa, Margarita Robles, fue clara este jueves al respecto: «Con España no se juega. No vamos a aceptar el más mínimo chantaje». No tardaba en responderle el ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita: «Marruecos no acepta el doble lenguaje y las posiciones por parte de Madrid».

El director de la agencia estatal de noticias, la MAP, Khalil Hachimi Idrissi, publicó el miércoles una tribuna en la que se desgranaba los agravios percibidos por Marruecos en los últimos meses y advertía de lo que está por venir. «Las consecuencias de esta crisis política y diplomática mayor serán, sin duda, múltiples y calamitosas. No solo ellas anulan de hecho quince años de progresos entre las dos partes para construir una asociación bilateral sólida, sino que abren la caja de Pandora con todos sus viejos demonios, amarguras y rencores», escribía este periodista.

«Las autoridades españolas se resisten a admitir que [permitir el ingreso a su territorio del líder independentista saharaui] no ha sido sino el colofón de una serie de decisiones hostiles que no reflejan el espíritu de confianza, entendimiento y respeto mutuo que ha imperado en las últimas cinco décadas. Los españoles deberían aceptar que han metido la pata al tomar la decisión desafortunada de acoger a Ghali a espaldas de Marruecos», dice el consejero diplomático marroquí Samir Bennis a LA RAZÓN.

Tanto o más que la acogida de Ghali con identidad falsa en territorio español, en Marruecos duele especialmente, y se hace hincapié una y otra vez en tribunas y manifestaciones de representantes del Estado, que no se informara debidamente a Rabat«Cuando necesitan información de un terrorista buscado por las autoridades españolas no hay problemas para buscarnos, pero sobre Ghali, líder de una organización con la que Marruecos está en guerra, no han tenido a bien decirnos nada», afirma de forma anónima a este diario un especialista en relaciones bilaterales. Para mayor agravio, en Rabat ha provocado exasperación que Ghali no haya comparecido aún ante el juez por los múltiples delitos de los que se le acusa.

Tampoco ha gustado nada en Rabat que, a pesar de las advertencias de la Cancillería marroquí desde que transcendiera el «caso Ghali», desde España se hablara una y otra del «excelente» estado de las relaciones como si no se estuviera fraguando una crisis profunda.

Rechazo a Sánchez e Iglesias

No se disimula en Marruecos el rechazo al presidente Pedro Sánchez y su Gobierno de coalición con Podemos. El primer gran desencuentro se produjo en noviembre, cuando el ex vicepresidente segundo del Ejecutivo Pablo Iglesias pedía en un tuit un referéndum de autodeterminación en el Sáhara. Rabat no quiere ni en pintura al partido morado y está deseando ver a Sánchez fuera de la Moncloa. Rabat está convencido de que un Gobierno del PP es hoy la mejor manera de superar la crisis.

«La actual alegría –infantil y contraproducente- de los partidos de extrema derecha en España es el mejor testigo de que el pobre Gobierno de Sánchez se dirige directo contra un muro haciendo sonar el claxon», remataba el director de la agencia estatal de noticias en el citado artículo de opinión.

Los medios de comunicación marroquíes han pasado, con excepciones, de puntillas estos días sobre el drama humano vivido esta semana junto a las fronteras. Y cuando lo han hecho han cargado las tintas sobre la actuación de las fuerzas de seguridad españolas con los jóvenes llegados a Ceuta. Sin embargo, Rabat es consciente de las dimensiones de cobertura mediática que la crisis ha recibido en España y de la imagen que se ha proyectado del país. El malestar social en Marruecos, especialmente en las regiones del norte, es grande y no se duda en señalar abiertamente la responsabilidad de Rabat en el drama que viven miles de jóvenes y en su gestión de la crisis.