Crónica de una llegada: El periplo a España del líder del Polisario que indignó a Marruecos

La historia del último desencuentro entre Marruecos y España que en un lado se reconoce con alusiones y en el otro, aún se niega, comenzó a principios de abril cuando los brotes de coronavirus frecuentes en los campamentos saharauis de Tinduf ya desde el año pasado, empezaron a tocar a mandos políticos y militares.

El líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) , Brahim Ghali, empezó a desarrollar síntomas de Covid la segunda semana de abril y tras confinamientos e idas y venidas al único hospital de la zona saharaui, fue finalmente trasladado al hospital militar de Argel con una neumonía bilateral y pronóstico grave el 13 de abril.

Su situación se hizo crítica abruptamente, hasta el punto de temer por su vida. Fue en ese momento cuando Argelia pidió una evacuación sanitaria, según las diversas fuentes consultadas por este diario, para que fuese tratado en Europa. La primera opción fue Alemania, que no atraviesa su mejor momento con Marruecos por la presencia de una bandera saharaui en un acto oficial, pero el Ejecutivo de Angela Merkel rechazó la propuesta. No era buena idea.

Unas fuentes señalan que hubo consultas hasta a cinco países pero sólo España aceptó. Otras sólo refieren la de Alemania. En la diplomacia española se niegan a concretar si tal demanda de evacuación sanitaria llegó a existir y remiten a las escuetas declaraciones que la ministra Arancha González Laya ha venido ofreciendo: «razones humanitarias». Ya entonces, por cierto, la ministra se apresuró a decir que esta cuestión «no impide ni pone en peligro» las relaciones de España con Marruecos.

Las fuentes consultadas dan por sentado que fue así porque, de otro modo, no se explica un viaje hasta Zaragoza desde Argel ni un hospital en Logroño, teniendo aeropuertos -y grandes hospitales- españoles mucho más cerca. Inciden en que para Argelia el paciente crítico que estaba sobre la camilla es un jefe de Estado y además, de un Estado con el que mantienen muy buenas relaciones diplomáticas. Es en esa tesitura en la que habrían pedido evacuarle.

Los preparativos para Zaragoza

El 17 de abril el médico que asistía a Ghali en el Hospital Militar de Argel firmó un informe que describía su situación como crítica, pero ni el resultado de la PCR positiva que se le había practicado, ni el relato de la sintomatología que venía presentando como tampoco el balance de las pruebas a las que se le había sometido estaban a su nombre: Figura otro, Mohamed Abdella. Se había tomado la decisión de que su identidad se mantendría oculta antes ya de abandonar Argelia.

Con ese informe médico bajo el brazo, el facultativo que lo firma se subió junto a Ghali y una pariente suya a un avión del Gobierno argelino rumbo al aeropuerto de Zaragoza. De acuerdo a las fuentes consultadas, no llevaba ningún pasaporte falso porque no lo necesita. Los saharauis que viven en la zona de influencia argelina se desplazan con documentación oficial de Argelia cuando viajan a países que no reconocen la RASD y él tiene el suyo. Era 18 de abril.

A su llegada a Zaragoza, fue recibido por una ambulancia que según la Policía Nacional, pertenecía a los servicios de Salud aragoneses, si bien el Heraldo publicaba este jueves un desmentido de la consejería competente. A buen ritmo, trasladaron al paciente intubado, a su médico y su acompañante hasta el hospital San-Millan San Pedro de La Rioja, en Logroño.

Este diario no ha podido esclarecer por qué nadie reparó en que a su ingreso figuraba un nombre distinto del que constaba en el informe médico que portaba su facultativo argelino. Allí fue inscrito como Mohamed Benbatouche, de «nacionalidad desconocida» y como tal, entró directamente a la Unidad de Cuidados Intensivos. Eran las once menos diez de la noche. El pronóstico: neumonía bilateral complicada por una polineuropatía.

Las fuentes consultadas atribuyen la decisión de utilizar un pseudónimo como medida de seguridad, pues Gali no solo tiene enemigos en Marruecos, y para preservar su identidad. Como se hace, insisten, con cualquier otro jefe de Estado del mundo que ingresa en un hospital de un país que no es el suyo. La cuestión es que España no reconoce que el Sáhara sea un Estado.

A la inteligencia marroquí, en cualquier caso, no le pasó desapercibido el movimiento. Como ya informó este diario, fue el histórico semanario ‘Jeune Afrique’ quien destapó no sólo que el líder del Polisario estaba en Logroño sino la identidad falsa bajo la que se escondía. El 24 de abril seguía en la UCI y la ministra Laya comparecía en rueda de prensa. Afirmó que se había permitido su entrada en España «por razones estrictamente humanitarias», sin más detalles.

El médico sabía quién era su paciente

Llama la atención que en el hospital parece que ya de antes tenían claro quién era su paciente, a la luz de la información recabada por la Audiencia Nacional. Ghali tenía una causa abierta en España, la querella de un activista saharaui que siendo nacional español, afirmaba haber sido detenido y torturado en los campamentos por organizar actos que se apartaban de la línea oficialista. El asunto se había archivado por falta de competencia pero recurso mediante, se reabrió. Y ya con el querellado en España, no quedaba otra.

El juez Santiago Pedraz, que es quien lo lleva, pidió a la Policía que confirmase in situ si era cierto que Ghali estaba en el hospital logroñés bajo un pseudónimo. Y allí se trasladaron el 4 de mayo y allí mismo, el responsable del servicio hospitalario, con el oficio del juez encima de la mesa, les aseguró «sin ningún género de dudas» que el débil hombre intubado que tenía bajo su custodia llamado Benbatouche, era en realidad el líder del Polisario.

«Invita a una comprobación visual a los funcionarios de policía allí presentes, cuyo responsable declina el ofrecimiento por considerarlo innecesario, teniendo en cuenta el estado crítico de salud del paciente», dice el informe policial levantado aquel día y remitido después a la Audiencia Nacional. El juez planeaba citarle como investigado el 7 de mayo para notificarle la querella y tomarle declaración pero los médicos hicieron ver a los agentes que con suerte, la víspera abandonaría la UCI y estaría aún muy débil para un traslado y un trámite así.

«Su estado cognitivo e intelectual sería absolutamente insuficiente como para responder a preguntas de una mínima complejidad. Solo puede tener breves conversaciones sobre cuestiones menores», les dijeron. Esperaban su recuperación definitiva para el 16 de mayo pero a día de hoy, de acuerdo a las fuentes consultadas por este diario, sigue ingresado, si bien ya en planta, y aún débil pero estable.

1 de junio y en el aire

La citación por la querella del activista se ha previsto para el 1 de junio, aunque Ghali se negó a firmar el acuse de recibo. Alegó que primero quería hablar con Argelia. Al fin y al cabo, ellos le trajeron, ellos le expidieron su pasaporte y está bajo su influencia. Algunas fuentes consultadas por ABC cuestionan que pueda aferrarse al estatus diplomático si ha entrado con documentación falsa. Pero está por esclarecer si el pasaporte lo era o sólo la identidad en el informe médico, que es otra historia. La Policía, en su visita al hospital, tomó nota de la numeración pero no realizó comprobaciones.

En paralelo, se ha reabierto otra causa que permanecía dormida por otra querella, esta vez, por genocidio y delitos de lesa humanidad promovida por la Asociación Saharaui para la Defensa de los Derechos Humanos y que igualmente, renace al abrigo de la presencia de Ghali en España.

Pedraz ha denegado adoptar las cautelares que tanto unos como otros pedían para el líder del polisario, sobre todo, porque de momento lo único que hay contra él es lo que dicen las querellas y no le han sido notificadas. La fecha de la citación, aunque en el calendario, también está en el aire. Depende de su recuperación médica. El primer paso es que se dé por enterado, que acuda en consecuencia al juzgado y después, se verá.

Entretanto, la embajadora de Marruecos, Karima Benyaich, la misma que frente a las imágenes de los gendarmes marroquíes abriendo a los migrantes las puertas de la valla que les separaba de Ceuta, dijo que hay actos que tienen «consecuencias», se marcha de España dando un portazo. No volverá hasta que Ghali sea juzgado o abandone el país. Sin cautelares, con una querella sin notificar y protección diplomática, es más plausible que vuelva antes por lo segundo que por lo primero.