La diplomacia marroquí en Washington noquea a Sánchez

Si hay algo que Marruecos no ha perdido en los últimos años es tiempo. Durante la tumultuosa época de la Administración de Donald Trump, el reino alauí se lanzó a mejorar las relaciones con Washington tras años de estancamiento diplomático, con una intensa pero muy discreta actividad diplomática y de lobby aquí en Washington. Tan buenos han sido los resultados –en especial la sorprendente decisión de la Casa Blanca de reconocer el año pasado la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental– que Rabat acaba de fichar a un reconocido bufete de lobistas en la capital de Estados Unidos para redoblar sus esfuerzos y seguir mejorando posiciones, aun con Joe Biden en el poder. La gran víctima de esa pericia

 diplomática ha sido el Gobierno de coalición de España, a quien las puertas en Washington no se le acaban de abrir del todo.

La llamada que este martes hizo el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, a su homólogo marroquí, Nasser Bourita, fue todo un regalo al producirse justo cuando el Ejército español se desplegaba en la frontera de Ceuta por el asalto controlado y permitido desde Rabat. Más cuando el comunicado oficial posterior incluía literalmente las palabras: «Reconocemos la importancia de la sólida relación bilateral y el papel clave de Marruecos en el fomento de la estabilidad en la región». Pero hay más: ya hablaron Blinken y Bourita el 30 de abril. En esa llamada, según fuentes conocedoras de las conversaciones informadas debidamente en el Capitolio, Washington comunicó a Rabat que Biden no tiene intención de repudiar el reconocimiento trumpista de la soberanía marroquí en el Sáhara.

La última –y única– llamada de Blinken a su contraparte española, Arancha González Laya, fue el 16 de febrero. Antes de la llegada del equipo de Biden, el de Trump no creyó necesario informar al Gobierno de coalición español de su decisión con respecto al Sahara Occidental, que fue protectorado español hasta 1975. La frialdad de Trump para con Sánchez y su equipo de ha mantenido ahora tras que Biden ha tomado el relevo. Desde su llegada al Despacho Oval, el actual presidente no se ha tomado el tiempo de contactar con su contraparte española, a pesar de la presencia de soldados estadounidenses en la dos bases compartidas.

No quiere decir esto que haya ganas de desplante, y según explican diplomáticos estadounidenses que prefieren el anonimato para hablar con franqueza, puede que Biden simplemente tenga asuntos más importantes que resolver antes que tener que hablar con Sánchez, a quien se presume socio estable. También es cierto que tan malas eran las relaciones de la anterior administración estadounidense con este gobierno español que cualquier gesto, por mínimo que fuera, sería un triunfo visto desde Madrid. Sin embargo, ni siquiera ese pequeño gesto se ha producido.

Esto, sin embargo, devalúa la posición de España como mediadora de la Unión Europea en algunos asuntos clave, entre ellos el del Sáhara Occidental, donde según el grueso de la comunidad internacional debería haber un referendo, un planteamiento con el que EE.UU. ha roto bajo Trump. Otros países, como Cuba e Irán, se han ido al extremo opuesto y ya han reconocido a la república independiente saharaui que reclama autonomía con respecto a Marruecos.

Se suma esta pérdida de relevancia bajo Sánchez a la renuncia a mediar en una crisis de tanto calado como la venezolana, con los 5,5 millones de exiliados y la pobreza galopante que ha devastado un país tan rico en recursos naturales. Ahora Biden estudia sus próximas decisiones con respecto a Venezuela –se acerca probablemente un levantamiento parcial de sanciones– pero no escucha las opiniones de España al respecto, algo impensable bajo los gobiernos socialistas anteriores, tanto de Felipe González como de José Luis Rodríguez Zapatero.

Respaldo económico

Además de un claro respaldo diplomático justo en el momento que le echa un pulso migratorio a España y a la UE, Marruecos ha logrado de EE.UU. una nada desdeñable ayuda económica. Según estima la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés) desde hace 20 años Marruecos ha recibido ayudas norteamericanas por monto de más de 2.500 millones. Lo que es más llamativo, tras los éxitos logrados por la vía diplomática en meses recientes, la corona alauí ha fichado a un bufete de lobistas, Clout Public Affairs, con el que ha firmado un contrato de representación el 1 de abril de 2021. Es una hábil jugada.

El reconocimiento de Trump a la soberanía sobre el Sáhara pilló al Capitolio y a los medios desprevenidos, y desató una ráfaga de críticas por romper el consenso internacional. Ahora la corona alauí tiene a su disposición todo un lobby para ablandar a estos últimos, con la misión expresa según el contrato de «destacar asuntos de interés conjunto entre EE.UU. y Marruecos».